lunes, 8 de mayo de 2017

"Proyecto gato acústico"

Muchos de los artefactos inventados por la Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos parece que están sacados de una película de Hollywood más que estar vinculado con la propia realidad, pero también es verdad que no todos sus inventos han tenido tanto éxito como la gente se imagina. Los científicos e investigadores de la CIA también se equivocan y cuando lo hacen, parece que es a lo grande. 

Prueba de ello es el resultado de uno de sus proyectos secretos: “La Operación Gato Acústico” (Acoustic kitty). Este fue un proyecto ideado durante el transcurso de la Guerra Fría y que consistía en usar gatos para grabar conversaciones secretas y así revelar los planes de los comunistas. 


La necesidad estaba clara: colocar un micrófono en territorio enemigo sin que estos se enterasen, puesto que cada vez era más difícil infiltrar a nuevos espías. Por lo tanto, eligieron a un gato, por su facilidad a la hora de meterse por todas partes sin levantar sospechas y por su tamaño.

Se supo de la existencia, desarrollo y puesta en práctica de este insólito proyecto gracias a que, en el año 2001, se desclasificaron documentos de la CIA, aunque lo cierto es que aparecieron parcialmente censurados los papeles de la operación, ya que la CIA era reticente a mostrar todos los datos.


La gestación se produjo durante los momentos de máxima tensión entre la CIA y los servicios secretos rusos (KGB). Puesta en jaque la hegemonía mundial, hasta el más mínimo detalle podría inclinar la balanza cualquiera de los bandos. Por lo que ambas potencias no escatimaron en gastos a la hora de invertir en tecnología, sobre todo, si esta permitía interceptar de algún modo al enemigo y, así, obtener informaciones privilegiadas. El dinero gastado por ambas partes para implementar innumerables proyectos de espionaje y contraespionaje fue desorbitado. 


Este proyecto se inició en 1961 y, a lo largo de cinco años, sometieron a un gato a diferentes operaciones quirúrgicas difíciles, a la par que peligrosas para el animal, hasta que se le logró implantar un micrófono en su pabellón auditivo y una antena situada en su cola, así como también un transmisor con una batería en el pecho del animal.

Durante las primeras pruebas, el animal – una hembra gris con manchas blancas – mostró un completo desinterés por aproximarse a los edificios y, al contrario de lo esperado, prefería pasar su tiempo acechando a las palomas. Todo apunta que su alimentación, y no los soviéticos, era su blanco. Sin embargo, insistieron en adiestrarla para minimizar sus instintos y que así pudiera ejecutar misiones adecuadamente. Y como el ansia de comer de un felino es tan grande como su predisposición a dormir, la sometieron también a otra operación para eliminarle la sensación de hambre. El proyecto fue financiado con un total de 20 millones de dólares. 

La puesta en acción se produjo en el año 1966, cuando la gata, ya amaestrada, fue liberada desde una furgoneta aparcada al otro lado de la calle, en las proximidades de la Embajada soviética en Wisconsin Avenue (Washington D. C.), con el objetivo de que se aproximase hasta un parque localizado en las inmediaciones del edificio en el que se iban a reunir durante el almuerzo, un par de espías de la URSS.

La misión encomendada al felino consistía en que se aproximase lo suficiente como para que el micrófono que llevaba implantado pudiese registrar las conversaciones mantenidas con los agentes extranjeros. Sin embargo, se les escapó un pequeño detalle. Resulta que durante el entrenamiento intensivo de la gata, nadie le había enseñado a cruzar la calle, así que el felino no se fijó y se lanzó de inmediato a la carretera, directo a su objetivo, con tan mala suerte que un taxi que pasaba a toda velocidad lo atropelló.

Tras este golpe, perplejos y estupefactos, los agentes de la CIA salieron al instante de la furgoneta para recoger el cuerpo sin vida del animal, con la intención de que no fuese interceptado por los soviéticos y descubriesen su plan.

Con la muerte accidental de la gata se perdieron millones de dólares que, durante cinco años, habían sido invertidos, por lo que no resulta extraño que meses más tarde la CIA optara por cancelar y abandonar el susodicho proyecto ante los elevados costes que implicaba y los riesgos que entrañaba la puesta en práctica de la misión.

En los documentos que se desclasificaron se afirmaba que: “Los factores ambientales y de seguridad que concurren en el uso de esta técnica en una situación real, nos obliga a concluir que para nuestros propósitos no sería viable”. Posiblemente en los documentos que quedan por desclasificar sobre este asunto se podría comprobar cómo se realizaron muchos más experimentos con animales, algo que se podría calificar como cruel e inservible.
Pepe Cocodrilo






Consultas bibliográficas y citas:

1 comentario:

  1. Pepe tienes razón, los animales son los sufridores de toda esa experimentación llevada a cabo por parte de los humanos. ¡Menos mal que ese proyecto no prosperó!

    ResponderEliminar