Fragmento
seleccionado del largometraje Te doy mis ojos (2003,
España) de la directora Iciar Bollaín:
La violencia de
género es también conocida como violencia contra mujer, sin embargo constituye
uno de los hechos más antiguos de la humanidad y no hace mucho tiempo que cobró
importancia como tema a ser debatido, estudiado y también combatido. Su
definición está incluida tanto en la Declaración
sobre La Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 1993, como en la Convención de Belém do Pará para Prevenir y
Erradicar la Violencia Contra la Mujer, documentos que constituyen uno de
los instrumentos de derecho internacional de más gran importancia en la región
de las Américas, entre otros escritos jurídicos. Tal tratado no hace más que
repetir el concepto enunciado en la antes citada Declaración, además de
resaltar su condición de grave violación de los Derechos Humanos de la mujer.
Por lo tanto, la
comunidad internacional ha llegado a un consenso con respecto a este tema para
reconocer como violencia “todo acto
basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como
resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así
como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la
libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Formuladas tales
consideraciones, resulta indudable que el vídeo muestra un acto de violencia de
género del hombre hacia su mujer. De esta escena, igualmente, se notan los
celos, la agresividad y el deseo de imposición de su voluntad por parte del
hombre; mientras que, por otro lado, se nota el miedo, la ansiedad y el estrés
de la mujer, por lo que se puede afirmar que la pareja que está viviendo la
violencia de género en la denominada “primera fase” de su ciclo: La fase de
acumulación de tensión.
Como fenómeno
complejo que es, la violencia de género se presenta variable en sus formas así
como en su desarrollo. Los especialistas en el tema que se han dispuesto a
clasificarla, en general, han apuntado la existencia de elementos comunes que,
a su vez, fueron agrupados en tres fases. La primera fase es conocida como la de
acumulación de tensión y es, en general, seguida por la fase de explosión o
agresión y esa, consecuentemente, va seguida de la fase de la “luna de miel”,
en la que se produce un episodio de arrepentimiento por parte del maltratador,
lo que conduce a la reconciliación de la pareja. Con respecto a las fases del
ciclo de la violencia, hay que tener en cuenta que no siempre se dan todas las
fases, así como que la violencia puede aparecer de forma repentina, sin un ritmo
regular.
En el fragmento
seleccionado, es evidente el comportamiento sumiso de la mujer que habla con un
tono de voz bajo todo el tiempo e incluso pide le perdón a su pareja, en un nítido
intento de que él no se enfade más con ella. Sin embargo, él sigue poniéndose
más y más nervioso, dirigiéndole agresiones verbales y ofensas psicológicas
hasta que le propina un pequeño empujón (aparición de la violencia física). En
verdad, el término de la escena se produce con el contacto físico violento del
hombre hacia la víctima; por medio de este empujón se demuestra que él ve y
comprende su sumisión, no solo como una confirmación de la víctima de que tiene
derecho a maltratarla, sino también como que su comportamiento violento hacia
ella es eficaz para tener el control sobre sus actos.
Para concluir, no
hay que se reconocer la fase de explosión o agresión como dominante en la
escena porque no se nota que haya una pérdida de control absoluta por parte del
agresor, puesto que no ocasionó “graves daños” en la mujer, como es típico en
esa fase de violencia, en la cual la vida de la mujer o su integridad física
corren peligro.
Rafaela Caldeira Gonçalves
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