Definición de Correveidile:

1. Persona que trae y lleva cuentos y chismes // 2. Blog de los amantes de la lengua de Cervantes


lunes, 31 de diciembre de 2018

Pregunte a la duquesa: "¡Ya es Navidad!"

¡Hola, mis queridos correveidileanos!

Pop art de Alberto Romero, 2014

¿Cómo estáis? Bien, espero... Yo sigo corriendo tras los regalos para las personas de mi familia, así como también para los que trabajan conmigo, a los que considero como si lo fuesen. ¡Por Dios! Que no me puedo creer que un año más ya ha pasado y estamos rumbo a 2019.

Entonces, antes de que el año nuevo arranque, he pensado que, con motivo de las fiestas navideñas, ¿por qué no os ofrezco algunas claves para una redacción sobre este tema? Además, me parece muy placentero.

Bueno, para empezar, tened en mente que Navidad, Navidades, Nochebuena, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes se escriben con mayúscula inicial por tratarse de nombres propios de festividades, según indica la Ortografía. Sin embargo, cuando Navidades y Navidad se refieren al periodo, se admite también su escritura con minúscula: “Cerca de 2,4 millones de pasajeros pasarán estas navidades por los aeropuertos canarios”. Además, y aunque ambas son correctas, se prefieren las formas Nochebuena y Nochevieja a las escritas en dos palabras Noche Buena y Noche Vieja. 

¡Feliz Navidad 2018!

Por otra banda, términos como feliz, próspero, amor, paz o felicidad, que suelen verse con inicial mayúscula (“El presidente del Gobierno deseó una Feliz Navidad a los periodistas”), se escriben, por tratarse de adjetivos y nombres comunes, con minúscula inicial: “El presidente del Gobierno deseó una feliz Navidad a los periodistas”.

Las expresiones tarjeta de Navidad o tarjeta navideña son preferibles a la voz inglesa Christmas y su consecuente hispanización crismas, cuyo empleo se realiza especialmente en España. Como siempre os digo, ¿para qué copiar palabras del inglés si tenemos una lengua tan rica como la castellana, no es verdad?

La representación de la escena del nacimiento de Jesús se escribe con minúsculas, el belén, ya que, aunque proviene del nombre de la localidad donde la Biblia sitúa el nacimiento, se usa en este sentido como nombre común. Solo se escribe con mayúscula inicial si se refiere a la ciudad en sí: “Jesús nació en Belén”. También se escriben en minúscula sus sinónimos nacimiento, portal y pesebre.

Se recomienda escribir Niños Jesús y Papás Noel como plurales de Niño Jesús y Papá Noel. Sin embargo, Papá Noel ha dado también origen al sustantivo común papanoel, referido, más que al propio san Nicolás, a las personas disfrazadas de este personaje y a los muñecos y adornos con su forma, que tiene menor uso y cuya forma plural es papanoeles.

Pop art de Alberto Romero, 2014

Bueno, mis queridos lectores, creo que con todo esto tenéis bastantes expresiones y usos nuevos para reflexionar y estudiar. Como siempre, ¡espero haberos entretenido!

 ¡Qué tengáis una feliz Navidad en familia!

La Duquesa

sábado, 29 de diciembre de 2018

Musiclicando 152: La Ley “Ya no estás”


Esta semana Musiclicando os presenta a La Ley, un exitoso grupo chileno de pop rock que se convirtió en uno de los más populares de su país, especialmente entre finales de los 90 y la primera mitad de la década de 2000, además de ser la única agrupación musical de Chile que ha sido galardonada con un Premio Grammy estadounidense.

El proyecto empezó en 1987, cuando Andrés Bobe Quinteros (guitarra), quien tocaba en la banda Paraíso Perdido, se unió a su amigo Rodrigo Aboitiz (teclado), que pertenecía a la banda Aparato Raro, así como también a la vocalista Shia Arbulu, quien fue la responsable por definir el nombre del grupo. Con la llegada de Luis Alberto “Beto” Cuevas (voz), Luciano Rojas (bajo) y Mauricio Clavería (batería), se conformó la formación de La Ley con la que fue grabada su primera placa independiente, “Desiertos”, en 1990.

Tras la salida del grupo de Aboitiz, en 1991, el cuarteto firmó un contrato con la grabadora Polygram y lanzó su primer disco, Doble opuesto. Un año después estrenó el homónimo La Ley, el cual les abrió las puertas para tocar en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar (Chile), donde recibieron el Disco de oro por su más reciente trabajo, así como el Disco de platino por las ventas de su primer álbum.

En el momento en el que la popularidad crecía, Andrés Bobe falleció en un accidente (1994). Sin duda, este fue un período conturbado, en el que se discutieron derechos de propiedad intelectual y contratos con los músicos, así como el futuro de la agrupación, ya que el líder fundador se había ido. En 1995 Pedro Frugone asume oficialmente la guitarra. Bajo la grabadora Warner Music de México, debutaron con el tercer disco, Invisible, que les dio reconocimiento internacional, además de permitirles hacer una gira de dos años para la divulgación de este trabajo.

Otro momento de gran éxito fue la grabación de una sesión acústica para la cadena de televisión MTV, La Ley MTV Unplugged, con la que recibieron 3 nominaciones a los Premios Grammy (Mejor álbum vocal por un grupo de rock), del mismo modo que ganaron varios Discos de oro y platino en Latinoamérica. En 2005 los integrantes decidieron separarse, momento a partir del cual pasaron a dedicarse a proyectos en solitario.

