“‘Te adoro’, le dije en cuanto la vi. ‘Te necesitaba’, susurraba mi cabeza. Te busqué y te encontré. Eres pequeña y a la vez grandiosa, llenas la sala de magia.
Donde vayas yo te
guiaré, pequeña. Eres mi más sincero amuleto, ese que aun sin estar presente te
da suerte y cobijo a cada instante, ese que sin pedírselo al aire te hace
sentir más tranquila, el que aúpa tus logros con más determinación, aquel que
nunca falla, que siempre está ahí físicamente o en la distancia, eso da igual,
lo importante es que estás ahí siempre y no sabes cuánto TE AMO. ¡¿Se puede
describir con palabras?! No, no se puede, porque eres tanto para mí que ni un
libro sin fin me llegaría para expresarlo con claridad. Prometo hacerte sentir
como las estrellas, que no paran de brillar ni por un segundo, así es como
quiero que te sientas tú, mi bella princesa; la que acuna mis tinieblas con su
naturalidad implacable, la que revienta el infierno de un soplo, con esa
alegría tan característica que me hace volar contigo al país de Nunca Jamás.
Despediremos a todos los villanos que allá osen molestar, que tú y yo
levantamos masas de polvo como un gran huracán. Agarremos nuestras manos unidas,
sin cabida para la separación. Nosotras somos como el agua para el mar,
imprescindible en su esencia. Adondequiera que vaya, conmigo te llevaré, mi
princesa”.
Naira Pampillón González
Qué declaración de amor tan hermosa!
ResponderEliminarNuestros hijos son piedras preciosas raras.
Felicitaciones!!!!
Muchísimas gracias!!! Me alegro que te haya llegado. Un abrazo
ResponderEliminarUn texto delicado e intenso. Gracias, Naira, por compartir estos momentos tan especiales.
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