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Zheng He |
Zheng He (Kunming, provincia de Yunnan, hacia 1371-1435), almirante y diplomático chino cuyo nombre original era Cheng Ho, comandó la mayoría de las expediciones de ultramar en la época del emperador Yongle, durante la dinastía Ming. "Este explorador contribuyó a aumentar la influencia marítima y comercial de China a través de las regiones que bordeaban el Océano Índico".
Todo indica que fue hijo de un musulmán que había peregrinado a la Meca y cuya familia
declaraba tener ascendencia mongola. Los historiadores afirman que "cuando Cheng Ho, como era conocido, tenía diez años, la provincia de Yunnan fue reconquistada por el ejército
chino de la dinastía Ming y el joven fue capturado, castrado y enviado al
ejército siendo todavía muy joven".
Entonces, se le envió a servir a Beijing bajo las órdenes del príncipe Zhu
Di, quien en 1402 ascendió al trono con el nombre de emperador Taizong (a su
reinado se le conoció como Yongle (1402-1424) o de la “Eterna Felicidad”),
convirtiéndose con el tiempo en oficial del ejército.
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La flota de Zheng He, la cual llegó
a dirigir 317 barcos con casi 28 000 hombres |
Poco a poco, Zheng He se fue
distinguiendo como un joven oficial de gran habilidad, tanto para la guerra
como para la diplomacia, y enseguida se hizo con amigos influyentes en la
corte. "Recibió el sobrenombre de Zheng He, que quiere decir 'eunuco que
vale tanto como tres piedras preciosas'. Bajo el mandato del emperador Zhu Di el imperio alcanzó su máximo
esplendor y la economía creció a un ritmo vertiginoso". Sin embargo, para poder estrechar la
comunicación con otros pueblos, Zhu Di decidió enviar a su eunuco a
recorrer el Océano Occidental (lo que correspondería al Océano Índico),
organizando en total siete grandes expediciones navales.
En los siete viajes que se le atribuyen
a Zheng He (el primero en 1405 y el último en 1431), con una flota de más de
300 barcos cargados de oro, plata y otros tesoros, y un total de 27 800
hombres, el eunuco y sus marinos, recorrieron medio mundo, llegando hasta el
reino de Shampa (en el sur de lo que es hoy en
día es Vietnam), el reino de Siam (actuales Camboya, Laos y Tailandia), Malaca (en la conocida Malasia), Java y Sumatra (en Indonesia), atravesó el Océano Índico hasta
Cochinchina (en el delta del Mekong), Ceilán (actual Sri Lanka) y Calicut (en la actual provincia india de Kerala y conocida entonces como “La ciudad de las
especias”). Las escuadrillas de la flota de Zheng He recorrieron los mares de
Filipinas, La India, el Golfo Pérsico, Arabia Saudí (donde visitó La Meca),
África Oriental, África del Sur e incluso Egipto.
"La poderosa flota de Zheng He no solo
asombró a los navegantes árabes, sino que también cautivó la atención de los
comerciantes de Venecia que frecuentaban la ruta entre Ormuz (en el golfo
Pérsico) y Adén (entre Yemen y Somalia), enriqueciéndoles con nuevos rumbos
hacia Oriente para ellos desconocidos. En realidad, los viajes de Zheng He se
adelantaron 87 años a los de Cristóbal Colón (1541-1506), 93 años a los de
Vasco de Gama (1469-1524) y 116 años a los de Fernando de Magallanes (1480-1521), todos ellos más
famosos y admirados que el propio eunuco chino. De hecho, tras su muerte en
1433 nunca más la armada china volvió a realizar ninguna expedición de este
tipo por los mares del mundo".
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Maqueta de uno de los barcos
de la flota de Zheng He |
Las flotas de Zheng He eran, en
realidad, mucho mayores y numerosas que las de los navegantes europeos, por lo que,
mientras que el comandante chino capitaneaba entre 48 y 63 navíos en cada
expedición (en una ocasión llegó a dirigir 317 barcos, lo que daba en el mar
una imagen espectacular) y unos 28 000 hombres, Cristóbal Colón llevaba solo 3
barcos y 90 marineros, Vasco de Gama 4 navíos y 160 hombres y Fernando de
Magallanes 5 barcos y 265 marineros. Entre las naves de Zheng He, el modelo de barco más destacado era
el gigantesco baochuán.
Según las descripciones, "esa embarcación medía 137 metros de eslora por 55 de manga, tenía un desplazamiento de 1 000
toneladas (mientras que las de Cristóbal Colón apenas 30 metros y un desplazamiento
de 200 toneladas), lo que la convertía en la
más grande jamás construida en madera". Bien es cierto que
algunos especialistas creen que las dimensiones se han exagerado, pero tenían que ser impresionantes, con sus 9 mástiles. Aunque no todos
eran así: "También los había más pequeños, como los de 8 palos, llamados Barcos
del Caballo porque sus bodegas estaban habilitadas para transportar caballerías, y los de 7 palos. También formaban parte integral de la
flota otros buques de abastecimiento que tenían 85 metros de eslora, barcos de
transporte de 70 metros y ágiles juncos de combate de 55 metros".
