No aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema ni dejaré impreso, por mi parte, ni tan siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si narré en este discurso algunos éxitos del pasado, si reviví un nunca olvidado relato en esta ocasión y en este lugar, tan distinto de lo sucedido, es porque durante mi vida encontré siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me esperaba, no para endurecerse en mis palabras, sino para explicarme a mí mismo.
Encontré,
en aquella larga jornada, las dosis necesarias para la formación del poema. Allí
se produjeron las contribuciones de la tierra y del alma. Y pienso que la
poesía es una acción efímera o solemne en la que entran, en dosis medidas, la
soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad
de la propia persona, la intimidad del hombre y la revelación secreta de la
Naturaleza. Y pienso, con no menos fe, que todo se apoya –el hombre y su
sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesía– en una comunidad cada
vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre, en nosotros, la
realidad y los sueños, pues así los une y confunde.
Y digo
igualmente que no sé, tras tantos años, si aquellas lecciones que recibí al
cruzar un río vertiginoso, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al mojarme
los pies en el agua purificadora de las más elevadas regiones, digo que no sé
si aquello salía de mí mismo, para comunicarse después con muchos otros seres,
o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o tormento. No
sé si aquello lo viví o lo escribí, no sé si fueron verdad o poesía, transición
o eternidad, los versos que experimenté en aquel momento, las experiencias que
canté más tarde.
De todo
aquello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de otros
hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto:
a la comunicación de lo que somos. Y es necesario atravesar la
soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto
mágico en el que podemos bailar con hesitación o cantar con melancolía, pero en
esa danza o en esa canción se hallan consumados los más antiguos ritos de la consciencia;
de la consciencia de ser hombres y de creer en un destino común.
Un cierto anónimo
Traducción: Mei Santana
Agradecemos a Umcertoanonimo sus colaboraciones con nuestro blog. Sus reflexiones nos animan a seguir leyendo más... ¡Un abrazo!
ResponderEliminarPoesía es el arte de crear, obtener, causar, fabricar y dar a luz. Manifestación de belleza y sentimientos.
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