domingo, 13 de marzo de 2016

Movimientos migratorios: El dinámico panorama actual e histórico de Brasil

Por Érika Fernandes y Tiara Vaz

Johnny Lázaro Desbrunes llegó a Brasil el 5 de mayo de 2013. Venido de Haití, ya había vivido en muchos países de Europa, América del Sur y Caribe antes de bajarse del avión en Manaus, Amazonas. Para él, Brasil fue el país más acogedor donde ya ha estado.

Johnny y su mujer salen de turismo por São Paulo, Brasil.
Ellos hablan siete idiomas. / Foto: archivo personal
Hoy Johnny, que tiene formación en Hotelería y Turismo y Administración, estudia Ingeniería de Producción, mientras trabaja como montador en una industria de accesorios automovilísticos. Él vive con su mujer, también haitiana, en la pequeña ciudad de Flores da Cunha, ubicada en el interior de Rio Grande do Sul.

La historia de Johnny se suma a la de otros 45 mil haitianos que han llegado al territorio brasileño en los últimos cinco años. No obstante, no todos tienen la misma suerte o consiguen construir una trayectoria tan optimista cuanto la suya.

Pensando en eso, la periodista Isadora Andrade fue hasta el pueblo insular donde vive Johnny para hablar con los nuevos inmigrantes de allí -Flores da Cunha tiene una considerable comunidad de haitianos.

Isadora notó que, además de la cuestión de que muchos haitianos no hablan el portugués, había una larga distancia entre la población local y los nuevos habitantes, incluso marcada por desconfianzas y prejuicios.

“Me llamó la atención que la gran mayoría de los residentes locales descienden de inmigrantes italianos que llegaron a Brasil más o menos con la misma intención que los haitianos”, afirma la periodista. Para ella, eso sería un hecho motivador para que ellos fueran recibidos con más empatía.

Impelida a aproximar los dos mundos, Isadora ha empezado un proyecto de entrevistas con los inmigrantes haitianos y los hijos y nietos de los inmigrantes italianos. Ellos contestan a las mismas preguntas. El resultado de este trabajo saldrá en vídeo en 2016.

La periodista Isadora Andrade entrevista a una descendiente de italianos en la ciudad de Flores da Cunha. / Foto: Henrique Finger
La comunidad haitiana formada por 'Adventistas del Séptimo Día' realiza culto en una iglesia evangélica de Flores da Cunha, que presta sus estructura para que los inmigrantes celebren sus rituales religiosos. / Foto: archivo personal 

Debido al terremoto de Haití en 2000, que dejó más de 316 mil muertos y 1,5 millones de personas sin hogar, los haitianos han sido encuadrados por el gobierno de Brasil como inmigrantes ambientales. Al lado de este nuevo contingente de extranjeros, se han aportado más de 21 mil refugiados políticos, de los cuales 8 500 ya están legalizados en el país, mientras que los 12 500 restantes esperan por la evaluación del proceso que les permitirá que se queden definitivamente en suelo brasileño.

Según el Instituto de Reintegração do Refugiado (ADUS), una ONG que actúa en São Paulo, el número de refugiados ha crecido un mil por ciento en los últimos cinco años. El montante más numeroso de refugiados viene de Siria, seguido de Angola, República Democrática del Congo y Colombia, siendo que estos últimos huyen a causa de persecuciones políticas de las FARC.

“En general, los refugiados están muy agradecidos por estar aquí, por más dificultades que encuentren en buscar trabajo o un piso. Son casos de vida o muerte: muchos de ellos estarían en serio peligro en su país”, afirma la facilitadora social de ADUS Thanee Degasperi.

Ella cuenta que ya atendió, por ejemplo, a un refugiado congoleño que había sido puesto en un paredón para ser ametrallado junto a otros opositores del gobierno local, siendo echado luego a una fosa común. “Suele llevar algún tiempo hasta que ellos nos cuentan sus historias. Les duele, yo veo mucha tristeza en sus ojos. Percibo que sienten miedo y no saben en quien confiar. Sin embargo, hay también esperanza. La gran mayoría quiere volver a su país de origen”, cuenta Thanee.

Las historias son muchas: desde jugadores de fútbol de la selección nacional de su país, que ahora duermen en el piso de una iglesia en el barrio de Brás (en São Paulo), hasta un juez federal de Siria que ahora comanda un "food truck” de comidas típicas árabes y pudo traer a toda su familia para Brasil.

