LEDICIA: Todas las respuestas a esta pregunta
son afirmativas. Es una combinación de todo esto que tan bien acabas de
explicar y de poner sobre la mesa. Muchas veces, las historias son de algo que
ha pasado, alguien a quien he conocido o una anécdota y yo deformo esa realidad
y la lleno de fantasía, y, al final, acaba transformada en una cosa
completamente distinta y el origen parece imposible explicarlo… decir: es que
esto ha nacido de aquí.
Tengo muchos libros
que están llenos de experiencias personales y de lugares que he conocido o
conozco bien. Por ejemplo, la localización de Infamia, Merlo, es uno de
los sitios donde yo me crié, ese bosque verde, esa niebla, ese monte, ese clima
que parece que se respira y se te acaba metiendo dentro… O los institutos que
describo en mis novelas juveniles, pues son mis institutos. También ese embalse
que describo, con ese bosque que lo rodea, en Golpes de Luz, en esas
escenas infantiles de Sebas y sus amigos, es un entorno que yo conozco muy bien.
¿Y por qué lo hago así? Bueno, creo que es más honesto, desde mi punto de
vista, escribir sobre aquello que yo manejo. Para mí, es más creíble escribir desde
un lugar que yo conozco bien.
Sin duda, es cierto
que tengo novelas, como La balada de los unicornios, donde describo un
Londres completamente distópico, pero eso es también como una deformación de la
realidad. Sin embargo, me siento más cómoda cuando esa ubicación yo la domino y
la conozco. Luego la lleno de fantasía, de cosas que no existen. Me gusta crear
mundos, me encanta crear universos que son una mezcla de todas estas cosas que
acabas de comentar.
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Fotograma extraído de: https://laslecturasdeguillermo.wordpress.com/2019/12/05/infamia-de-ledicia-costas/ |
Alex
(Correveidile): Golpes de Luz es un libro en el que los personajes van contando
la historia bajo sus puntos de vista... ¿y qué más se encuentra el lector?
LEDICIA: La verdad es que fue todo un reto
construirla así. Al final, es una novela donde la cámara se va alternando en
tres voces, además, tan apartadas generacionalmente hablando, porque estamos
hablando de una mujer de 80 años, un niño de 10 y una mujer alrededor de los 40.
Entonces, claro, las voces tenían que ser radicalmente distintas, porque no es
lo mismo una mujer casi sin estudios de 80 años, que un niño de 10 o que una
mujer de 40 con formación universitaria.
Yo quería construir
una novela coral con dos voces que no suelen estar muy presentes en novelas
para el público adulto, que son la de las personas que tienen ya una edad
avanzada y una edad infantil, y me pareció muy importante representarlas. Entonces, a veces pensaba y me decía: “Esto es el más difícil todavía”. Hay que hacer una
novela coral, pero en la que tiene que haber una voz infantil y, además, tiene
que haber también una voz de una abuela… y esa voz de la abuela se tiene que
desdoblar en dos, porque ella escucha la voz de su madre, y no se sabe si ella
está a caballo entre la demencia o si la imagina, o si la escucha de verdad, o si
miente…
Entonces, eran todos
retos, retos, retos y el esfuerzo para escribirla, lo confieso, fue brutal y
hubo momentos de muchas dudas, de muchas inseguridades, algo que yo creo que también
es importante verbalizar. Escribir una novela es como un viaje en el que a
veces estás arriba y te dices: “Me siento segura con lo que estoy escribiendo”,
pero al día siguiente lees lo que has escrito el día anterior y te dices: “Dios
mío, esto no se sostiene, tengo que reescribirlo de nuevo”. Entonces tienes que
luchar contigo misma, es decir, a veces hay que frenar porque está bien la
autocrítica, pero poniendo unos límites, como la coherencia. Sin embargo, al final, viendo el resultado, todo esto merece la pena, la verdad es que
sí, aunque el esfuerzo sea tan importante.
Alex
(Correveidile): Siguiendo por este camino, ¿qué es lo mejor y lo peor de tu
vida literaria?
