Me acuerdo muy bien de un viaje que hice para la ciudad del tango,
Buenos Aires. En aquella época, bailaba en una Cía. de danza que fue convocada
para participar en un festival durante las vacaciones de verano, que en Brasil
son en diciembre. Siempre pensaba que bailar en público me ponía muy nerviosa,
pero era un sueño tornándose realidad.
Recuerdo bien cuando fuimos a coger el avión, mientras estábamos en la sala de espera, apareció otro grupo que iba a viajar en el mismo vuelo, con nosotros. Eran bailarines profesionales y conocidos, ¡Sí! Eran famosos y cada vez que los miraba, mi deseo era de volver a mi casa. Tan pronto como me miró Aline, una gran amiga, ya sospechó lo que estaba pensando y dijo ¡no vas a marcharte de aquí ahora, porque no voy a dejarte! En cuanto llegamos en la cabina, le dije que había un chico del otro grupo del que me había enamorado, mientras teníamos la discusión cuando facturábamos las maletas. Ella, siempre muy directa, me dijo: “¡Haberte presentado!” Y yo, bueno..., no tenía palabras.
Recuerdo bien cuando fuimos a coger el avión, mientras estábamos en la sala de espera, apareció otro grupo que iba a viajar en el mismo vuelo, con nosotros. Eran bailarines profesionales y conocidos, ¡Sí! Eran famosos y cada vez que los miraba, mi deseo era de volver a mi casa. Tan pronto como me miró Aline, una gran amiga, ya sospechó lo que estaba pensando y dijo ¡no vas a marcharte de aquí ahora, porque no voy a dejarte! En cuanto llegamos en la cabina, le dije que había un chico del otro grupo del que me había enamorado, mientras teníamos la discusión cuando facturábamos las maletas. Ella, siempre muy directa, me dijo: “¡Haberte presentado!” Y yo, bueno..., no tenía palabras.
Pocas horas
después aterrizamos en nuestro destino. Argentina nos esperaba con un calor
estupendo, un clima alegre y receptivo. Durante la espera del taxi, el muchacho
encantador surgió y me miró como si me hubiera conocido unas horas atrás, me
quedé sorprendida y casi que me desmayo. Sin embargo, seguí el consejo de mi
amiga y ¡hablé con él! Tomamos el taxi juntos y aprovechamos para charlar
bastante, fue un momento especial, me pareció una eternidad aquel viaje, hasta
que, el coche chocó con un autobús, “¡Dios mío!” gritamos al unísono. Tuvimos
suerte, porque no era nada grave, solo se tocaron, pero ¡claro...! Acabaron con
mi cuento encantando.
Así que nos bajamos,
tomamos otro taxi y corrimos al hotel para ensayar antes de la presentación en
el Teatro municipal, aquella noche. Estaba con mi corazón latiendo, a punto de
infartar, había llegado el momento de bailar y, además, el chico me miraba
detrás del telón, pero incluso así me concentré y bailé como nunca. Era como
una película de Hollywood, me olvidé de todos los que estaban allí, al final, todos
nos felicitaron por la maravillosa presentación y el chico me invitó a cenar.
¡Ahhh… estaba en el cielo, en las nubes! Después de la cena, volvíamos
charlando tan entretenidos que nos olvidamos del mapa y acabamos metiéndonos en
una zona llena de chabolas. Tuve mucho miedo y me quedé paralizada, asustada,
hasta que él me besó intentando calmarme, ¡Sí, él ya tenía la intención! Nada romántico
aunque me encantó. Entonces, corrimos hasta la primera gasolinera que vimos y
pedimos la dirección correcta del hotel. Luego nuestra noche encantadora
terminaría con más besos preciosos.
Recuerdo que
al día siguiente volvimos a Brasil y Aline se puso mal, porque estuvo enferma
la noche anterior. Al parecer, se emborrachó después del espectáculo para
celebrar nuestra encantadora actuación y se puso fatal. Fue un gran viaje, incluso
con algunos momentos aterrorizantes.
¿El chico guapo? Todavía no lo he visto
más y eso enseguida me lleva a pensar: ¿Fue un sueño o realidad? ¡Prefiero
pensar que soñé, en vez de tener que esperar una llamada!
Bubu
Una historia muy interesante. Me encantó el final!! Gracias, Bubu.
ResponderEliminar