“La gran mayoría de los refugiados tienen calificaciones laborales en su país natal. Muchos hicieron Máster en Europa o tienen dos o más formaciones académicas. Generalmente, quien sale de su país es porque tuvo más condiciones de hacerlo...”, explica la facilitadora de ADUS.

Thainee resalta que, sin embargo, aun así es difícil encontrar puestos de trabajo debido a la burocracia, al idioma y, sobre todo, a la desconfianza de los que contratan. Algunos refugiados pueden caer en contextos de explotación, como los trabajos en condiciones análogas a la esclavitud.

Además de los refugiados, el número de inmigrantes en Brasil se ha duplicado en la última década. En el mercado formal, de 2011 a 2013, hubo un aumento del 50% de trabajadores extranjeros. La crisis mundial y el crecimiento de la economía de Brasil son dos de los puntos motivadores de este fenómeno cíclico que forma parte del constructo de la identidad brasileña.

Brasil siempre ha sido una nación sumamente mestiza.

Resulta difícil definir una raíz única y común en la cultura brasileña, puesto que sus elementos están compuestos de una mezcla de tradiciones de diversos pueblos que, en varios momentos históricos, vinieron al país. De hecho, según el Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE), Brasil fue influenciado, principalmente, por inmigrantes portugueses, africanos, españoles, judíos, alemanes, italianos, árabes y japoneses en los últimos 500 años. Por consiguiente, la población brasileña no posee un rasgo físico característico, ni las mismas costumbres, ni tan siquiera las mismas creencias.

Además de su tamaño colosal, lo que sería suficiente para producir una sociedad heterogénea, el crecimiento poblacional de Brasil se desarrolló en función de la mano de obra que era utilizada en las actividades económicas predominantes en cada época. Primeramente, durante los siglos XVI y XVII, cuando la economía local estaba basada en el ciclo de la caña de azúcar, los esclavos negros fueron traídos de África para sustituir a los indios nativos en casi todas las actividades económicas. Esta situación perdurará durante los siguientes trescientos años.

Al mismo tiempo, un 20% de la población local estaba compuesta por portugueses forzados al destierro, a fin de poblar la Colonia portuguesa y generar ganancias para el Reino Ibérico, además de los nuevos cristianos y gitanos huidos de Portugal debido a la Inquisición Católica.
A continuación, los portugueses intensificaron su inmigración en los siglos XVIII y XIX, a causa del Ciclo de Oro, en razón del bajo nivel de inversión que era necesario para explotar los minerales en suelo brasileño y, más aún, de la posibilidad de enriquecerse fácilmente, unido al traslado de la Corte de Portugal a Brasil, lo que ocasionó la emigración de la elite económica y social de la metrópoli.

Más tarde, a fines del siglo XX, el Gobierno de Brasil financió la emigración italiana y alemana para sustituir la antigua masa trabajadora, como consecuencia de la abolición de la esclavitud -. En la época, eso fue una salida para los italianos que sufrían con el problema causado por las luchas de reunificación de aquel país. También había la necesidad de poblar la gran extensión del recién delimitado territorio brasileño, principalmente en el Sur, amenazado continuamente por invasiones hispánicas de Uruguay y Argentina.

El gráfico muestra los picos migratorios de los siglos XVIII y XIX en Brasil
A pesar de la cantidad expresiva de italianos en ese momento, otros países igualmente participaron de este proceso migratorio, cuyos principales factores fueron, a saber: los conflictos geopolíticos en Europa, como las guerras mundiales, civiles o separatistas; la Revolución Industrial y la mecanización de las actividades del campo, lo que producía un excedente de mano de obra; el empobrecimiento de pequeños propietarios rurales; y, finalmente, las persecuciones religiosas. En efecto, Brasil recibió durante el siglo pasado emigrantes de Alemania, Líbano, Polonia, Japón, España, Corea, China, etc. en la búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo y, también, aquellos huidos tanto de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, el desarrollo económico del país debido a la urbanización e industrialización de las grandes ciudades y el endurecimiento de los regímenes dictatoriales, especialmente en Sudamérica y en la Península Ibérica, motivaron el proceso migratorio de naciones vecinas, así como los movimientos migratorios internos de Brasil.

En conclusión, puesto que Brasil posee una raíz cultural y poblacional influenciada por los más distintos países del mundo, la mayoría de los inmigrantes se sienten bien aquí, aunque enfrenten obstáculos como la lengua o encontrar medios de subsistencia. Por otro lado, el proceso de formalización y acogida legal de los inmigrantes aún no logró atender la demanda creciente de personas, llevando esto a una marginalización de extranjeros por la sociedad, que teme por los impactos de la exclusión social y económica en términos del aumento de los trabajos informales y de posibles cambios en su modo de vida. Sin embargo, en un punto todos parecen estar de acuerdo: Brasil siempre ha sido un país de oportunidades.