LEDICIA: Primero, yo creo que soy una
afortunada, hablo desde ese punto de partida. ¿Por qué? Porque he convertido
aquello que más gusta hacer, que es construir historias, en mi profesión. Yo
vivo en exclusiva de la Literatura y, en ese sentido, creo que tengo un
privilegio, pero es un privilegio fruto del esfuerzo y de tomar una decisión
arriesgada, que fue dejar mi carrera como abogada, en el bufete donde yo trabajaba,
para dedicarme en exclusiva a la creación literaria. Y lo mejor es eso, que le
dedico muchísimo tiempo a aquello que más me gusta hacer. Y admiro mucho a los
escritores y escritoras que tienen otra profesión y, en los ratos libres,
consiguen encontrar tiempo para escribir, me parece dificilísimo conseguir armar
una novela robándole horas al tiempo libre, eso yo no tengo que hacer.
¿Y qué es lo peor? Lo
peor es que viajo mucho, para bien y para mal. A veces es muy agotador, paso
muchos momentos sola en hoteles y, en ocasiones, eso se hace un poco duro
cuando llevas muchas semanas fuera de casa. Por ejemplo, ahora acabo de llegar
a mi casa después de tres semanas en Andalucía y echaba de menos mi casa, a mi
familia y me decía: “Ay, no me puedo ir tanto porque no lo paso bien”. Cuando ya
llevo así un tiempo fuera de casa me digo: “Tengo que volver, tengo que volver…”.
Pero esto sucede durante 5 o 6 meses al año, que son muy intensos, con muchos
viajes, luego el resto del tiempo, lo uso casi todo para escribir.
A veces uso la
metáfora de que soy como una ardilla. En aquellos momentos que puedo escribir,
acumulo, acumulo, acumulo, como las ardillas con las bellotas y con la comida,
que la van acumulando para tener luego en el invierno todo preparado, pues mi
vida literaria es un poco eso. Y luego están las experiencias con el público
infantil, que son una pasada. El público infantil es el mejor público que
existe: el más espontáneo, el más fiel, el más cariñoso, más entregado. Y me
emociona, especialmente, cuando se me acerca a lo mejor una alumna ya que está
entrando en la universidad y me dice que empezó a leer mis libros cuando aún
era una niña, que el primer libro que leyó y le gustó fue Escarlatina y
mira, me viene ahora con Golpes de Luz. Entonces, al final, tienes la
sensación de que eres como una compañera de vida, gracias a tus libros, y eso me
parece muy bonito, me da mucha paz.
Alex
(Correveidile): ¿Qué es el éxito para ti?, ¿te parece que el éxito es un arma de
doble filo?
LEDICIA: No digo que sea un arma de doble filo.
Para mí el éxito es poder vivir de aquello que te entusiasma, de aquello que te
apasiona, eso para mí es el éxito. Claro, eso significa tener un público, por
supuesto, un público que te lee, porque si no vendes libros no puedes vivir de la
Literatura, y el éxito para mí es poder vivir de la Literatura, pero no lo veo
como un arma de doble filo.
Si bien es cierto,
que me veo obligada a que mi producción sea muy intensa, porque cuando vives de
esto tienes que ir alimentando el sistema siempre. El propio sistema, tal y
como funciona, te lo exige, así que es cierto que es muy perverso en ese
sentido. En el sentido de que unas novedades se comen a otras. A veces, tengo
la sensación de que un libro que lleva dos meses y medio en una librería, ya se
ha quedado viejo, ya ha caducado, y eso es terrible porque los libros no
caducan.
Lo bueno de un libro
es que siempre espera por ti, que no hay ninguna prisa, pero parece que tal y como
está montado el sistema, desde hace unos años, estás obligada a consumir lo
ultimísimo que ha salido, y aquello que ya tiene tres meses, pues como que ya
ha pasado, ya nadie habla de eso. ¡Ya vamos a lo siguiente! Y las editoriales
ya están anunciando las novedades que van a sacar en un mes y… se crea esa
expectativa que tú quieres lo nuevo, lo nuevo, lo nuevo. Y eso te obliga a ti,
como autora, a lo nuevo, lo nuevo, lo nuevo… Pero no… ¡Para! No podemos
volvernos locos con eso, creo que hay que tener un poco de cabeza e
inteligencia para conseguir gestionar esto.
Lo bueno de los
libros infantiles y juveniles es que tienen una vida más larga. “Este mensaje
se autodestruirá en 5 segundos…” Como se leía en los dibujos animados.
