miércoles, 29 de mayo de 2019

"El omnipresente caballo" (Parte 1)

El caballo domestico representa el eslabón final de una larga cadena evolutiva. Se han desarrollado durante 50 millones de años a partir de pequeños animales de dimensiones similares a las de un perro mediano, hasta llegar a los veloces corredores actuales.

El caballo procede de Norteamérica. Se supone que de ahí emigro a Sudamérica y Asia, a través del istmo que unía entonces estos continentes. Desde ese momento llegó a Europa y después a África.

"Los hombres de la Edad de piedra, que vivieron en el continente europeo en la época remota, conocieron a los caballos. Los mataron para alimentarse sin pensar en domesticarlos, usarlos como montura u otros fines. Sabemos el aspecto de aquellos animales porque los artistas prehistóricos los reprodujeron en las paredes de las cavernas: eran de miembros pesados y crines encrespadas".

El hombre ha utilizado la fuerza y la velocidad del caballo desde que lo domesticó para cambiar su forma de vida. Gracias a los caballos, el ser humano al fin pudo trasladarse con rapidez a sitios muy distantes, en lugar de echar raíces en un único sitio. Los caballos se convirtieron en un bien tan apreciado que concedieron gran poder a sus propietarios.

En Europa se usaron en el siglo II a. C. Las tribus nómadas de Asia introdujeron, durante los siguientes 800 años, los estribos y las herraduras, que se clavaban en los cascos de los caballos. Estos inventos se propagaron a Occidente. Los herreros, que forjaban las herraduras y las fijaban a las patas del animal, se habían convertido en maestros de esta actividad. Desde entonces, los pueblos de diferentes partes del mundo empezaron a criar las castas que mejor respondían a sus necesidades.

Los árabes, que vivían en un país cálido, polvoriento y arenoso, produjeron un tipo de caballo pequeño y fuerte que podía avanzar con sorprendente rapidez. Uno muy distinto se obtuvo en Europa: corpulento y muy vigoroso, capaz de transportar a los caballeros extremadamente armados con sus cargas enormes.

En 1519, el caballo regresó a Norteamérica. "Hernán Cortes, explorador y conquistador, fue de Cuba a México con 16 corceles y, así, los conquistadores españoles volvieron a introducirlo en el continente americano".

Mitología
Según los griegos, Poseidón creó el caballo golpeando con su tridente la tierra de la Acrópolis, tras una disputa con Atenea, en esta ocasión por la posesión de la región del Ática. De ahí su amor sagrado hacia este animal, por ser considerado el creador del caballo, y yendo incluso más allá de este sentimiento, hasta atribuírsele el arte y la pericia de domarlo. 

A continuación, sigue una pequeña muestra de algunos caballos mitológicos:

Pegaso 
Según la leyenda nació de la sangre derramada por Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. Suele representarse con blanco o negro y tiene dos alas que le permiten volar. Una característica de su vuelo es que, cuando lo realiza, mueve las patas como si en realidad estuviera corriendo por el aireSegún las fuentes clásicas, Perseo no llegó a volar montado a Pegaso, puesto que lo hacía gracias a unas sandalias aladas, sin embargo, muchos artistas renacentistas lo representaron volando en este caballo. 


"Pegaso aparece relacionado fundamentalmente con el héroe Belerofonte, quien a lomos del équido alado logró dar muerte a la Quimera, una bestia de múltiples cabezas (entre ellas una de león y otra de cabra), que asolaba los territorios de Licia. Gracias a este corcel, Belerofonte pudo obtener la victoria sobre las amazonas". 

Unicornio
El unicornio es una criatura mitológica representada de forma habitual como un caballo blanco, con patas de antílope, barba de chivo y un cuerno en su frente. En las representaciones modernas, sin embargo, es idéntico a un caballo, solo diferenciándose en la existencia del cuerno mencionado. En la Edad Media estaba considerado como un animal fabuloso, capaz de derrotar a un elefante. Además, se decía que con su único cuerno se podían purificar las aguas contaminadas para volverlas potables. 

Existen tres hipótesis que intentan explicar la aparición de la leyenda del unicornio en Europa: "La primera procede de las exploraciones griegas, italianas y macedonias en la India: existían relatos de criaturas de un solo cuerno, quizá rinocerontes índicos. La segunda proviene de los pueblos vikingos que comerciaban en el interior de Europa cuernos de narval; las primeras representaciones artísticas conocidas de este cetáceo en el interior de Europa eran similares a un unicornio marino. La tercera tiene un origen reciente (el 13 de junio de 2008), cuando se produjo el descubrimiento en el parque natural de Prato, en la Toscana italiana, de un corzo con un solo cuerno en el centro. Parece factible que esta peculiaridad se haya producido más veces a lo largo de la Historia". 