Los brasileños en imágenes - Galería de Fotos

Una nieta de alemanes mira su plantación de verduras en Candelária, Rio Grande do Sul, julio de 2013. Su primer idioma es el Riograndenser Hunsrückisch, dialecto germánico hablado en Brasil. En 2000, se calculó que había más de 5 millones de brasileños con raíces alemanas. / Foto: archivo personal Tiara Vaz

Inmigrantes alemanes, portugueses y descendientes en el Club Rio Branco en la ciudad de Candelária, Rio Grande do Sul. Fines del siglo XIX. / Foto: archivo personal Tiara Vaz

Pareja de inmigrantes portugueses en São José do Rio Preto, São Paulo, 1887. Brasil fue colonia de Portugal hasta 1822. En variados momentos de la historia recibió una considerable cantidad de portugueses, como la ola de inmigración de las décadas de 1960 y 1970, reflejo de la dictadura de Salazar. / Foto: Wikipedia PT: Imigração Portuguesa no Brasil

Kinue Shizuno (en el centro) con unas amigas en una playa brasileña. Ellas vivían en Pereira Barreto, São Paulo. Brasil concentra el grupo más numeroso de japoneses fuera de Japón: un total de 1,5 millones de personas. / Foto: Japão 100


El senegalés Aruna, en visita a Brasil, ayuda su madre Mama, inmigrante senegalesa que vive en São Paulo, a vender tejidos y ropas típicas de su país de origen. Diciembre de 2015. / Foto: archivo personal Tiara Vaz. 

La presencia negra es fundamental en la formación de Brasil. En 1817, había 1,9 millones de esclavos africanos y ya nacidos en territorio brasileño, mientras la población total del país concentraba 3,6 millones de personas. Ellos eran secuestrados de Cabo Verde, Congo, Zimbabue, Sudán y Guinea. Muchos eran musulmanes. Los bantús eran la etnia más numerosa. Hoy las investigaciones revelan otro lado poco conocido de esa historia: los negros que tenían suerte y conseguían vivir más allá de la condición de esclavos, como esta mujer de la foto. / Foto: archivo histórico

Mujer con sus esclavos en Bahia, Brasil, en 1860. / Foto: Archivo Instituto Moreira Salles

Iván Bojko salió de Ucrania como refugiado político en la Segunda Guerra Mundial y llegó a Brasil en 1942. Solo 68 años después, a los 91, consiguió volver a su país de origen. Su historia es narrada en el filme “Iván” (Guto Pasko, Brasil, 2015). / Foto: Divulgación

La familia del refugiado Talal Al-Tinawi llegó a Brasil en 2013 huida de la guerra civil en Siria. Él, que era ingeniero mecánico en su país, ahora es cocinero en São Paulo. Brasil está entre los países que más inmigrantes han recibido de Siria desde 2011. / Foto: ADUS

Carlo Bauducco (en pie, de corbata) y los empleados de su dulcería en el barrio de Brás, en São Paulo, en la década de 1950. Natural de Turín, Italia, Carlo llegó a Brasil en 1952. Su pequeña dulcería se ha vuelto una de las compañías más conocidas de Brasil, la Casa Bauducco. Se calcula que más de 30 millones de brasileños descienden de italianos, totalizando un 15% de la población. / Foto: Tempos e Movimentos.

Niña boliviana en la feria Kantuta, en el barrio de Armenia, São Paulo, 2015. La comunidad boliviana es la quinta más numerosa de inmigrantes en Brasil. La gran mayoría trabaja en la industria textil o en el comercio informal. Muchos vienen a Brasil por tierra, atravesando la selva amazónica. / Foto: @satodobrasil

4 comentarios:

  1. Excelente trabajo, presentación brillante con una serie de documentos gráficos de extraordinaria belleza. ¡¡Enhorabuenas, chicas!!

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  2. Gracias Quijotina!
    Tenemos ganas de producir lo mejor que podemos. Además de eso, Tiara tuvo una idea excelente para el trabajo! Tengo que agradecerla por su visión y por su excelente contribución!

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  3. Magnifico texto, chicas!

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  4. Yo trabajo con ese tema ya hace muchos años
    Bien hecho

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