jueves, 6 de octubre de 2016

“La herencia dejada por los indígenas”

Antes de la llegada de los europeos, los indígenas que vivían en Brasil tenían esta tierra como un lujo, un modo de vivir rico, con aves, peces, raíces, frutos, flores y semillas, que a ellos les daban alegrías a la hora de cazar, pescar, plantar y cosechar. En su concepción sabia y sencilla, la vida era un regalo que a ellos les dieron los dioses, así como también excelentes cuerpos para caminar, correr, nadar, bailar, luchar y ojos sanos para ver todos los colores, las luces y sus sombras, lo suficiente para vivir.

En consecuencia, los indígenas no entendían qué más podrían querer los huéspedes, recién llegados. Pregunta esta que fue contestada rápidamente con la retirada del oro, la madera y el sometimiento a la esclavitud por parte del pueblo indígena. Por otra parte, los indígenas no separaban el trabajo del Arte, cada uno tenía su plantación, pero nadie era el dueño de la tierra, pues todos los indígenas veían la tierra como un bien común.

Indios Arara pescando en el río Xingu (Pará, Brasil)

Los pueblos indígenas controlaron numerosas plantaciones para el consumo humano, entre las cuales estaba la yuca, a la que le quitaron el veneno que podría matar al hombre así como a los animales. En un grupo de indígenas nadie es dueño del saber, la información es compartida y todos pueden acceder al saber, por lo tanto, nadie se apropia de la información para convertirla en ventaja con el objetivo de ganar dinero o cargos.

Entre los indios, el jefe era y es el representante de la tradición, de la experiencia, de la cultura del pueblo. Se trataba del gran mediador, que jamás daría una orden a nadie, en verdad, a los indígenas les parecería extraño o divertido si otro indígena les diera una orden. Y entre las múltiples enseñanzas heredadas, los indígenas nos dejaron el ritual de bañarnos varias veces al día, pues para ellos el baño era sagrado, limpiaba tanto el cuerpo como el alma y liberaba de los males, así como también animaba a quien lo tomaba y lo dejaba listo cada mañana para cumplir un día más de trabajo.

Indios tupi-guaraníes
Por esta razón, para ellos todo era motivo de celebración: el plantío, la cosecha, el nacimiento o la muerte. El indígena se adornaba mucho, bailaba mucho, jugaba mucho y se reía mucho. Según parece, esto incomodaba sobremanera a los europeos, que buscaban riquezas a través de prácticas basadas en el egoísmo y la estupidez, actos estos que siempre terminan en frustración. Entonces, resulta que el modo de vivir indígena para esta nuestra “cultura moderna” es muy difícil de soportar, el hecho de ver tanta felicidad y belleza en un pueblo sencillo y sabio, puesto que ellos son los verdaderos dueños de esta tierra.

Jorge Martins de Almeida


Fuente bibliográfica:

Darcy Ribeiro O povo brasileiro: a formação e o sentido do Brasil. São Paulo: Companhia das Letras, 1995. 

2 comentarios:

  1. Qué magnífica herencia que hemos recibido!! Sobre todo los europeos que, en época de Cervantes, el tema del baño era 'rara avis'. Gracias, Jorge.

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  2. Sin duda, Marta, los pueblos indígenas fueron y son muy importantes!!! Gracias por tu comentario.

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