Con motivo del día
dedicado a las mujeres en el Blog Correveidile, y gracias a una idea que me
surgió leyendo el post de La Duquesa del día 8 de marzo de 2016, quiero
presentar este cortometraje titulado: "El orden de las cosas" (2010), nominado al Goya Mejor Cortometraje de
Ficción en 2011. Está dirigido por César Esteban Alenda y José Esteban
Alenda y protagonizada por una expresiva Manuela
Vellés, acompañada por Mariano Venancio, Javier Gutiérrez y Biel Durán.
Desde mi punto de vista, se
trata de una breve obra que invita a una reflexión sobre el traspaso de las creencias y el
peso con el que las cosas más simples, en ocasiones, se cargan; pero no solo
eso, eso es lo que se percibe desde el primer instante. Sin duda, creo hay que
ver el corto, os invito a que lo hagáis, y luego empezar a profundizar...
La incisiva frase que da título al
corto, "El orden de las cosas", para mí hace referencia al momento de
mayor intensidad verbal de este corto, que además viene marcado por un papel de
silenciosa serenidad por parte de la
mujer-madre. Desde el inicio, se representa un típico caso de violencia de
género... dos figuras que van demarcando sus papeles: el maltratador y el
maltratado (en este caso concreto y específico están marcados por el género, pero que podría ser
indistinto este orden).
Y si ya destacaba la verbalización del
título en el guion, me interesa extraer de él dos frases que me han impactado:
"Ella no te quiere Marcos, si te quisiera de verdad no te haría sufrir tanto" (en este caso,
emitida por una mujer) o "Pórtate como un hombre" (proferida por otro
hombre). Son frases con una fuerte carga de provocación, que para mí incitan a
mantener esa "violencia velada" que se muestra en el relato. Estas frases son
las que conducen a la violencia sugerida entre los protagonistas
(se cierra por primera vez
la puerta del baño) y las que también expresan el sentir de la familia. Y a propósito de
la familia también se debe comentar algo, puesto que el corto invita a que así
se haga, poniéndola ahora en primer plano. Creo que el rol de esta se caracteriza
como el eslabón cómplice, que tan solo está preocupada por mantener ese férreo
y rígido orden de las cosas preestablecido, algo que lo justifica todo. El
mantenimiento a toda costa de ciertas tradiciones, en ocasiones, puede ser mucho
más peligroso...
En la ficción, hay dos elementos que me
han llamado mucho la atención: primero, el
paso del tiempo marcado por el agua, este reloj líquido que va marcando el
paso del tiempo me parece brillante. En segundo lugar un elemento que va aparejado
al primero, es decir, si el agua constituye un reloj casi natural e imperceptible, el no-paso del tiempo en la vida de la
protagonista, que se mantiene siempre en el agua, funciona como un elemento casi antitético. Ella no envejece ni se inmuta, como una vida sin
vida, mientras que el hijo crece o el marido envejece, por ejemplo. La mujer no
evoluciona porque no hay cambio posible, sobre todo cuando se afirma y se cree que "las
cosas han sido así siempre".
Sobre los objetos que tienen un papel
principal, percibo el cinto como ese elemento de supuesto "control"
(simboliza el miedo), pero cuyo rol es el de una perenne ausencia y al que
se apela continuamente como eje que vertebra la trama. El agua conforma, a su
vez, el componente "apaciguador" porque es testigo del amor inicial
(en el agua ella recibe el anillo del marido joven, con la inscripción "te
cuidaré siempre"; pero también en el agua se oculta el dolor y se camuflan
las lágrimas, puesto que se lavan las heridas, la sangre... y el agua acaba inundándolo todo hasta acallar las vidas de todos). Sin embargo, constituye la única
(parece) transición (posible), bajo el agua y con la frase marco: "Llevamos toda la
vida esperando para ser felices"; se queda todo lo doloroso ahogado en una
lucha física por el cinto que, al fin, aparece. El cinto se queda con su amo bajo el agua, como todo lo demás: el avión roto -como la familia rota-, el anillo de compromiso con la promesa rota y una singular despedida (Julia coloca su mano sobre la de Marcos antes de iniciar el ascenso).
En la superficie se reinicia la vida, mediada gracias al elemento líquido, simbolismo de ese otro líquido (el del seno
materno) generador de la vida primaria y, si se reinicia la vida, se puede
"volver a nacer para volver a empezar". El caminar por la arena
constituye los nuevos primeros pasos de otra vida posible o probable,
de una segunda oportunidad. Y al final, solo quedan las bañeras (refugio rudimentario de vidas) y los cintos
abandonados (testigos del sufrimiento) en la orilla... rastros finales de algo que muestra que no existe un orden para las cosas, sino
una vida que se construye y deconstruye día a día.
Este trabajo está dedicado a todas las
personas, hombres y mujeres, que viven en una bañera, para que perciban que siempre es posible NADAR...
Corolario: Este vídeo tal vez te ayude a reflexionar un poco más...
*Goya*
Bloguera cinematográfica
Me gusta el último enlace que deja abierta la puerta a otras dimensiones de la violencia. Para comprender y superar una fase de la violencia siempre hay que dar un paso (o varios) atrás y ver las cosas con perspectiva en un ciclo de acción-reacción.
ResponderEliminarUxio
El último vídeo me sorprendió! Nunca había visto nada en este sentido. Enhorabuena Goya por el enfoque dado en el texto.
ResponderEliminarInteresante!!
ResponderEliminarLos vídeos nos invitan a una reflexión profunda acerca de la violencia doméstica.
Es común pensar que este tipo de violencia solo pasa a las mujeres, ya que está relacionada a una orden desigual de género, que privilegia el hombre en detrimiento de las mujeres. Con todo el segundo vídeo muestra que la violencia doméstica contra los hombres también es una realidad y que el porcentaje es alto. Eso me sorprendió!!!
Felicitaciones Goya!!!