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El legendario baochuán |
De esta manera, comparados con los
buques actuales, los barcos chinos asemejaban los gigantescos
portacontenedores transoceánicos que surcan hoy los mares. "Además,
junto a estos, navegaban también otras naves menores que hacían las veces de
almacenes con provisiones, cuadras para los cientos de caballos,
portamuniciones, contenedores de agua potable, enfermería o lanchas pequeñas
para acercarse a tierra, lo que los convertían en toda una ciudad flotante.
Logística jamás vista en todo el mundo en aquella época y gloria inaudita de
los arquitectos navales chinos, capaces de construir tales naves con una
precisión y un manejo absoluto, y de los astrólogos preparados para dirigir por
los mares del planeta a una flota tan inmensa sin perder nunca el rumbo exacto, a pesar de las corrientes marinas,
los tifones o las altas temperaturas".
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Réplica de uno de los barcos de Zheng He |
"Los barcos de Zheng He iban cargados con
todo tipo de productos chinos y artesanía que sirvieron para el intercambio
comercial, como vino, especias, té, pasta, bordados, seda, gasas, ovillos de
hilo, lana, porcelana, pinturas, caligrafías o jade. Además, entre los marinos
que le acompañaban había gran cantidad de artesanos, médicos, comerciantes,
cocineros, funcionarios, científicos y astrónomos para dirigir las rutas, tomar
nota de la posición de las estrellas allá por dónde pasaban, barberos, sastres, artistas y, por supuesto, soldados bien entrenados. También llevaban animales
vivos (cerdos, vacas, ovejas, pollos, gallinas ponedoras, patos, etc.), que les
servía de víveres".
Todo ello pretendía, más que conquistar
otras naciones, "mostrar a las poblaciones que visitaban su enorme poderío, la
riqueza de su cultura y el alto conocimiento científico de los chinos". Según el
oceanógrafo Jin Wu, el objetivo de sus viajes fue “manifestar la gloria y el poder
de la Dinastía Ming (1368-1644) y recabar tributos de los bárbaros que
habitaban más allá de los mares”. Zheng He siempre respetó las demás naciones y
las costumbres locales convirtiéndose en un mensajero de paz y en embajador de
la civilización china. Muchos reyes de esos países recibieron personalmente a
Zheng He e, incluso, enviaron a algunos de sus ciudadanos a Beijing en la flota
del eunuco para aprender la tecnología avanzada y las costumbres milenarias de
China.
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Presunto mapa del mundo elaborado por Zheng He en 1418 |
Por su parte, "los marineros del eunuco
conocieron de la mano de los árabes la técnica para la correcta fabricación del
vidrio añadiéndole bórax, lo que lo hacía resistente al fuego y
más duradero. Dicho proceso se extendió con rapidez por China y se convirtió en
un utensilio de uso diario común".
Asimismo, Zheng He se trajo de sus viajes
materiales nuevos para la construcción, combustible, maderas nobles, joyas,
especias, artículos desconocidos por los chinos, alguna que otra enfermedad no
catalogada en China o animales exóticos. "En una ocasión se trajo de África dos
jirafas y un par de cebras, lo que conmocionó a la Corte Imperial al ver la
extraordinaria belleza de estos animales, que fueron calificados por el emperador
como 'criaturas mágicas de la buena suerte'. Reproducidos en bronce, se
convirtieron en unos de los símbolos decorativos de los palacios imperiales
junto con las grullas, las tortugas, el ave fénix o los dragones".
Tras el cambio de emperador en 1424, las expediciones se suspendieron y Zheng He no volvió a emprender
un nuevo viaje hasta 1431, que sería su séptima y última expedición, visitando de nuevo el Sudeste asiático y los países del Océano Índico. "Sus misiones
contribuyeron, además, a la expansión de la influencia política china en toda la
zona y sirvieron como un acicate para la emigración, gracias a la cual se
produjo la colonización china en el Sureste asiático. Los descendientes de esos
primeros chinos emigrados continúan hoy en día viviendo en lugares como
Singapur, Malasia, Vietnam, Tailandia, Indonesia, Filipinas y, en menor medida,
por multitud de islas del Océano Pacífico".
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Dibujo del “junco” que bordeó el Cabo Diab en 1420,
según el mapa de Fra Mauro |
"Con el reinado del emperador Xuande
(1425-1435), la dinastía Ming comenzó una etapa de oscurantismo y aislamiento
del resto de naciones que ha durado varios siglos, siguiendo los preceptos
confucionistas de protección de la cultura china frente a nuevas tendencias
extranjeras. Esto hizo que Zheng He dejara de viajar y que su flota fuera
desapareciendo poco a poco. Muchas de sus naves fueron destruidas, incendiadas,
abandonas, reconvertidas en barcos de pesca o hundidas en el mar, con lo que el
poderío de China en esa época llegó a su fin y, desde entonces, el contacto con los
foráneos era limitado y reducido, hecho que contribuyó a que no solo los viajes
de Zheng He pasaran inadvertidos por el resto del mundo, sino también a que la
cultura, los inventos, la medicina, las artes, la literatura, la poesía o el
idioma chino fueran toda una incógnita para Occidente, más preocupados en
conquistar tierras en América o en abrir nuevas colonias en África".
