Quizás
el "mejor" ejemplo de biomagnificación sea el del DDT. “Este
pesticida (insecticida) de larga duración permitió mejorías en la salud humana
en muchos países gracias a la eliminación de insectos, como los mosquitos que
transmiten ciertas enfermedades. El DDT es efectivo debido a que no se
descompone en el ambiente, es tomado por los organismos del ambiente e
incorporado en su grasa. En muchos organismos (incluyendo los humanos) no hace
un daño real, pero sin embargo en otros, el DDT es letal o puede tener efectos nocivos
a largo plazo”.
Por
ejemplo, en algunas aves el DDT interfiere en el depósito de calcio en las
cáscaras de los huevos. Los huevos puestos tienen una cáscara muy fina y se
rompen con facilidad. Así que, las aves que están afectadas terminan por no ser
capaces de reproducirse y esto causa una reducción en el número de la especie.
Estos casos eran tan claros en 1960 que llevaron a Rachel Carson, bióloga marina
y conservacionista estadounidense, a postular la denominada "primavera
silenciosa" sin el canto de las aves.
Su libro, titulado en inglés Silent
Spring, llevó a la prohibición del DDT, a la búsqueda de pesticidas que no
biomagnificasen y al nacimiento del movimiento ambiental "moderno".
Gracias a esta prohibición, algunas aves -como el águila calva de Estados
Unidos- han podido recuperarse. Irónicamente, muchos de los pesticidas que acabaron
reemplazando al DDT son más peligrosos para los humanos.
Uno de
estos es el mercurio que hay en el mar Mediterráneo, se encuentra en baja
cantidad (como el metilmercurio) y es un producto derivado de desechos
industriales. Este acaba siendo absorbido por las algas, aunque presenta
deficiencias a la hora de ser expulsado. El zooplancton se alimenta de este
tipo de algas, que alimentan al necton y después a peces de mayor tamaño. Así
que, cualquier cosa que se alimente de estos tendrá grandes concentraciones de
mercurio. De igual manera, especies concretas como peces espada, tiburones o ciertas
aves, poseen concentraciones más altas que aquellas que están expuestas
directamente a esta sustancia.
Minamata
Hace 50 años se produjo uno
de los mayores desastres industriales de la Historia, con cerca de 900 muertos
y más de 2000 afectados. No se tilda como el mayor ya que este dudoso honor
correspondería a otros también sonados como Bhopal (Ciudad de la India, 1984) o Chernóbil (Ciudad próxima a Ucrania, Kiev, 1986). No obstante, si hay algo que lo
identifica y ayuda a recordarlo es que no fue en sí “un accidente”,
sino un claro ejemplo de negligencia, de búsqueda de lucro y desprecio hacia el
medioambiente.
Si se echa la vista atrás y se hace un poco de memoria: “Minamata
era un pueblo pesquero en la isla Kyushu, en el extremo sur de Japón. En la
década de los años 50, los gatos del pueblo empezaron a comportarse de manera
extraña. De la nada enloquecían y se tiraban al mar, como si fuese un suicidio.
A esto siguieron otros animales como aves, cerdos, perros, etc. Todos los
animales empezaban a volverse locos.
En 1956, comenzaron a aparecer personas con extraños
síntomas como: ataxia (torpeza o pérdida de
coordinación), falta de sensibilidad tanto en manos como en piernas,
pérdida de visión y audición, debilidad y, en algunos casos más extremos,
parálisis e incluso muerte. La enfermedad de Minamata
constituye un síndrome neurológico grave y permanente, que está causado por un
envenenamiento por mercurio”.
La enfermedad de Minamata, consecuencias... |
Afectado por el mercurio de Minamata |
En 1968, el gobierno japonés anunció de manera
oficial que la causa de la enfermedad era la ingestión de pescado y de marisco
contaminado de mercurio provocado
por los vertidos de la empresa petroquímica Chisso. Se calcula que entre 1932 y
1968, año en el que cambió el proceso de síntesis por otro menos contaminante,
se vertieron a la bahía unas 81 toneladas de mercurio".
“Las víctimas no serían indemnizadas hasta 1996. El
caso constituye uno de los llamados ‘Cuatro grandes procesos’ de la
responsabilidad medioambiental en Japón. Su característica más importante
radica en la admisión del uso de la prueba epidemiológica como nexo causal
entre el consumo de los alimentos contaminados y la enfermedad”.
“Desde 1974 hasta 1990 el gobierno japonés llevó
adelante un proyecto que consistió en dragar 1 500 000 metros cúbicos de
sedimentos y disponerlos en un relleno de 58 hectáreas. Llevar a cabo este
proyecto costó 48 billones de yens. De esta suma, la Corporación Chisso, por
ser responsable de la contaminación, tuvo que pagarle al estado japonés 30,5
billones de yens”.
“En octubre de 1997, las autoridades regionales
decidieron sacar los tres kilómetros y medio de redes que durante 24 años
habían clausurado la bahía. Con esto se reabría una de las mayores zonas
afectadas, donde supuestamente ya ha desaparecido cualquier rastro de mercurio.
En el año 2001 se alcanzaron 2 955 casos diagnosticados de esta enfermedad reconocida
como Minamata”.
Al fin y al cabo
Incluso en nuestros días, esta historia sirve como
estremecedor ejemplo y de digna advertencia sobre la mezcla desequilibrada de
intereses políticos y económicos, algo que puede solapar durante años un problema medioambiental. Sin embargo,
cualquier lector sabe que existen muchos más mecanismos de control, tanto
legales como institucionales, en la mayoría de los países. Esperemos eso sí,
por el bien de todos, que sean suficientes para evitar situaciones futuras como
las relatadas.
Pepe Cocodrilo
Notas y textos
citados:
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