miércoles, 8 de noviembre de 2017

Gladiadores: "¡AVE, CAESAR, MORITURI TE SALUTANT!" (I)

Todo el que haya estado en algún anfiteatro romano ha debido de pensar en las peleas de gladiadores que se celebraron en las arenas de los mismos, pero ¿qué hay de mito y de realidad en las recreaciones cinematográficas de tales peleas? ¡Descubrámoslo juntos! 

El origen de los gladiadores
La figura del gladiador romano se remonta a la época etrusca, durante la cual se organizaban combates entre los prisioneros en torno a las tumbas de los héroes con el fin de honrar a Saturno. Estos juegos pasaron a formar parte de la vida de Roma durante el siglo III a. C., cuando Marco Junio Pera y Décimo Junio Pera organizaron esos juegos en el Foro Boario para honrar la muerte de su padre, Junio Bruto Pera, descendiente de los fundadores de la ciudad. 


Con el tiempo, Roma decidió que tal evento o ritual tradicional de origen etrusco debía seguir siendo algo importante en la vida social de su pueblo, así que se pensó en convertir dicha tradición en un espectáculo admirado por todo el mundo. 


Los gladiadores representaban grandes inversiones, máxime debido a su entrenamiento y estilo de vida, de manera que los promotores eran reacios a la idea de que los mataran, por lo que en muchas ocasiones se les perdonaba la vida a los vencidos, y si se les mataba, era con el fin de aliviar su sufrimiento, se hacía clavándoles un arma blanca entre la clavícula y el omóplato hasta llegar a su corazón, considerando esta una forma de muerte más digna que el dejarlos perecer por sus heridas en la arena. 

Las peleas en los anfiteatros rara vez acababan en batallas campales con baños de sangre. Todo indica que había unas reglas bastante estrictas que un árbitro y su asistente hacían cumplir, pero que variaban de acuerdo con la combinación de gladiadores que se enfrentaban. Por ejemplo, en Roma, las grandes peleas generaban mucho interés y alrededor de unos 50 000 espectadores se apretujaban en el Coliseo, junto con el Emperador y algunos miembros de la aristocracia

El estilo de vida que llevaban los gladiadores estaba muy controlado para que, así, aprovechasen al máximo sus aptitudes físicas. Muchos eran unos atletas bien tratados, altamente calificados y aclamados por multitudes de admiradores. El gladiador tomaba su nombre del arma principal que solía utilizar, el gladius, que era una espada corta de hoja recta, muy similar a las de los legionarios romanos. 


Los gladiadores tenían que pelear dos o tres veces al año. Sin embargo, su expectativa de vida oscilaba entre los 18 y los 25 años, mientras que la de un ciudadano romano común era de 27 años. Los gladiadores eran muy populares entre las clases bajas. Unos atrevidos grafitis encontrados en Pompeya revelan que los luchadores exitosos se convertían en símbolos sexuales. Y aunque los romanos de alta cuna, a menudo, no consideraban que este deporte estaba a su altura, algunos sucumbían ante el glamour del estilo de vida que llevaban los gladiadores. 


Los combatientes podían tener diferentes orígenes: unos eran voluntarios en busca de fama y gloria y otros esclavos y prisioneros que, forzados, podían llegar a conseguir su libertad luchando en la arena. Su formación se llevaba a cabo en las escuelas lanistas y los maestros, muy a menudo empresarios y propietarios de las mismas, se encargaban de decidir qué gladiadores lucharían, sus diferentes categorías y su armamento. Por lo general, eran sometidos a rigurosos programas de entrenamiento, a menudo bajo las órdenes de gladiadores retirados que les ayudaban a perfeccionar sus técnicas de combate.


La escuela de gladiadores 
La demanda creciente de gladiadores provocaba la aparición de diversas escuelas, como las de Capua, Pompeya o Rávena, además de las existentes en la mismísima Roma. Estas escuelas tenían un carácter estatal, siendo la figura más importante la del entrenador. Cada uno de estos entrenadores, que por lo general eran gladiadores retirados, estaba especializado en una técnica de lucha. De modo general, sus herramientas de entrenamiento eran armas de madera con sobrepeso que contribuían a fortalecer los músculos. De modo habitual, después de la hora del entrenamiento los gladiadores se solían recostar sobre un camastro que era uno de los escasos elementos de su ajuar. 


Este fenómeno duró unos mil años, desde que Tarquinio Prisco, en el 616 a. C., subió al trono de Roma hasta la que parece su prohibición definitiva por el Emperador Honorio, en el 404 (aunque la primera constancia de un combate de gladiadores es del 264 a. C. en los funerales de un miembro de la familia de Bruto). Al parecer, antes que Honorio hubo otros que también lo prohibieron, aunque sin demasiado éxito, como Septimio Severo, en el año 200, y Constantino I El Grande, en el 325. 

Por consiguiente, no se puede pensar que en estas escuelas solamente se les enseñaba a luchar, es lógico pensar que también existía una formación interna, de preparación del alma, y que se les mostraban, en esencia, los misterios de la vida y la muerte. 

¿Te quedaste con ganas de saber más cosas? 
La semana que viene habrá más en mi sección... 


Pepe Cocodrilo


Notas bibliográficas y citas:

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