Era el 4 de noviembre de 1900 cuando el
Estado, en la persona de un delegado del distrito 10, nombró en un documento
público oficial a la comunidad, conocida hasta aquel momento como “Morro da
Favela” y que en la actualidad se llama Providencia (en Río de Janeiro), como
"favela". El “Día de la Favela” fue creado en la
misma fecha que este evento para transformar su significado y poner de relieve
la lucha por el reconocimiento de los Derechos. Se celebró por primera vez en
Río de Janeiro (2006) y, desde entonces, se celebra en varias ciudades y
estados de Brasil.
El origen del término "favela" es el episodio histórico
conocido como “la
Guerra de Canudos”. La ciudadela de Canudos fue construida cerca de algunas
colinas, entre ellas el Morro da Favela, llamado así debido a la planta Cnidoscolus quercifolius (popularmente conocida como favela) que cubría la región.
Algunos de los soldados que fueron a la guerra, al volver al Río de Janeiro en
1897, dejaron de recibir el pago, estableciéndose en edificios temporales
erigidos en la colina de la
Providencia. El lugar, entonces, empezó a ser llamado de manera coloquial como
“Morro da Favela”, en referencia a la original "favela". El nombre se
hizo conocido y en la década de 1920, las viviendas precarias, sin
infraestructura, que ocuparon las colinas comenzaron a ser llamadas así,
favelas.
En São Paulo, el 11% de la población vive en las llamadas favelas. En
Río de Janeiro, en cambio, es el 22%. Si las favelas fuesen un Estado dentro la Federación brasileña, este sería el quinto más rico del país, con un
movimiento de 63 millones de reales al año. Las personas que viven en las
favelas son denominadas, peyorativamente, como "favelados". Las
favelas están asociadas a la pobreza extrema y son vistas como el resultado de
una distribución desigual de la riqueza en el país. Pero la verdad es que las
favelas también son silos de todo tipo de culturas, incluidas las más clásicas.
Casa original de Carolina |
"Yo digo que la favela es el
vertedero de basura de una ciudad. Nosotros, los pobres, somos los viejos
trastes". La descripción está escrita en primera persona por alguien que,
efectivamente, vivió esa condición. Historias como esta fueron descubiertas a finales
de 1950 en los diarios de la escritora Carolina
Maria de Jesus. Una residente de la favela de Canindé, al norte de São
Paulo. Ella trabajaba como recolectora de materiales reciclables y registraba
la vida diaria de la comunidad en cuadernos que encontraba en la basura. Se
considera que Carolina fue una de las primeras y más importantes escritoras
negras en Brasil.
Manuscrito de Carolina |
Carolina nació en
Sacramento, en el Estado de Minas Gerais, y se trasladó a São Paulo en 1947,
cuando aparecieron las primeras favelas de la ciudad. A pesar del poco estudio,
habiendo solo cursado los niveles iniciales de la serie primaria, reunió en su
casa más de 20 cuadernos con testimonios sobre la vida cotidiana de las favelas,
uno de los cuales dio origen al libro titulado: Quarto de despejo: Diario de uma favelada, publicado en 1960.
Después del lanzamiento, siguieron tres nuevas ediciones, con un total de 100 000
ejemplares vendidos y traducidos a un total de 13 idiomas. Las ventas se
registraron en más de 40 países.
Carolina firmando autógrafos (1960) |
Este libro es un documento acerca de
algo sobre lo que un sociólogo podría haber hecho estudios profundos e intentar
interpretarlos, aunque no tendría condiciones de ir al meollo del problema, sin
embargo ella las tuvo porque vivió la situación, según evaluó Audálio Dantas,
un periodista que descubrió a la escritora en 1958. La reunión tuvo lugar
cuando Dantas se encontraba en la comunidad para hacer un informe sobre la Favela
de Caninde. "Se puede decir que esta fue la primera favela que se
acercó al centro de la ciudad y eso era algo nuevo", recordaba. Además,
afirmó que Carolina vivía buscando a alguien a quien mostrarle su trabajo.
Una mujer a la
quien le gustaba una buena pelea y que amenazaba a los vecinos con la promesa
de registrar los desacuerdos en un libro. Esta es la forma como Audálio se acuerda
de Carolina y sus primeros encuentros. "Ante cualquier cosa que pasaba
ella decía: ‘Estoy escribiendo un libro y te pondré allí’. Eso le dio
autoridad", relataba el periodista. Tras ser invitado por ella para conocer
sus cuadernos, se encontró con la descripción de un día a día que no podía
traducir con su escritura: "Pensé que debía dejar mi investigación, porque
había encontrado a alguien mejor que yo para hablar del tema. Ella era una
fuerza, eso lo sabíamos con la lectura de tan solo diez líneas, una fuerza descriptiva,
un talento inusual", dijo.
A pesar de que los
cuadernos contenían cuentos, poemas y novelas, Audálio solo se detuvo en el
diario que se había iniciado en 1955. Parte del material fue publicado en 1958,
por primera vez en una edición del periódico Folha de São Paulo y, al año siguiente, en la revista "O Cruzeiro",
incluyendo una versión en español. "Hubo una gran repercusión. La idea del
libro coincidió con los intereses de la Editorial Francisco
Alves", informó. El material, editado por Audálio, no necesitaba
corrección: "He escogido los pasajes más significativos. El texto se
mantuvo en su sintaxis, en su ortografía, todo original", apuntaba.
