Este año el
17 de mayo, Día
de las Letras Gallegas/Letras Galegas, está dedicado a Carlos
Casares Mouriño. El escritor
gallego nace en la provincia de Ourense (Galicia, España), el 24 de agosto de
1941, y fallece a los 60 años en Vigo (Galicia, España), el 9 de marzo de 2009, como
consecuencia de un infarto.
Desde los 4 años, Casares vivirá en
Xinzo de Limia, debido al trabajo de su padre: es maestro. Los especialistas
afirman que es, precisamente ese ambiente, entre villas y aldeas donde se
conformará el universo que plasmará más adelante en muchas de sus obras
literarias.
Tras una infancia que se podría
calificar como “feliz”, exceptuando algún que otro capítulo dramático, Carlos
ser vio direccionado por el profundo catolicismo que abrazaba su madre,
Manolita Mouriño, que lo manda a estudiar al Seminario de Ourense. Allí empieza
sus primeros pasos, pero parece ser que fue el contacto con su profesor de
Literatura, Agustín Madarnás, el que afianzaría su vocación de escritor.
La etapa del Seminario estuvo marcada
por vivencias agridulces, pero también por las múltiples lecturas de clásicos
grecolatinos y escritores permitidos. Los prohibidos, como Balzac, Voltaire, Flaubert o Stendahl, los leería durante
las vacaciones de verano, gracias a la ayuda del bibliotecario de Xinzo de Limia,
republicano y comunista declarado.
Al salir del Seminario, empieza a
participar en concursos literarios que gana, lo que le permitirá conocer y
entablar amistades con escritores como Vicente Risco,
Arturo Lezcano, Prego de Oliver, Ferro Couselo, Xaime Quessada, Antón Tovar, Conde
Corbal, Xaquín Lorenzo, Xosé Luis de Dios, Julio Gimeno, Acisclo Manzano,
Arturo Baltar o José Luis López Cid.
A inicios de los 60 se muda
para Santiago de Compostela, donde entrará en contacto con Ramón Piñeiro y el
grupo de estudiantes galleguistas. Esta condición hace que milite en
actividades culturales alternativas al régimen franquista, lo que desembocará
en el llamado Sesentaeoito compostelán.
Casares publica en 1967 Vento
ferido, un libro de relatos juveniles que hace poco fue traducido
al inglés. Un año más tarde gana el primer certamen del concurso de relatos,
convocado por la Asociación Cultural “O Facho” con el libro A
galiña azul, un cuento para niños que refleja el espíritu
comprometido e libertario de una época negadora de convenciones y
uniformidades. La década acaba mal, acusan a Casares de comunista por defender
que los niños más desfavorecidos vayan al comedor escolar de manera gratuita,
así que acabará marchándose a Bilbao.
Obra inaugural del teatro infantil gallego, de Casares: As laranxas máis laranxas de todas as laranxas (1973) |
En 1971, dentro de un tren camino a
Santiago de Compostela, conocerá a la que será su futura esposa: Kristina Berg, una joven sueca que navega por Galicia a
bordo de un barco digno de una película de piratas. Esta boda le abrirá a Casares
las puertas de Suecia, país que acabó conociendo muy bien y que tendría como
modelo de su Galicia soñada. Esta década es la que lo verá afianzarse como
escritor, publicando: As
laranxas máis laranxas de todas as laranxas, Xoguetes
para un tempo prohibido o Os
escuros soños de Clío, amén de la
traducción al gallego de O principiño.
Tras varias mudanzas, acaba
estableciéndose definitivamente en un pueblo gallega, Ramallosa, perteneciente
al Ayuntamiento de Nigrán. En 1976 recibe el Premio de
la Crítica Española por Xoguetes para un tempo prohibido. Finalizará la década de los 70
publicando un ensayo biográfico sobre Curros Enríquez titulado Ilustrísima, que será su
novela más conocida y popular.
La actividad política y
editorial condicionó innegablemente la dedicación literaria de Casares. A
principios de los 80 publica las biografías de Vicente Risco y Otero Pedrayo, así como un interesante libro de conversaciones
con Ánxel Fole. Sin embargo, no volverá a la creación novelística hasta 1987,
año en el que se publica: Os
mortos daquel verán. Su obra empieza a traducirse para leerse allende las fronteras gallegas.
A comienzos de la década de
los 90, Casares empezó a publicar diariamente en el periódico gallego La Voz de Galicia una columna titulada “Á marxe” (Al margen). El éxito sorprendió no solo al propio Casares
sino también al periódico.
Continúa escribiendo
biografías, como las de Ramón Piñeiro, Ánxel Fole y Martín Sarmiento, además de
abundantes títulos dedicados a los jóvenes, pero se centra sobre todo en dos
novelas de gran ambición literaria: Deus
sentado nun sillón azul (1996)
y O sol do verán (2002), que serían
suficientes para ser considerado como uno de los grandes de la Historia de las
Letras gallegas. En 1998, Un país de palabras refrenda su rara calidad
como ensayista-narrador.
Además de dirigir la
editorial Galaxia y la revista Grial, preside el PEN Club
de Galicia y el Consejo de la Cultura Gallega, forma parte do Patronato de la
Fundación Caixa Galicia, dirige los cursos de verano de la Fundación Camilo
José Cela, participa activamente en la vida de la Real Academia Galega (RAG),
imparte conferencias, escribe prólogos, visita colegios e institutos, presenta
libros y asiste a innumerables actos oficiales.
Y, finalmente, un día, con
case sesenta años, no duda ni un instante en embarcarse con ochenta escritores
europeos, todos ellos mucho más jóvenes que él, en un tren llamado “Expreso de
la Literatura Europea” que, durante un mes y medio, recorre Europa desde Lisboa
hasta San Petersburgo.
El día anterior a su muerte
entregó en la editorial Galaxia la versión definitiva de su obra póstuma: O sol do verán.
La
candidatura de Carlos Casares para esta honra fue impulsada por académicos gallegos (RAG) de la
talla de: Luz Pozo Garza, Manuel Rivas, Fina Casalderrey, Francisco Díaz-Fierros,
Salvador García-Bodaño, Ramón Villares y Víctor Freixanes.
Como suelo decir, lo más importante es leer a los autores, en este caso puede ser tanto en gallego como en español, para ir más allá del hombre y aventurarse en lo que constituye la herencia recibida, el verdadero regalo que ha dejado en su paso por este mundo y que perdurará si se cuida y se preserva: su producción. ¡Feliz lectura!
Goya
Sin duda, este es un día muy importante para todos los que tenemos la lengua y la cultura gallegas fluyendo por las venas...
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