miércoles, 29 de marzo de 2017

La magnificación biológica II


Los pesticidas

Quizás el "mejor" ejemplo de biomagnificación sea el del DDT. “Este pesticida (insecticida) de larga duración permitió mejorías en la salud humana en muchos países gracias a la eliminación de insectos, como los mosquitos que transmiten ciertas enfermedades. El DDT es efectivo debido a que no se descompone en el ambiente, es tomado por los organismos del ambiente e incorporado en su grasa. En muchos organismos (incluyendo los humanos) no hace un daño real, pero sin embargo en otros, el DDT es letal o puede tener efectos nocivos a largo plazo”.

Por ejemplo, en algunas aves el DDT interfiere en el depósito de calcio en las cáscaras de los huevos. Los huevos puestos tienen una cáscara muy fina y se rompen con facilidad. Así que, las aves que están afectadas terminan por no ser capaces de reproducirse y esto causa una reducción en el número de la especie. Estos casos eran tan claros en 1960 que llevaron a Rachel Carson, bióloga marina y conservacionista estadounidense, a postular la denominada "primavera silenciosa" sin el canto de las aves. 


Su libro, titulado en inglés Silent Spring, llevó a la prohibición del DDT, a la búsqueda de pesticidas que no biomagnificasen y al nacimiento del movimiento ambiental "moderno". Gracias a esta prohibición, algunas aves -como el águila calva de Estados Unidos- han podido recuperarse. Irónicamente, muchos de los pesticidas que acabaron reemplazando al DDT son más peligrosos para los humanos. 

Uno de estos es el mercurio que hay en el mar Mediterráneo, se encuentra en baja cantidad (como el metilmercurio) y es un producto derivado de desechos industriales. Este acaba siendo absorbido por las algas, aunque presenta deficiencias a la hora de ser expulsado. El zooplancton se alimenta de este tipo de algas, que alimentan al necton y después a peces de mayor tamaño. Así que, cualquier cosa que se alimente de estos tendrá grandes concentraciones de mercurio. De igual manera, especies concretas como peces espada, tiburones o ciertas aves, poseen concentraciones más altas que aquellas que están expuestas directamente a esta sustancia.

Minamata
Hace 50 años se produjo uno de los mayores desastres industriales de la Historia, con cerca de 900 muertos y más de 2000 afectados. No se tilda como el mayor ya que este dudoso honor correspondería a otros también sonados como Bhopal (Ciudad de la India, 1984) o Chernóbil (Ciudad próxima a Ucrania, Kiev, 1986). No obstante, si hay algo que lo identifica y ayuda a recordarlo es que no fue en sí “un accidente”, sino un claro ejemplo de negligencia, de búsqueda de lucro y desprecio hacia el medioambiente.

Si se echa la vista atrás y se hace un poco de memoria: “Minamata era un pueblo pesquero en la isla Kyushu, en el extremo sur de Japón. En la década de los años 50, los gatos del pueblo empezaron a comportarse de manera extraña. De la nada enloquecían y se tiraban al mar, como si fuese un suicidio. A esto siguieron otros animales como aves, cerdos, perros, etc. Todos los animales empezaban a volverse locos.


En 1956, comenzaron a aparecer personas con extraños síntomas como: ataxia (torpeza o pérdida de coordinación), falta de sensibilidad tanto en manos como en piernas, pérdida de visión y audición, debilidad y, en algunos casos más extremos, parálisis e incluso muerte. La enfermedad de Minamata constituye un síndrome neurológico grave y permanente, que está causado por un envenenamiento por mercurio”.



La enfermedad de Minamata,
consecuencias...
“Las autoridades oficiales ignoraron o minusvaloraron estos primeros casos. Dado que la enfermedad estaba localizada en una zona pequeña se consideró que podría ser contagiosa, lo que llevo al aislamiento y ostracismo de sus habitantes. Fue necesaria una revuelta de estos en 1959 para que comenzase un estudio oficial del problema. Aun así, se tardaron doce años en determinar con exactitud las causas, aunque desde el comienzo se sospechó de una empresa química. Con el paso de los años, se descubrió que desde 1925 una factoría de acetaldehído (o etanal), perteneciente a la Corporación Chisso, había estado arrojando, de forma clandestina, grandes cantidades de mercurio a una bahía cercana.


Afectado por el mercurio de Minamata

En 1968, el gobierno japonés anunció de manera oficial que la causa de la enfermedad era la ingestión de pescado y de marisco contaminado de mercurio provocado por los vertidos de la empresa petroquímica Chisso. Se calcula que entre 1932 y 1968, año en el que cambió el proceso de síntesis por otro menos contaminante, se vertieron a la bahía unas 81 toneladas de mercurio". 


“Las víctimas no serían indemnizadas hasta 1996. El caso constituye uno de los llamados ‘Cuatro grandes procesos’ de la responsabilidad medioambiental en Japón. Su característica más importante radica en la admisión del uso de la prueba epidemiológica como nexo causal entre el consumo de los alimentos contaminados y la enfermedad”.

“Desde 1974 hasta 1990 el gobierno japonés llevó adelante un proyecto que consistió en dragar 1 500 000 metros cúbicos de sedimentos y disponerlos en un relleno de 58 hectáreas. Llevar a cabo este proyecto costó 48 billones de yens. De esta suma, la Corporación Chisso, por ser responsable de la contaminación, tuvo que pagarle al estado japonés 30,5 billones de yens”. 

“En octubre de 1997, las autoridades regionales decidieron sacar los tres kilómetros y medio de redes que durante 24 años habían clausurado la bahía. Con esto se reabría una de las mayores zonas afectadas, donde supuestamente ya ha desaparecido cualquier rastro de mercurio. En el año 2001 se alcanzaron 2 955 casos diagnosticados de esta enfermedad reconocida como Minamata”.

Al fin y al cabo
Incluso en nuestros días, esta historia sirve como estremecedor ejemplo y de digna advertencia sobre la mezcla desequilibrada de intereses políticos y económicos, algo que puede solapar durante años un problema medioambiental. Sin embargo, cualquier lector sabe que existen muchos más mecanismos de control, tanto legales como institucionales, en la mayoría de los países. Esperemos eso sí, por el bien de todos, que sean suficientes para evitar situaciones futuras como las relatadas.

Pepe Cocodrilo










Notas y textos citados:

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