¿Cómo estáis? Bien, espero, además de haber aprovechado
muchísimo la compañía de vuestras madres en el casi finalizado mes de mayo. En honor
a estas mujeres que nos han dado la vida y ante la importancia de discutir las
cuestiones de género, he decidido traer a mi columna de este mes la presencia
de marcas de género en los nombres que designan profesiones o actividades
desempeñadas por mujeres.
¿Ya os habéis parado a pensar cómo la lengua puede
ser también una herramienta de perpetuación de los estereotipos de género,
junto con otros aspectos como la religión, la Literatura, el Derecho y otros
temas vinculados a cuestiones culturales? Bueno, entonces arranquemos con esta
reflexión.
Sobre esto, la Gramática ERA 2009 ha declarado
que la lengua ha acogido en ciertos medios voces como: "bedela",
"coronela", "edila", "fiscala",
"jueza", "médica" o "plomera", pero que tanto
estas como otras voces similares han tenido desigual aceptación, generalmente
en función de factores geográficos y sociales, además de propiamente
morfológicos. Sin embargo, ¿cuántos géneros creéis que tiene el español?
El género es una
propiedad de los nombres y los pronombres que tiene efectos en la concordancia
con los determinantes, los adjetivos, los cuantificadores, etc. Los sustantivos
en español solo pueden ser masculinos o femeninos, pero los demostrativos, los
cuantificadores, los artículos y los pronombres personales pueden ser, además,
neutros: esto, eso, aquello; tanto, cuanto, mucho…; lo y ello.
Dicho esto, tenemos que
preguntarnos: ¿Existe una correspondencia estricta entre el género y el sexo? No.
El género de los sustantivos no siempre se corresponde con el sexo biológico
del referente. Cuando el sustantivo se refiere a un ser animado, el género
puede diferenciar el sexo (león, leona); pero
en el resto de los casos es una propiedad gramatical independiente: la mesa es femenina, el tenedor es
masculino.
¿Y cómo se
marca el género? Para
marcarlo hay distintas posibilidades:
- Morfemas: terminaciones como la -a (niña), -esa (abadesa), -isa (poetisa), -ina (heroína),
-era (cocinera), -ana (decana), -óloga (psicóloga), -ada (magistrada),
etc.
- Raíces distintas: caballo, yegua
(son los llamados heterónimos).
- Determinantes y otros elementos concordantes: el artista, la artista (se los conoce como comunes en cuanto al género).
Igualmente, están los
sustantivos ambiguos, que se pueden usar tanto en femenino como en masculino
indistintamente: (el mar, la mar), y los epicenos, que se refieren a un ser
vivo de uno u otro sexo con un único género, como el mosquito (mosquito
macho/hembra).
La mayor parte de los
sustantivos acabados en –a son femeninos: taza, silla, niña, pero no faltan casos como clima, día o mapa. En cambio, la
mayoría de los acabados en –o son masculinos: cuaderno o puerto, pero también
hay femeninos como mano. A su vez, los acabados en consonante
o en otras vocales pueden ser masculinos o femeninos.
Por añadidura, hay sustantivos de persona comunes en cuanto
al género. Ejemplos como el de: el cónyuge / la cónyuge
distinguen el género por la concordancia y no mediante desinencias: Su cónyuge está enferma/enfermo.
Los problemas se presentan especialmente con aquellos sustantivos comunes
que denotan profesiones, cargos, títulos, empleos o actividades.
¿Quieres saber más? Entonces, no te pierdas mi próxima
publicación.
La Duquesa