miércoles, 23 de diciembre de 2015

La osadía y el conocimiento


La búsqueda del conocimiento y el deseo de comprender el universo que los cercaba, llevó a los primitivos seres humanos a especular sobre el origen de todo lo que existía. La naturaleza del universo, su esencia y sus características siempre fueron temas recurrentes en las más diversas civilizaciones y culturas. 

Para los primeros hombres, el hecho de que el Sol y la Luna surgiesen todos los días en el cielo, era motivo de asombro y alivio. Eventos como la erupción de un volcán o el reverberar de un trueno solamente podrían ser atribuidos a los dioses.

Los primitivos, en sus creencias, veían en los dioses las mismas cualidades y defectos de los humanos. De esta manera, muchos de los fenómenos naturales eran tomados como demostraciones del ánimo de las divinidades. Por lo tanto, para mantener una convivencia armoniosa con lo sagrado, fueron creados rituales y ceremonias. Sin saberlo, aquí se estaban creando las bases para el desarrollo de las religiones.

Un estudio, con más criterio sobre el funcionamiento de la naturaleza, permitió mayores y mejores cosechas. Así empezaban los rudimentos de la ciencia, los cuales después de evolucionados, llevaron a las antiguas civilizaciones a conquistar el mundo y a edificar imperios.

Retomando la argumentación inicial, tener pleno conocimiento de todo lo que está a nuestro alrededor es una particularidad de nuestra especie. Esta es la razón por la cual nuestros ancestros necesitaban explicar el origen del universo. Sería extremadamente difícil para ellos vivir en un mundo del cual no conocían ni el cómo ni el porqué de su surgimiento.

En consecuencia, los primeros humanos se atrevieron a engendrar razonamientos sobre todas las cosas. Esta osadía se arraigó para siempre en nuestro espíritu. Jamás dejamos de osar en nuestra persecución del conocimiento y creo que jamás dejaremos de hacerlo. Hoy en día intentamos conquistar el espacio, seguramente convirtiendo en realidad el sueño de uno de nuestros ancestros que osó mirar a las estrellas sin miedo, pero sí con una dosis adecuada de curiosidad.

Pepe Cocodrilo

(Adaptado de diversas fuentes)


2 comentarios:

  1. Marta Perez Rodriguez27 de diciembre de 2015, 2:43

    !!Si los hombres de antiguamente supiesen que acabaría llamándose Cervantes a una estrella jamás lo hubieran creído!! Sin duda, excelente texto Pepe Cocodrilo, gracias una vez más.

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  2. Querida Marta, buenos días.

    Gracias por tus palabras de incentivo. Osar es un verbo que debemos conjugar siempre y siempre...

    Beso cariñoso

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