Muchos de los artefactos inventados por la
Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos parece que están sacados de
una película de Hollywood más que estar vinculado con la propia realidad, pero también
es verdad que no todos sus inventos han tenido tanto éxito como la gente se
imagina. Los científicos e investigadores de la CIA también se equivocan y cuando
lo hacen, parece que es a lo grande.
Prueba de ello es el resultado de uno de sus
proyectos secretos: “La Operación Gato Acústico” (Acoustic kitty). Este fue un proyecto ideado durante el
transcurso de la Guerra Fría y que consistía en usar gatos para grabar
conversaciones secretas y así revelar los planes de los comunistas.
La necesidad estaba clara: colocar un
micrófono en territorio enemigo sin que estos se enterasen, puesto que cada vez
era más difícil infiltrar a nuevos espías. Por lo tanto, eligieron a un gato,
por su facilidad a la hora de meterse por todas partes sin levantar sospechas y
por su tamaño.
Se supo de la existencia, desarrollo y puesta en
práctica de este insólito proyecto gracias a que, en el año 2001, se
desclasificaron documentos de la CIA, aunque lo cierto es que aparecieron
parcialmente censurados los papeles de la operación, ya que la CIA era
reticente a mostrar todos los datos.
La gestación se produjo durante los momentos
de máxima tensión entre la CIA y los servicios secretos rusos (KGB). Puesta en
jaque la hegemonía mundial, hasta el más mínimo detalle podría inclinar la
balanza cualquiera de los bandos. Por lo que ambas potencias no escatimaron en
gastos a la hora de invertir en tecnología, sobre todo, si esta permitía
interceptar de algún modo al enemigo y, así, obtener informaciones privilegiadas. El dinero gastado por ambas
partes para implementar innumerables proyectos de espionaje y contraespionaje
fue desorbitado.
Este proyecto se inició en 1961 y, a lo largo de
cinco años, sometieron a un gato a diferentes operaciones quirúrgicas
difíciles, a la par que peligrosas para el animal, hasta que se le logró
implantar un micrófono en su pabellón auditivo y una antena situada en su cola,
así como también un transmisor con una batería en el pecho del animal.
Durante las primeras pruebas, el animal – una hembra gris con manchas
blancas – mostró un completo desinterés por aproximarse a los edificios y, al contrario de lo esperado, prefería pasar su tiempo acechando a las palomas.
Todo apunta que su alimentación, y no los soviéticos, era su
blanco. Sin embargo, insistieron en adiestrarla para minimizar sus instintos y que
así pudiera ejecutar misiones adecuadamente. Y como el ansia de comer de un
felino es tan grande como su predisposición a dormir, la sometieron también a otra
operación para eliminarle la sensación de hambre. El proyecto fue financiado con un total de 20 millones de dólares.
La puesta en acción se produjo en el año 1966,
cuando la gata, ya amaestrada, fue liberada desde una furgoneta aparcada al
otro lado de la calle, en las proximidades de la Embajada soviética en
Wisconsin Avenue (Washington D. C.), con el objetivo de que se aproximase hasta
un parque localizado en las inmediaciones del edificio en el que se iban a
reunir durante el almuerzo, un par de espías de la URSS.
La misión encomendada al felino consistía en que se
aproximase lo suficiente como para que el micrófono que llevaba implantado
pudiese registrar las conversaciones mantenidas con los agentes extranjeros.
Sin embargo, se les escapó un pequeño detalle. Resulta que durante el
entrenamiento intensivo de la gata, nadie le había enseñado a cruzar la calle,
así que el felino no se fijó y se lanzó de inmediato a la carretera, directo a
su objetivo, con tan mala suerte que un taxi que pasaba a toda velocidad lo atropelló.
Tras este golpe, perplejos y estupefactos, los
agentes de la CIA salieron al instante de la furgoneta para recoger el cuerpo
sin vida del animal, con la intención de que no fuese interceptado por los
soviéticos y descubriesen su plan.
Con
la muerte accidental de la gata se perdieron millones de dólares que, durante
cinco años, habían sido invertidos, por lo que no resulta extraño que meses más
tarde la CIA optara por cancelar y abandonar el susodicho proyecto ante los
elevados costes que implicaba y los riesgos que entrañaba la puesta en práctica
de la misión.
En
los documentos que se desclasificaron se afirmaba que: “Los factores
ambientales y de seguridad que concurren en el uso de esta técnica en una
situación real, nos obliga a concluir que para nuestros propósitos no sería
viable”. Posiblemente en los documentos que quedan por
desclasificar sobre este asunto se podría comprobar cómo se realizaron muchos más
experimentos con animales, algo que se podría calificar como cruel e
inservible.
Pepe
Cocodrilo
Consultas bibliográficas y citas:
Pepe tienes razón, los animales son los sufridores de toda esa experimentación llevada a cabo por parte de los humanos. ¡Menos mal que ese proyecto no prosperó!
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