Pues
aquí lo mismo, este libro se autodestruirá en 2 meses. ¡No! Por fortuna, los
libros infantiles y juveniles, sobre todo los que entran en los circuitos
escolares, en colegios, en institutos, viven décadas, ¡décadas! Mi primera
novela, que ya comenté que salió en el año 2000, y por lo tanto tiene 23 años,
se sigue reimprimiendo año tras año. Eso a mí me reconforta y me ayuda también a
no perder la cabeza, a no tener tanta prisa… O sea, tengo que producir, tengo
que escribir, es una obligación, pero también un placer. ¡Me gusta mucho
hacerlo, me gusta…!
¿Qué cambiaría yo? Pues
tener más tiempo para escribir. Y tal vez parezca increíble lo que acabo de
decir porque, a ver, solo me dedico a escribir, pero vivo superada por la vida,
por la promoción, por acompañar mis obras… Y llevo una vida muy desordenada; a
veces, soy muy despistada, más de la cuenta, porque siempre estoy sobrepasada
con viajes. Ahora estoy aquí y tengo que entregar esto, no llego…, me lo tienen
que pedir tres veces. Y he tenido que aprender a convivir con eso… (bueno,
estoy contando cosas aquí que para mí son muy importantes). A mí me gustaba
entregar las cosas antes de que expirase el plazo, ahora siempre voy encima de…
Y me gusta complacer a todo el mundo y, a veces, es muy difícil. Pero también
he descubierto que no pasa nada, que la gente es comprensiva, que no pasa nada
y que, si en vez de entregar eso ayer lo entrego mañana, tampoco pasa nada, el
mundo va a seguir girando… así que, ¡calma!
Le comentamos
que es muy importante esta reflexión en voz alta, sobre todo, en estos momentos
de vida loca, frenética...
LEDICIA: ¡Muy loca! Y yo hablo como
escritora, pero creo que nos come en todas las profesiones; es un ritmo que hay
que decirse, bueno vamos a ver, la vida se va en tres minutos… ¡Calma, tranquilidad…!
Vamos a disfrutar de esto; sino no tiene ningún sentido, creo que eso es muy
importante.
Alex
(Correveidile): Ledicia, también eres una gran lectora. Desde esa perspectiva, ¿cómo
crees que se puede estimular más la lectura?
LEDICIA: Esa es la gran pregunta. Yo tengo la
sensación de que muchas veces culpabilizamos y responsabilizamos a los jóvenes
y a los adolescentes. Se dice: “Es que los adolescentes no leen”. Y yo pienso: “¡Caramba!,
¿Y las personas adultas leen?” Para mí, las mejores experiencias y las que dan
mejores frutos son los clubes de lectura. A través de los clubes de lectura se
fideliza, se crea una red impresionante de personas que van sumando, creciendo
y donde encuentran un lugar feliz, en el que pueden compartir, hacer algo en
grupo y esto es muy bonito.
En este sentido, yo
tengo mucha suerte porque en Galicia tenemos una Red de bibliotecas escolares
que van asociadas a clubes de lectura y se va creando eso desde la infancia.
Entonces, yo creo que, si conseguimos acompañar a los niños y niñas en la
lectura, hacer el tour por las bibliotecas, llevarlos a una biblio para que
escojan aquel libro que quieren leer y que se lo lleven a su casa, van
creciendo y hacemos lectura, así, en compañía. Al final, esto se invierte,
primero empiezas leyéndole tú y luego acaba leyéndote él. Después, ese
acompañamiento en las escuelas, clubes de lectura -también en la etapa de
secundaria-, que los hay y funcionan de maravilla.
Luego, los adultos
también a través de los clubes de lectura. Creo que esas redes que se crean son
extraordinarias y que funcionan de verdad. Yo lo veo, como escritora, he ido a
clubes de lectura donde igual participaban sesenta, setenta personas y que el
interés común que tenían era leer un libro, compartirlo, comentarlo y luego,
aún encima, lo visibilizaban y con eso nos ayudan a nosotros. Esta red de colaboración
que se crea, creo que nos ayuda a todos.
Alex
(Correveidile): Ledicia, permíteme arrastrarte un poco hacia la actualidad de
Brasil. Te pongo en antecedentes: Hubo recientemente una discusión en las redes
sociales brasileñas, sobre que no debería ser más obligatoria la lectura de los
libros clásicos de Literatura, por ser aburridos, y sí incluir libros
contemporáneos o autores que los adolescentes quisieran leer. Como escritora, ¿qué
opinión te merece esto?
