Pintura de Jacob Jordaens. 1633. Museo del Prado. |
La manzana fue reclamada por tres de las diosas más poderosas. Hera, diosa de las mujeres y del
matrimonio; Afrodita, la diosa del amor y del deseo y también por Atenea, la diosa de la sabiduría
y de la estrategia. El ambiente se hizo insoportable, miradas
llenas de odio se intercambiaban entre ellas. Zeus, el Dios supremo, resolvió
el asunto nombrando árbitro a Paris, que en poco tiempo se volvería príncipe de
Troya.
Las diosas se pusieron contentas y quisieron sobornar a Paris: Atenea
le ofreció sabiduría infinita y las habilidades de los grandes guerreros; Hera
le ofreció el poder político y el control de todo el mundo conocido y Afrodita
le ofreció el amor de la mujer más bella del mundo. Paris, confundido con tantas maravillas ofrecidas, le otorgó el título a Afrodita y la diosa
cumplió su promesa. Afrodita sabía
exactamente dónde estaba la mujer
más bella del mundo: era Helena,
esposa de Menelao, el rey de Esparta.
Así pues, Paris se enamoró de Helena y, con la
ayuda de Afrodita, la sedujo, la raptó, se la llevó a Troya y la hizo su
esposa. En consecuencia, todos los reyes y príncipes de Grecia fueron llamados
a recuperarla. Empezaba así la guerra de Troya...
Pepe
Cocodrilo
(Adaptado de diversas
fuentes)
Las crónicas troyanas ya le sirvieron, en su momento, al insigne escritor Miguel de Cervantes como colofón de su magnífica Segunda parte del "Quijote". En el capítulo 72 (de 74), por medio de unas sargas que aparecen en un mesón, se recuerdan: la historia de Elena y de Paris (caída de Troya), junto a la de Eneas y Dido (pérdida de Cartago).
ResponderEliminarCurioso el delicado entramado que la Historia y la Literatura dejan en nuestras memorias... Gracias Pepe Cocodrilo por ayudarnos a completar ideas por medio de este texto. Besos navideños
El desequilibrio en el intercambio en un sistema, el menosprecio hacia uno de los miembros (real o sentido), la falta de equidad, los favoritismos pueden desencadenar una guerra que tendrá como objetivo el restablecer el equilibrio y como desenlace una destrucción de privilegios y también la explosión de mayores desigualdades. La manzana de la discordia no los muestra de forma magistral.
ResponderEliminarEn cada intercambio iniciamos una guerra. La mejor gestión de la guerra inevitable está en tener un análisis claro de las causas y de los elementos.
Hacer la guerra no es un arte. Terminarla, cerrar el ciclo minimizando los daños y mejorando la estabilidad del sistema ei es Arte. En eso si que tenemos múltiples ejemplos en la mitología griega.
Me encantaría ver a políticos, historiadores, intelectuales, periodistas explicar los conflictos mundiales (por ejemplo el problema con el terrorismo en Siria) como un desequilibrio en el intercambio sistémico.
Pepe...esta historia me encanta, así como todas las crónicas griegas y troyanas. Ellas son las madres de nuestras historia y literatura, por lo tanto nunca nos hace falta leerlas y recordarlas. Gracias!!!
ResponderEliminarLa envidia es el escenario perfecto para empezar una guerra, ayer, hoy y mañana, en este pecado nosotros somos todos iguales!!!
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