Helhest 
Helhest (o “caballo de los infiernos”) es, en el folklore de Dinamarca, un caballo de tres patas asociado al reino de los muertos. La diosa escandinava de este reino lleva el nombre de Hela. Según la creencia popular, este animal anunciaba la enfermedad, los accidentes y, sobre todo, las muertes. La leyenda sostiene que toda persona que vea al Helhest está a punto de “cerrar los ojos e irse”, es decir, de morir. La visión del caballo o el simple hecho de escuchar sus pasos serían mortales, siendo claramente identificable el sonido de los pasos de Helhest sobre sus tres patas. 

Sleipnir

Sleipnir cuyo nombre significa resbaladizo, era el caballo gris de ocho patas del dios Odín. Este era capaz de ir velozmente de un extremo al otro del horizonte. Sleipnir simbolizaba los ocho vientos que soplan desde sus respectivos puntos cardinales. El animal tenía runas grabadas en sus dientes y todo apunta que, según las leyendas más conocidas, Sleipnir es poseedor de una velocidad increíble, pudiendo caminar sobre las aguas y hasta en el cielo. Asimismo, tiene la habilidad de entrar o de llevar a su caballero hasta el mundo de los muertos.

 

Las yeguas de Diomedes
Las yeguas de Diomedes eran animales antropófagos de la mitología griega. Magníficas, salvajes e incontrolables, pertenecían al gigante Diomedes, que solía alimentarlas con la carne de las visitas confiadas. Estaban atadas a un pesebre de bronce porque eran salvajes y su locura se atribuía a su dieta antinatural consistente en comer carne humana.


A su llegada a Tracia, Heracles capturó a las yeguas y las subió a bordo de su embarcación. Cuando Diomedes y sus hombres le atacaron, los derrotó sin problemas y alimentó a las yeguas con ellos. Heracles domó a los animales y los llevó hasta Micenas, donde los dejó libres, siendo devorados poco después por otros animales cerca del Olimpo.

El caballo de Troya

Se conoce de este modo al artefacto con forma de caballo, realizado en madera, que fue usado como artimaña por los griegos para introducirse en la ciudad fortificada de Troya. La expresión se remonta a los años 1 300 a. C., presente en un episodio de la guerra de Troya, descrito por Homero en la Ilíada y por Virgilio en la Eneida. En consideración a lo anterior, la expresión “Caballo de Troya” se ha vuelto popular y es vista como una paremia que identifica la utilización de un estratagema o engaño en contra de su adversario, a través de la entrada disimulada en un medio para obtener un beneficio o cumplir un objetivo.

Los caballos del Apocalipsis
Los cuatro jinetes del Apocalipsis son los cuatro caballeros que se describen en la primera parte del capítulo sexto del Apocalipsis. El capítulo refiere un pergamino en la mano derecha de Dios, que estaría sellado con siete sellos. Ante ese escenario, Jesús abre los primeros cuatro sellos, liberando a estas bestias que montan en caballos blanco, rojo, negro y bayo. Según la exégesis representan la conquista, la guerra, el hambre y la muerte, respectivamente, aunque solo a este último se le designa por este nombre. 



Caballo Blanco
"Este animal era montado por el jinete de la Conquista. Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer aún".

Caballo Rojo 
"Este animal era cabalgado por el jinete de la Guerra. Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven". Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande". 

Caballo Negro
"Este montado por el jinete del Hambre. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: "Ven". Miré, y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: 'Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino'”. El tercer jinete monta un caballo negro y se entiende, generalmente, como la hambruna. El jinete lleva un par de balanzas o básculas para pesar el pan durante una hambruna.

Caballo Bayo
"Cabalgado por el jinete de la Muerte. Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: 'Ven'. Miré y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte y el Hades lo seguía: Y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra". El cuarto y último jinete se llama muerte. De todos los jinetes, es el único a quien el propio texto da un nombre de manera explícita.








Pepe Cocodrilo


Consultas bibliográficas y citas:
http://vikingosdethule.blogspot.com.br/2010/11/sleipnir-el-caballo-de-ocho-patas-de.html
http://occidentalessiglodeoroespanol.blogspot.com.br/2011/01/que-trata-sobre-el-celebre-rocinante-y.html
https://br.pinterest.com/jodyjones007/chincoteague/
http://www.2blowhards.com/archives/002814.html

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