lunes, 13 de mayo de 2019

Descubre “La Otra Mirada” (Capítulo 5)

Capítulo 5: “La vida que quiero vivir


Independientemente de la época en la que se viva, escoger “la vida que se quiere vivir” no es una clave fácil de hallarse. Las elecciones personales pueden estar influenciadas por las opiniones de los padres, los amigos, los profesores, la cultura o las normas sociales vigentes. Es probable que la infancia sea el principal período de la vida humana en el que no se tiene el derecho de querer, sino el de seguir lo que han determinado. Sin embargo, durante la adolescencia el espíritu libre se desata y busca algo más, incluso la sexualidad está más despierta y “el amor está en el aire”. 

El libre albedrío despunta como un viento rebelde que levanta el polvo y las hojas del suelo, llevándolos de un lado a otro, de acuerdo con su voluntad o, quizá, con la fuerza que le resta. Seguir los impulsos de la adolescencia puede ser fatal o liberador. No obstante, subsistir a una vida adulta, bajo las imposiciones sociales o familiares, puede acarrear una existencia triste, sin sentido, emergiendo la locura ante el hecho de no lograr “la vida que se quiere vivir”.

Ángela, la maestra del Instituto que se enamoró de la pintora, madre de una de sus alumnas, se encuentra en este averno existencial. El destino hizo que encontrase su amor prohibido, provocando la desesperación de no ser quien le gustaría ser o, tal vez, simplemente vivir lo que querría –la pasión vedada entre dos mujeres. Esto sería algo imposible porque ya era madre, esposa, profesora y un ejemplo a ser seguido porque había conquistado su espacio profesional. Distanciarse de este modelo sería nefasto y significaría su desgracia social, el fin de la vida que había decidido vivir. 


No obstante, su marido no era un hombre nada machista, y sí comprensivo, que valoraba a su esposa, así como también su actividad laboral. Este la aceptaba como era y punto. Su conflicto existencial casi la arrastró a la locura. No obstante, gracias a Doña Luisa, su colega y amiga en el Instituto de enseñanza, Ángela salió de esta crisis y empezó a reflexionar sobre “la vida que quería vivir”. 

Por otro lado, Roberta, la alumna rebelde, sabía lo que quería y la vida que deseaba seguir, pero su comportamiento cambió desde la fiesta en la que había participado en la finca de su novio, no estando tan segura de sí misma como antes. Su actitud extrema fue terminar la relación con su novio por motivos desconocidos hasta este capítulo. 

Por coincidencia, después de la ruptura del noviazgo, todas las chicas de la Academia recibieron una foto de Roberta en una pose sensual. La foto provocaba interpretaciones diversas que condenaban de antemano a Roberta, revelando una vulgaridad que no debería existir en el comportamiento de las niñas bien de familia. Por supuesto que Roberta fue juzgada por sus colegas e incluso por sus maestras, excepto por Teresa, quien desconfió que algo más serio había ocurrido con la alumna durante la mencionada fiesta.

Como este malestar reinó entre los miembros de la escuela, Manuela, la joven directora, invitó al esposo de Ángela para dar una charla sobre el hecho sucedido, destacando las cuestiones éticas y los prejuicios. Sin duda, esta escena fue una de las mejores del capítulo, que discutió la importancia de no formarse ideas previas sin antes conocer a la persona o comprender los acontecimientos reales que llevan a una persona a hacer algo condenado por una cultura o sociedad. La apariencia siempre será lo que menos importa porque el verdadero valor reposa en la esencia interior de cada persona. 


Querido lector, tengo dificultad para terminar esta crítica porque tendría que abordar más temas y seguirían varias páginas más de reflexiones. Siendo así, te invito a ver el capítulo para que te sumerjas en las tramas de los personajes y elabores tus propias ideas, las cuales serán riquísimas, estoy seguro, porque cada uno de los personajes está buscando “la vida que quiere vivir” y, tal vez, este sea el verdadero sentido de nuestra existencia. 

Cervantito, El Perro

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