Con un apodo tan improbable cuanto fuera posible,
José Miguel Monzón Navarro es uno de los principales humoristas españoles en la
actualidad, responsable por satirizar, de modo ácido, a los políticos de
España, sobre todo a los más conservadores.
El humorista y presentador del programa “El
Intermedio”, emitido en La Sexta, nació en Madrid en 1955 y dice que tuvo una
infancia feliz, pues, a pesar de haber sufrido en las aulas, vivió en “la mejor
época de la Historia de la Humanidad”.
De esa época, que en gran parte vivió en Cuenca,
recuerda con gran cariño a su padre, un excombatiente del bando franquista y
simpatizante del grupo católico Opus Dei, de quien heredó su compulsión a la
hora de hablar.
Según él, solo se enteró de que vivía en una
dictadura con diecisiete años, sin saber lo que pasaba en el resto del mundo
hasta que salió de España, para conocer otros países como Holanda, donde perdió
su virginidad.
Mientras tanto, ingresó en la Facultad de Medicina,
en la cual entraba bajo una hilera de policías armados, que “eran como parte
del paisaje, porque estaban en todas partes”.
Entonces paso a tocar en bares, bodas, bautizos y
comuniones, donde afirma que ganó su apodo, “Wyoming”, por su gusto por los Beatles y el Rock and roll. El “Gran” lo añadió después, “porque necesitaba
reconocer mis propios méritos”. O, quizá, no haya sido así, ya que, en cada
ocasión, se inventa una nueva historia.
Fue tras el servicio militar obligatorio, con sus
treinta años, cuando decidió dedicarse al espectáculo, pasando a trabajar como
músico, humorista, actor, escritor y presentador de televisión, hasta que, por
fin, se convirtió en el presentador del programa de televisión “El Intermedio”,
en 2006, donde, por las noches, hace un repaso de la actualidad, usando siempre
su famoso bordón, “Ya conocen las
noticias, ahora les contaremos la verdad”.
Tras más de mil quinientas emisiones del programa,
con muchos premios y una media de dos millones de espectadores, figura como
socio en cuatro empresas y ha acumulado un patrimonio impresionante, incluso de
viviendas (solo en Madrid, son dieciséis casas), lo que le permitiría vivir sin
trabajar durante años. “Pertenezco a la última generación de ricos españoles.
Estamos en peligro de extinción” dice el humorista sobre su situación
financiera, al mismo tiempo que condena la de España.
Ahora famoso y reconocido en toda España, se agobia
con las fotos, clasificando los móviles como las pistolas de nuestro tiempo.
Con su humor característico, define así su relación con las cámaras: “Si solo
me quedara un minuto de vida, y yo le suplicara algo de piedad a la persona que
me pide una foto para poder vivir en paz mis últimos momentos, estoy convencido
de que me la negaría”.
A pesar de los contratiempos, el humorista promete
seguir enfrentando con mucha alegría sus nuevos desafíos, por el inmenso apoyo
afectivo que demuestra el público, estando encantado por formar parte de la Historia
de la televisión actual.
Felipe Peres
Bibliografía consultada:
La verdad es que admiro y me fascina la capacidad que tiene el Gran Wyoming de ponerse, día tras día ante las cámaras de televisión para, con su humor ácido e inteligente, contar la actualidad desde un prisma distinto. Gracias, Felipe, excelente post que nos aproxima a este camaleónico personaje.
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