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Viajes de Zheng He entre 1405 y 1433 |
Por otra banda, en China, el emperador
Xuande estaba más interesado en controlar los ataques por el norte de los
mongoles y en reflotar la economía china (que había descendido hasta cuotas
desconocidas con una inflación galopante) que en enviar más barcos a tierras
desconocidas. Además, su pronto fallecimiento dio paso a un emperador de siete
años, llamado Jungtong, que fue incapaz de controlar la política del país.
Tras sus siete expediciones, los marineros y subordinados de Zheng He
redactaron varios libros narrando sus aventuras, entre ellos se conserva Notas de los viajes a los países extranjeros. En este se describen
las características geográficas y naturales de las costas, las costumbres
locales, las condiciones de vida, la gastronomía y la variedad de artículos empleados
en esas sociedades, acercando naciones extrañas al pueblo chino, sobre todo a
los eruditos de las clases altas capaces de comprender los textos y asimilar la
existencia de “otro mundo”.
Uno de sus sirvientes, llamado Ma Huan, recopiló
las observaciones de Zheng He en un libro titulado Visión triunfal en un mar sin límites, mientras que Fei
Xin lo hizo en la obra llamada Visión triunfal: barcos navegando bajo un cielo
estrellado. Ambas se han convertido en documentos de gran importancia a la hora de
estudiar los viajes del eunuco y de comprender el intercambio entre la dinastía
Ming y las naciones extranjeras.
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Imagen de finales de la dinastía Ming,
que fue utilizada como carta de navegación |
Los documentos oficiales de sus viajes (en los que llegó a visitar más de 30 naciones) escritos por él mismo fueron,
sin embargo, destruidos por mandarines burocráticos de la época que no veían
con buenos ojos que un eunuco lograra tanto poder y prestigio dentro de la
corte Ming.
Hoy en día existen
todavía los astilleros originales en Nanjing donde sus naves fueron construidas,
así como los canales por los que se llevaban hasta el mar. También es posible visitar la tumba de Zheng He en Niushou (Nanjing, provincia de Jiangsu), donde algunos de sus restos (parte de su cabello, ropa, zapatos y algunas pertenencias) fueron
enterrados en 1435 (las crónicas relatan que su cuerpo fue arrojado al mar).
En 1985, durante el 580 aniversario del
primer viaje de Zheng He, su tumba fue restaurada según las costumbres
islámicas y se le añadió un mausoleo según el estilo de la dinastía Ming, con
frescos con mapas de sus viajes, al que se accede por una escalinata con 28
escalones de piedra dividida en cuatro secciones con siete peldaños,
representando los siete viajes que realizó durante su vida.
"Hay teorías que narran que Zheng He fue
mucho más allá de lo escrito hasta ahora. En la obra 1421, el año que China descubrió el mundo,
Gavin Menzies (un capitán de submarinos británico) afirma rotundamente que
las naves de Zheng He arribaron hasta Australia, Nueva Zelanda y el Polo Sur, que recorrieron toda América, la Antártica, el norte de África y llegaron hasta las
puertas de Europa. Es más, afirma que Cristóbal Colón y otros navegantes
europeos utilizaron los mapas cartografiados por Zheng He, que se llevaron los comerciantes italianos adquiridos en Arabia Saudí, para descubrir América.
Pese a que muchas de las afirmaciones de Menzies no cuentan con una evidencia
científica probada y son más bien elucubraciones con mucho sentido, el exoficial
británico tiene el mérito de lanzar una tesis provocativa que, de demostrarse
con una investigación más profunda y con el hallazgo real de restos de la
época, podría suponer un cambio radical de la historia de la humanidad".
En síntesis
Zheng He exploró el
Sudeste asiático, Indonesia, Ceilán, la India, el Golfo Pérsico, la Península
Arábiga y el este de África hasta el canal de Mozambique. Sus viajes produjeron
un importante intercambio diplomático, comercial, cultural y tecnológico con el
extranjero, desarrollando el tráfico naviero y promoviendo el crecimiento
económico en todas esas áreas.
A pesar de contribuir a demostrar la capacidad organizativa y el poder
tecnológico chino, no produjeron anexiones territoriales debido a la falta de
tradición de colonialismo e imperialismo en China. Tras
su muerte, los confucionistas impusieron de nuevo su visión de mundo, por lo
que en los siglos siguientes se impulsó el aislacionismo. No obstante, Zheng He
dejó una profunda huella en la sociedad china y,
en general, en todo el sureste asiático.
Pepe
Cocodrilo
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