El
éxito de Quarto de despejo en Brasil
fue instantáneo, y se repitieron varias ediciones. En el exterior, la obra
llegó a ser traducida a catorce idiomas, un hecho desconocido hasta entonces y un
tanto raro, incluso hasta hoy. Entre las descripciones más comunes de la vida
cotidiana había cosas como: levantarse, ir a buscar agua o hacer café; Audálio
encontró en los escritos de Carolina fuertes narrativas que desenmascaraban la
vida de una mujer negra de la periferia pobre. En un pasaje, Carolina escribió
que había un basurero cerca de la favela donde iba a recoger cosas. Allí se
enteró de que un niño llamado Dinho, había encontrado un trozo de carne
podrida, se la había comido y había muerto. Ella contó esta historia sin
comentarios, simplemente, como si fuera algo normal en la vida cotidiana de la
comunidad.
Sin duda, para Carolina la vida tenía
color, pero por lo general esto no era una referencia positiva. El hambre, por
ejemplo, era de color amarillo. En un extracto de su primer libro, la autora
narra el momento en el que se tiene hambre: “¡Qué sorprendente efecto hace la
comida en nuestro cuerpo! Yo antes de comer miraba al cielo, a los árboles, a
los pájaros, todo en amarillo, entonces comí y todo se ha normalizado, hasta
mis ojos”. Para Audálio, este testimonio es aún más importante por ser real. Un
escritor puede escribir para crear ficción sobre eso, pero ella lo estaba
sintiendo, vivía lo que escribía.
Audálio y Carolina en Canindé |
Audálio creía que Carolina tenía mucha confianza en
su propio talento y ya se consideraba una escritora, incluso antes de su primera
publicación: "Cuando salió el libro, su alegría fue muy grande, pero era
algo esperado para ella" explicaba. El éxito de la primera publicación,
sin embargo, no se repitió en otros títulos. Tras el éxito de Quarto de despejo, la Editorial
Francisco Alves encargó un libro más originado en base al trabajo de los
diarios escritos por ella, cuando ya vivía en el barrio Alto de Santana, zona
de clase media. Luego vino el libro Casa
de Alvenaria (1961) del que, según Audálio Dantas que fue el responsable de
la edición del material, se vendieron tan solo 10 000 copias.
Audálio
recuerda que Carolina se consideraba una artista y tenía pretensiones de
participar en diferentes áreas artísticas y una de ellas era la música. En
1961, ella lanzó un álbum con el mismo título de su primer libro. La escritora
interpretaba 12 canciones de su propia autoría, entre ellas, “O Pobre e o Rico”:
“Rico hace la guerra, pobre no sabe por qué.
Pobre va a la guerra, tiene que morir.
Pobre piensa sólo en arroz y frijoles.
Pobre no se involucra en asuntos de la nación”
(Extracto de la canción)
Para el periodista, la escritora fue
consumida como un producto que despertó la curiosidad, sobre todo, a la clase
media. Según su visón, era como si Carolina fuese un objeto de consumo: una
negra, favelada,
semianalfabeta. Mucha gente pensaba que era imposible que alguien pudiese
escribir un libro con esa condición. Esta desconfianza, según Audálio, hizo que
muchos críticos considerasen el trabajo como un fraude, insinuando que el texto
había sido escrito por él. La discusión era que ella no sería capaz de hacerlo,
o si así hubiera sido, entonces, lo que había escrito no era Literatura de
verdad, recordaba el periodista. Carolina Maria de Jesus también publicó la
novela Pedaços de fome y el libro Proverbios, en 1963. De acuerdo con
Audálio, todos estos títulos fueron financiados por la propia Carolina y, al
parecer, tampoco tuvieron ventas significativas.
La
relación entre Carolina y Audálio no era precisamente una de las más fáciles.
De acuerdo con el historiador y escritor Joel Rufino dos Santos, ella lo veía
como "un padre incómodo que le exigía la disciplina de una vida autónoma y
difícil". El propio Audálio explicó en el prefacio de Casa de ladrillo que: "Le dijeron que yo estaba dispuesto a
ser su propietario". Sin embargo, ella dejaba claro en muchos registros hechos
en su diario que creía en esos consejos de estos amigos de última hora. Así
que, en medio de los conflictos con Audálio, infeliz por no identificarse más
con el mundo de los pobres ni tampoco con el de los ricos, Carolina trató de
continuar con su trabajo. Pero sin un tutor, fracasó. Sola otra vez, recluida
en una propiedad rural que compró con lo que le quedaba de los lucros de su
éxito inicial, murió pobre en la periferia de São Paulo, en 1977.
Después de la muerte de la escritora fueron
publicados: O Diario de Bitita, con
recuerdos de la infancia y de la juventud (1977); Um Brasil para brasileiros (1982); Meu diário estranho y Antologia
pessoal (1996).
La
favela de Canindé ya no existe más. A la orilla izquierda del río Tiete, en un
área de 34 500 m2 perteneciente al Ayuntamiento, se acumulaban
más de 300 chabolas. Las fuertes lluvias que azotaron la ciudad, entre
diciembre de 1960 y febrero de 1961, provocaron que la zona que fue inundada
por el río permaneciera así. Los residentes fueron todos retirados y reubicados
en un complejo residencial en el barrio de Jabaquara, en lo que fue durante
años un modelo exitoso de “desfavelamento” en la ciudad.
Por suerte para todos
nosotros, el talento de Carolina está inmortalizado en sus libros y en la
intensidad de los sentimientos que sus páginas provocan.
Mariana
B.
Bloguera
Biográfica
Una historia cautivadora!! Me encantó. Gracias, una vez más, Mariana. Excelente trabajo de documentación.
ResponderEliminarParece muy interesante la vida y obra de Carolina
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