LEDICIA: Me parece que hay libros clásicos que son
imprescindibles, extraordinarios. Hablar en esos términos generales, tan
rotundos, como que la Literatura clásica es aburrida, me parece una osadía, me
parece una absoluta osadía. Además, primero, no todos los libros van a gustarle
a todo el mundo, quiero decir, puedes poner una obra contemporánea a un grupo
de adolescentes y puede que le guste al 40% o al 70%, o sea, es imposible que
les guste al 100%. Lo mismo pasa con una obra clásica, creo que primero no se
puede hablar en esos términos generales y creo que hay que ofrecer de todo.
Yo soy partidaria de
las listas abiertas, es decir, tú ofreces una lista con una serie de títulos:
5, 8, 10, 15 títulos, y entre esos títulos tiene que haber obras diversas, para
todo tipo de público; puede haber obras clásicas, contemporáneas, novela negra,
thriller,… todo tipo de libros y el alumnado puede tener esa última
palabra para escoger: pues a mí me atrae este título, con esta temática, con esta
sinopsis y estos personajes, yo quiero leer esto. Me parece lo justo. En los
centros educativos donde se lleva a cabo esta práctica, funciona muy bien, pero
creo que es una osadía hablar en esos términos generales.
Hay obras
contemporáneas extraordinarias, ¡muchísimas! , y a día de hoy se está
escribiendo una Literatura infantil y juvenil de calidad, pero eso no está
reñido con que haya obras clásicas que también sean absolutamente
extraordinarias, es que creo que hay que ser un poco prudentes en ese tipo de
afirmaciones; negar todo lo que se ha hecho, es decir, entonces lo que se está
haciendo ahora, dentro de 20 años ya no sirve, que son libros de usar y tirar, o
sea, lo que vale hoy no vale para mañana. Esto es como decir, ya no podemos
escuchar a Mozart o a Vivaldi porque es que lo clásico ya no sirve, me parece
una barbaridad hacer esa afirmación.
Alex
(Correveidile): Y ya para terminar, ¿cómo definirías tu Literatura para una
persona que nunca te ha leído?
LEDICIA: Bueno, yo diría que soy una escritora todoterreno,
versátil, cada libro es como una sorpresa; es cierto que tengo un universo
propio lleno de luces, sombras, criaturas que parece que están al acecho,… y
hay siempre una tensión, que flota, y con la que no sabes de dónde te va a
venir la próxima flecha, pero sobre todo es una Literatura donde hay un mundo
propio, un mundo rico y un mundo que no para de crecer.
Me gusta pensar que
cada libro nuevo que ofrezco es como una nueva aventura, como un nuevo reto que,
a veces, no tiene mucho que ver con el anterior, aunque está todo conectado porque,
vosotros que habéis leído Escarlatina y Golpes de Luz, es
probable que hayáis pensado: “Dios mío, ¿pero esto lo ha escrito la misma persona?”
Y al mismo tiempo es que, en el fondo, hay una conexión porque, si pienso en Román
de Escarlatina y en Sebas de Golpes de Luz, pues sí que es cierto
que el mundo infantil ahí está también presente, siendo una de ellas una novela
para público adulto, pero pasa eso con mi Literatura. Me gusta pensar que es
una Literatura singular y especial, me quedo con esos adjetivos: singular,
especial y diferente, me gusta pensar eso.
¡Gracias, Ledicia, por darnos tanto!
Alexsandro Macedo
Hasta aquí, la
entrevista completa que Ledicia Costas concedió recientemente al blog
Correveidile para que, como afirma ella, podamos a través de nuestro propio
club de lectura, del que tú lector o lectora puedes formar parte, crear una red
impresionante, que vaya sumando, nos ayude a crecer y donde las personas
encuentren un lugar feliz para compartir sus impresiones más profundas.
Así que os esperamos,
lectores curiosos, el día 30 de mayo, a las 19:00 (hora de Brasília), en
el Instituto Cervantes de São Paulo (Avda. Paulista, nº 2439. Entrada libre
hasta completar aforo), para que conozcáis a Ledicia Costas, en
conexión directa desde España.
¡Ven y participa, que no te lo cuenten!