martes, 7 de marzo de 2017

Cuento grupal: “Fragmentos de mi vida”


"Ser una persona tiquismiquis es ser alguien muchas veces incomprendido. En todo existe orden. El universo está regido por leyes. Debemos considerar esto cuando rotulamos a una persona. Seguro que toda exageración es nefasta, pero alguna complicidad es bienvenida. Un buen ejemplo es lo que ocurrió con un amigo de un amigo mío. En sus propias palabras: “A mí no me gusta el alcohol, lo confieso, pero era Navidad y yo estaba feliz, había terminado un curso, comprado un coche nuevo y estaba de vacaciones. Era el cumpleaños de mi suegra, la comida estaba puesta, toda la familia reunida. Acabé por tomarme unas copas, fui a acostarme un rato y, luego, me desperté muy mal; tenía un fuerte dolor de cabeza, nunca más bebí alcohol”. Aunque fuera criticado por este hecho, sigo viviendo mi vida como siempre. ¿Qué dicen los otros? Pues a mí plin. Nadie paga mis cuentas. Mi cabeza es mi guía. ¿La opinión de los demás? Me importa un bledo. Dios da la vida para que cada uno cuide de la suya. 

Tanto es así que ayer fui a arreglar mi ducha, que no estaba funcionando, entonces, salí para comprar las piezas que necesitaba. Como no tenía prisa, nunca la tengo, lo dejé para la noche; cuando volví ya estaba oscuro y, por lo tanto, tuve que hacer todo al tuntún, de este modo solo me duché a las once y pico. Mientras me lavaba, reflexionaba sobre mi vida y carrera profesional. La experiencia que más me ha marcado como periodista ha sido el reportaje que hice sobre el impeachment (proceso de destitución) de la presidenta Dilma Roussef en Brasil, en 2016. Me acuerdo como si fuera hoy, el momento en el que entré en el espacio donde estaban reunidos los diputados. ¡Por Dios! ¡Qué guiriguay! Todos hablaban al mismo tiempo y no se comprendía nada de lo que decía la gente. Fue inolvidable el rifirrafe que el señor Vagner Malta tuvo con la también diputada Vanessa Graziotin con respecto a si Brasil estaba o no sufriendo un golpe parlamentario… La democracia está, a veces, más cercana a un circo que a un régimen político. 

Así que fui a acostarme. Estaba intentando dormir, el día había sido muy pesado, pero no lograba hacerlo, porque escuchaba una voz muy extraña en la oscuridad de mi cuarto. Lo cierto es que le pedí a esta voz que parara, que me dejara en paz. La voz no paraba solicitando mi ayuda. Me enfadé, tuve un rifirrafe con este espíritu y le dije que no podía ayudar a nadie con tanto sueño, que volviera mañana por la mañana para que, ya descansado, fuera capaz de auxiliarlo. Sin embargo, su presencia se fijó fuertemente en mi alma. Es alto, guapo, inteligente y valiente. Es, de hecho, el tipo que me hace tilín. Me hace reír y llorar, pero nunca lo dejo. Puedo encontrarlo siempre y cuando me da la gana. Solo necesito abrir mi libro favorito y allá él siempre está. 

Al día siguiente y los demás días, continuó este espíritu tan galante presente en mis entrañas. Juan Pablo siempre ha sido conocido por ser de carácter fuerte y su personalidad impulsiva, haciendo todo generalmente al tuntún. Su modo de ser a mí plin, porque nunca me ha gustado como persona. Pero ayer lo vi por la calle y noté que estaba piripi… De pronto, empezó a charlar conmigo y a lamentarse de su vida. Estaba un poco plof: dijo que su novia lo había dejado y que lo habían despedido… ¡Faltó un tris para que llorara en mis brazos! ¡Vaya, cómo todo puede cambiar! Al final de aquel mismo día, estaba caminando por la calle, era una noche de plenilunio. Sentía algo extraño, una mala sensación. Cuando me volví hacia atrás, había un ejército de zombis hambrientos por mi cerebro hueco. Empecé a correr desesperado, entré en la primera puerta que vi. Al cerrarla, percibí que la habitación estaba llena de muertos vivientes y todos venían hacia mí y… ¡Me desperté! Faltó un tris para que fuera agarrado por ellos. Por un golpe de suerte, el suelo se abrió y me vi en un sendero oscuro y lleno de insectos. Llegué a mi casa con un olor terrible y fui a ducharme.

Esta historia es verídica. Tengo horror a los insectos. Son pequeños, silenciosos y asquerosos. Cierto día fui a bañarme y, para eso, saqué mis gafas – es importante que sepas que soy supermiope. En un instante, vi una forma oscura mirándome. Entonces me dio un patatús. Con mucho valor, le di un golpe certero. Fui a conferir el resultado de mi trabajo: había valientemente aplastado un trocito de jabón gastado.


Así es la vida, incoherente y caótica, por eso, no se debe rotular a nadie".

Autores: Pepe, Sissi, Duquesa, Jack,
Elvis, Zorro, Lia y Lipe de Vega

[Adaptación del ejercicio página 116, Libro de texto A debate de Ed. Edelsa]. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario