Un médico tímido, Oswaldo Cruz debe haber sufrido con la fama que alcanzó con su trabajo. Reconocido internacionalmente, su legado hoy incontestable, enfrentó una dura batalla e incluso el odio de una ciudad. Hace 100 años, el 11 de febrero de 1917, murió en Petrópolis, ciudad del Estado de Rio de Janeiro (Brasil), víctima de fuertes crisis renales y con tan solo 44 años. Pero solo después de ser el responsable por la fundación de la investigación científica en Brasil, por la erradicación de la peste bubónica y de la fiebre amarilla en el país, así como por hacer que la Salud Pública fuese un concepto eficaz y nacional.
O. Cruz examina microscopio en el laboratorio de Manguinhos, observado por Bento Oswaldo Cruz y por Burle de Figueiredo. |
Sin embargo, solo
en 1896 fue capaz de realizar su sueño: especializarse en bacteriología en el
Instituto Pasteur de París que, en su momento, reunía los grandes nombres de la
ciencia bajo la dirección de Emile Roux, descubridor del suero de la difteria. Después
de tres años, regresó a Rio de Janeiro listo para aplicar lo que había
aprendido. Con 27 años de edad y el pelo prematuramente canoso, instaló el
primer laboratorio clínico en la ciudad.
Algunas caricaturas
mostraban a Oswaldo Cruz como un seductor barato que perseguía a las niñas, intentando
vacunarlas con motivos ulteriores. En este clima explotó la llamada “Revuelta
de la Vacuna”, apoyada por los cadetes de la Escuela Militar de Rio. Para
controlar los disturbios, el Gobierno dio marcha atrás y derogó la vacuna
obligatoria, aprobada por el Congreso en octubre de 1904. En 1906, a pesar de
la lucha, la enfermedad se considera extinguida, en su forma epidémica, pero la
viruela solamente desaparecería de Brasil oficialmente en 1971.
Meses más tarde, en
octubre de 1899, se produjo en el puerto de Santos una epidemia de peste
bubónica, una enfermedad transmitida por la picadura de las pulgas de las ratas
infectadas. En diciembre, la plaga llegó a São Paulo y en enero, a Rio de Janeiro.
Por lo tanto, era necesario fabricar en Brasil el suero y la vacuna contra la
enfermedad - importado de Europa con dificultad.
La hacienda
Manguinhos, en Rio de Janeiro, fue el sitio elegido para instalar el llamado Instituto Nacional Soroterápico. Oswaldo
Cruz fue nombrado director técnico. En 1900, el Instituto se abrió. En malas
condiciones y con un equipo totalmente improvisado, el suero pronto está listo
y se envía a Santos. En 1902, Oswaldo Cruz asume la dirección general de ese
Instituto.
Al año siguiente,
Oswaldo Cruz es nombrado director general de Salud Pública, cargo que actualmente
corresponde al Ministro de Salud. Así que, usando el Instituto Nacional Soroterápico como base de apoyo técnico y
científico, llevó a cabo memorables campañas de saneamiento. En pocos meses, la
incidencia de la peste bubónica disminuyó con la exterminación de ratas, cuyas
pulgas transmitían la enfermedad. En ese momento, el sureste del país también
era víctima de la viruela y la fiebre amarilla.
A pesar de las
dificultades, Oswaldo Cruz trabajó para hacer que el laboratorio fuese un
centro de investigación de calidad, diseñado para formar a especialistas en
enfermedades tropicales, o sea, lo más próximo a lo que sería la primera
escuela de Biología y Medicina Experimental de Brasil. Por lo que, ya en 1903,
se inició la construcción de un edificio de cinco pisos - estilo morisco, como
elección del propio Oswaldo. El edificio, que se puede ver todavía hoy en día en
la Avenida Brasil, en la entrada de Rio, fue inaugurado en 1910, pero desde
1908 ya era denominado “Instituto Oswaldo Cruz”.
Para combatir la
fiebre amarilla, Oswaldo Cruz enfrentó varios problemas al mismo tiempo. Gran
parte de los médicos y la población creía que la enfermedad se transmitía por
contacto con la ropa, el sudor, la sangre y las secreciones de los pacientes.
Sin embargo, Oswaldo Cruz creía en una nueva teoría: que el transmisor de la
fiebre amarilla era un mosquito. Por lo tanto, suspendió las desinfecciones,
método tradicional para combatir la enfermedad, y puso en práctica medidas de
salud con brigadas que viajaban por las casas, jardines, patios y calles, para
eliminar las plagas de insectos.
Su actuación
provocó una violenta reacción popular. En la lucha contra la fiebre amarilla
implementó medidas de salud a partir de solo 85 hombres, el famoso equipo “matamosquitos”,
que llevaba un emblema de una cruz en sus gorras. Ellos recorrieron patios, jardines,
áticos y sótanos aplicando insecticida. Lacraban tanques de agua, arrojaron
petróleo en charcos de agua y se llevaron pacientes a los hospitales de
aislamiento. Fue una verdadera revolución en una ciudad todavía provincial. Oswaldo
Cruz finalmente ganó la batalla y, en 1907, la fiebre amarilla se erradicó en
Río de Janeiro.
La viruela, a
diferencia de la fiebre amarilla, entraba en el país a través de los
inmigrantes extranjeros. La vacuna ya era obligatoria en varios países
europeos. Y la campaña contra la viruela - una enfermedad causada por un virus
que se manifiesta especialmente en invierno - era aún más difícil que la lucha
contra la fiebre amarilla. Se explica entonces que el único remedio fuese la vacunación
obligatoria – sin embargo, contra ella se levantaron los positivistas, la
prensa y el público.
A medida que el
Congreso debatía la obligatoriedad o no de la vacuna (descubierta por el médico
Inglés Edward Jenner (1749-1823), no menos de 108 años antes) eran crecientes
los casos de viruela en la mayor y más importante ciudad brasileña en aquel
momento (Rio de Janeiro): en la segunda mitad de 1904, la enfermedad mataba una
media de 130 personas por semana.
En mayo de 1904,
Oswaldo Cruz había determinado que los trabajadores de la salud comenzasen a
vacunar a la población. Una campaña popular contra la vacunación planteó varios
conflictos con detenciones, lesiones y muertes. Las creencias usadas como
argumentos en contra de la vacuna fueron muchas: se dijo que el medicamento no
funcionaba e incluso que transmitía la sífilis y la tuberculosis. Apelaban
también a la moral y las buenas costumbres: en un tiempo en el cual las mujeres
ni siquiera mostraban los tobillos, con sus vestidos largos y faldas por debajo
de las rodillas, ¿dónde se ha visto vacunar a señoras y chicas jóvenes en las
piernas?
Caricatura de Vasco Lima, 1904 |
Su trabajo y su
obra de saneamiento público fueron reconocidos internacionalmente en 1907,
cuando Oswaldo Cruz recibió la Medalla de Oro de la Exposición Internacional de
Higiene en Berlín. A pesar del miedo y de la ignorancia de la población, en
1908 una nueva epidemia de viruela tomó el país. Pero, esa vez, la población
buscó los puestos de vacunación de manera espontánea y, por lo tanto, Brasil
finalmente reconoció el valor del sanitarista.
En 1909 dejó la
Salud Pública y comenzó a dedicarse al Instituto, lanzando grandes expediciones
científicas dentro de su propio país, erradicando la fiebre amarilla en Pará y
realizando campañas de saneamiento en el Amazonas. Aunque con serios problemas
de salud como resultado de graves daños renales, en 1910 pasó ochenta días en
el Amazonas, para tratar de reducir los casos de malaria, transmitida por la picadura
de un mosquito, que diezmaron a los trabajadores de la construcción del
ferrocarril Madeira-Mamoré. Luego se fue a Belén para combatir la fiebre
amarilla – aunque esta vez con el apoyo de la población.
En 1911 en Dresden,
Alemania, la Exposición Internacional de Higiene le confirió un grado honorario
al Instituto Oswaldo Cruz. En 1912, después de asistir a una conferencia en
México, Oswaldo Cruz fue elegido miembro de la Academia Brasileña de Letras,
para ocupar la silla nº 5.
En 1915, por razones
de salud, dejó la dirección del Instituto Oswaldo Cruz y se trasladó a
Petrópolis. Un año después fue elegido alcalde de esa ciudad y había ideado un
gran plan de urbanización, que no pudo ver construido. En ese mismo año ayudó a
fundar la Academia Brasileña de Ciencias. Como consecuencia de una fuerte
crisis renal, murió después de completar tan solo un año de mandato como
alcalde, en 1917.
De la semilla
plantada por Cruz se levantó una institución de investigación científica
duradera. En las nueve unidades de la Fundación que llevan su nombre, en la
actualidad más de 300 investigadores tratan de aumentar el conocimiento de las
enfermedades infecciosas y parasitarias que afectan a la población. Hay vacunas
producidas contra el sarampión, la fiebre amarilla, la meningitis (tipo A y C),
el cólera, la fiebre tifoidea y la polio. También allí se realizaba el control de
calidad de medicamentos y alimentos. La Fundación, conocida como la Fiocruz, también
operaba un hospital especializado en enfermedades infecciosas. Al igual que
todas las instituciones de investigación en Brasil, que dependen del Gobierno,
la Fundación Fiocruz pasaba, de vez en cuando, por períodos de escasez.
Pero nada
comparable al período conocido como “Massacre de Manguinhos”, es decir, la
persecución que sufrieron sus científicos durante el gobierno militar Medici
(1969-1974). Muchos fueron despojados de sus derechos políticos, perdieron sus
puestos de trabajo y se vieron obligados a abandonar el país. Tan solo a
finales de los años 80 se recuperaron las condiciones de trabajo de antes.
Desde el descubrimiento del Trypanosoma
cruzi por Carlos Chagas (bautizado así en homenaje a Oswaldo Cruz), en
1909, pasando por la cura de la leishmaniasis
(enfermedad infecciosa causada por parásitos), en 1913, y llegando hasta la
fabricación de kits para el diagnóstico del SIDA, en 1987, Manguinhos recoge
una larga lista de los logros de la dedicación de su fundador.
Después de su
muerte fue honrado en la capital de São Paulo (Brasil), con la Plaza Oswaldo
Cruz, al comienzo de la Avenida Paulista. Asimismo, una ciudad situada en el
Estado de São Paulo también tiene su nombre. En la ciudad de Rio de Janeiro,
una estación de tren, una avenida, un barrio y varias escuelas llevan el nombre
de Oswaldo Cruz, más allá del citado Instituto
Soroterápico (ahora Fundación Fiocruz), que él mismo creó.
En 1913 se fundó el
“Centro Académico de Oswaldo Cruz”, órgano de representación de los estudiantes
de medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP).
Años más tarde, en 1936, el higienista tendría acuñada su efigie en la moneda
brasileña de 400 réis y, en 1986, sería impresa en los billetes de CZ $ 50.00
(cincuenta cruzados). Ya en 1983, la Marina brasileña lo distinguiría dando su
nombre al buque-hospital “NAsH Oswaldo Cruz (U-18)”, que opera hasta hoy en los
ríos de la Amazonia de la ciudad de Manaus.
Nervioso, ansioso,
impaciente e hipertenso, Oswaldo Cruz probablemente se indignaría, una vez más,
al saber que a lo largo de este siglo a menudo fueron pocos los que se hicieron
cargo de la Salud Pública en Brasil con la misma garra que él o que siguen
faltando las inversiones en salud pública y social en el país y que vivimos –
de nuevo – una batalla nacional contra un mosquito (actualmente la lucha es contra
el Aedes aegypti).
Mariana B
Bloguera biográfica
Bibliografía:
Adaptado de varias
fuentes
Una biografía muy interesante. No conocía la labor de este médico que, sin duda, ha sido importantísima no solo para Brasil sino para el mundo entero. Merecido reconocimiento con tu post, Mariana.
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