- ¿Quién es usted? ¿Cómo se llama?
- Yo soy la que ningún ser vivo me deja
atrás. Me llamo Ana Perpetua Doncella de la Cruz.
- Su nombre no es feo. Pero, ¿qué
significa esta hoz, señora Perpetua?
- La hoz es simbólica.
- ¿Simbólica?
- Sí, simbólica, Carlos Eduardo. No te
voy a degollar. En efecto, lo que más quiero es abrazarte. Y quiero dejarte muy
claro: ningún ser vivo pasa por mí sin recibir mi abrazo.
- Pero yo no quiero su abrazo.
- En realidad, pocas personas lo
quieren. Sin embargo, no hay manera, todos recibirán mi abrazo acompañado de un
beso.
- ¿Quién es usted? Usted me da miedo.
- No tengas miedo. Hoy he venido apenas
para hacerte una visita.
- Pero no estaba esperando ninguna
visita.
- Nadie la espera. Yo simplemente
aparezco.
- ¡Tengo miedo!
En ese momento, la madre de Carlos
Eduardo lo escucha moviéndose con agitación en la cama. Se levanta, sutilmente,
y va a verlo.
- Ves, Carlos, ¿pocas personas tienen a
alguien que se preocupe por ellas? Tú la tienes. ¿Has visto a tu madre? Ella
vino a verte.
- Yo no vi nada, doña Perpetua, ¿por qué
no se va?
- Tranquilo, chico, hoy solo he venido a hacerte una visita, pero la próxima vez te llevo.
- Pero yo no quiero irme. Ah, tengo
miedo. Y no quiero irme a ninguna parte. Aún soy muy joven.
- No es cuestión de querer y no importa
la edad. No conozco a ningún ser vivo que no haya tenido su encuentro final
conmigo.
- ¿Usted es la muerte?
- Para algunos, sí. Para otros, no.
- ¿Qué quiere decir? Ah, tengo miedo.
- Qué cobarde eres. ¡Te muestras tan duro
y ahora estás temblando! ¡Ten vergüenza! Tener miedo o no, no sirve de nada,
tarde o temprano voy a llevarte de cualquier manera.
– Ah, pero tengo miedo. No hay manera de
que me acostumbre con esa idea de que va a llevarme.
- Nadie se acostumbra, pero es
importante que sepas que ningún ser vivo pasa ileso sin encontrarse conmigo.
- Quite sus manos de mis pies, no quiero
que me toque.
- Es solo una manera cariñosa, puesto
que si hubiera venido por la cabeza, no te escaparías.
Carlos Eduardo recuerda una historia que
su madre siempre le contaba. Que la muerte es una mujer hermosa, lleva una hoz
y, siempre que alguien está enfermo, ella hace una visita. Si la visita es por
la cabeza, el paciente muere. Si es por los pies, el paciente tiene
posibilidades de sobrevivir.
-¿Por qué tiemblas?
- Es porque tengo miedo.
- Qué chico cobarde.
- Pero cuando usted se lleva a alguien, ¿esa
persona vuelve?
- ¿Vuelve para dónde, chico? ¡Oh, cómo
eres inocente, Carlos Eduardo! Muchos incluso creen que tendrán otras vidas. Pero
te puedo garantizar: todas las que ya me he llevado nunca más se han encontrado
conmigo. Y es bueno saber que: todo ser vivo tiene un encuentro final conmigo. Así
que, después de que yo lo llevo, es el fin...
- ¿Cómo el fin?
- Es una pena, Carlos Eduardo, porque
después de que yo te lleve conmigo, no sabrás nada más.
- Ah, tengo miedo.
- Forma parte. Chaíto...
Carlos Eduardo se despierta y grita:
- ¡Ah, yo no quiero irme... tengo miedo!
Adenildo Lima, nació en Colonia Leopoldina, una pequeña ciudad ubicada en el interior del Estado de Alagoas, Brasil. Llegó a São Paulo en 1998, donde reside hasta hoy. En 2016 participó de la 24ª Bienal Internacional del Libro de São Paulo (Brasil). Adenildo es escritor, poeta, ponente y profesor universitario. Como licenciado en Letras, hizo su maestría en el área de Educación y una especialización en Gestión de Políticas Culturales, en la Universidad de Girona (España). Hasta el momento ha publicado cuatro libros, entre ellos, el más reciente es O copo e a água (Cuento infantil, 2ª ed., 2017) y A parteira (Poema narrativo, 2013), con prefacio de Isabel de Andrade Moliterno. En 2017 se postuló para el asiento 37, de la Academia Brasileña de Letras (ABL), que antes estaba ocupado por el poeta Ferreira Gullar.
Las personas piensan en la muerte siempre como si fuera el fin, yo pienso que la muerte es el inicio. Inicio de una nueva vida, al fin y al cabo esta es la única certeza que tenemos en la vida. La muerte llegará para todos!
ResponderEliminarGracias, Adenildo, por la oportunidad de traducir tus obras.
Pois é, Mei Santana, a morte é sempre um tema enigmático. E a única certeza que temos na vida.
EliminarObrigado pelo comentário e pela tradução, em especial...
Una vez más, gracias Adenildo por tu generosidad con este blog, por tu amistad y, sobre todo, por tu Arte. Te mandamos un gran beso. A Mei, volver a agradecerle el estupendo trabajo que, semana a semana, realiza en esta plataforma virtual para que todos disfrutemos de muchos textos inéditos en español.
ResponderEliminarOlá, Marta, muitíssimo obrigado, sempre, pelo carinho...
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