El regreso del grupo se produjo en 2013, para una presentación en el Festival de Viña del Mar de 2014. Una curiosidad fue la incorporación durante esta etapa de Zeta Bosio, exbajista de Soda Stereo, lo que sirvió para rendir homenajes tanto al fundador, André Bobe, como al vocalista de Soda Stereo, Gustavo Cerati. Entonces empezaron la gira “Retour”, que pasó por países de Latinoamérica, incluido Chile, donde la banda no tocaba desde hacía 9 años.

En 2016 se estrenó Adaptación, álbum acompañado por una gira mundial que se completó con más de 60 fechas en abierto, puesto que los integrantes anunciaron el fin de La Ley el 29 de julio de ese mismo año. Una anécdota de esta gira ocurrió en Los Ángeles, cuando el afamado director de cine Quentin Tarantino se subió al escenario por ser fan declarado de los artistas.

La disolución partió de Beto Cuevas, quien declaró en la época que "no estoy dispuesto a enfermarme haciendo lo que más amo. Para mí eso es venderle el alma al diablo y yo no soy de ese equipo(...), elegí ser yo nuevamente, ser honesto con lo que hago y no estar en un lugar solo porque hay una estructura y un contrato". Sin embargo, pocos meses después, sus 4 excompañeros (Aboitiz, Clavería, Frugone y Rojas) lanzaron la banda DíaCero, en la que tocan temas de La Ley.

La canción que elegimos para nuestros lectores es “Ya no estás”, extraída del último lanzamiento de la banda, con un ritmo más pop que rock.

¡Esperamos que la aprovechéis!


Dúo Calavera
(Adaptado de diversas fuentes)


"Ya no estás”

Busco un momento perdido en el tiempo para encontrarte,
porque a pesar que no estás, vives siempre en mí.

Tengo memoria de toda la euforia que me causaste,
con solo una mirada lograste dejar algo en mí,
 para dar.

Eres viento que se va, imposible de atrapar,
cuando cerca te siento, ya no estás.
Eres gotas en el mar, imposibles de contar,
cuando al final te entiendo, ya no estás, 
ya no estás.

Vengo de vuelta abriendo las puertas para esperarte
porque no sé cuándo vas a volver aquí.

Lo que demora suspende la historia hasta que es muy tarde,
no olvides que en la vida siempre hay que sembrar
y recibir para dar.

Eres viento que se va, imposible de atrapar,
cuando cerca te siento, ya no estás.
Eres gotas en el mar, imposibles de contar,
cuando al final te entiendo, ya no estás, 
ya no estás.

Deja ya
de huir.
Deja de escapar
en soledad,
no ganas nada.

Eres viento que se va, imposible de atrapar,
cuando cerca te siento, ya no estás.
Eres gotas en el mar, imposibles de contar,
cuando al final te entiendo, ya no estás, 
ya no estás,
ya no estás.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Musiclicando Retro: "Haydee Mercedes Sosa. La eterna voz de Latinoamérica”


 

El Musiclicando Retro y el blog Correveidile rinden este mes un sentido homenaje a Mercedes Sosa, cantante que nació el 9 de julio de 1935, en San Miguel de Tucumán, un pequeño pueblo ubicado al noroeste de Buenos Aires, Argentina. Su madre, Ema Del Carmen Girón, la llamaba “Marta”, pero ya en el universo musical recibió el apodo cariñoso de “La Negra”. La infancia de esta profesional fue muy dura, Sosa tenía muchas carencias materiales, así que sin saber ni tan siquiera si tenía talento para la música, decidió participar en un concurso musical interpretando la canción “Castillito de arena”, pero fracasó.

Esa misma canción era interpretada por Lolita Torres, que además de ser una gran cantante bailaba muy bien. Entonces, tal parecía que Mercedes no tenía la misma gracia que Lolita. Mercedes, junto con su marido Óscar Matus, dio un exitoso concierto en la Universidad, gracias a lo cual otras puertas se fueron abriendo para ella. Así que Matus tuvo la oportunidad de grabar el primer disco de Sosa, Canciones con fundamento, con un sello independiente, la RCA Víctor. Por el hecho de no ser un trabajo tan comercial, Mercedes no recibió nada por el mismo, pero el disco fue difundido en algunos países, incluso llegó a Japón.

En 1967, después de una gira exitosa por Estados Unidos y Europa, Mercedes lanzó un nuevo e imprescindible trabajo Para cantarle a mi gente. Hay que destacar que, en esta misma época, Argentina estaba bajo un régimen militar, entonces Ariel Ramírez le propuso a Mercedes ser la voz de Mujeres argentinas, hecho que le cerraría las puertas de la radio Nacional gubernamental.

Sin embargo, eso no la frenó. Entre sus grandiosos trabajos, Sosa rindió homenaje a Violeta Parra, cantante chilena, con el disco Mercedes Sosa homenaje a Violeta Parra y también participó en la película La tierra en armas. A pesar de todo, la carrera de Mercedes siguió su curso y, en 1973, grabó Traigo un pueblo en mi voz. En 1977 preparó también un homenaje a uno de los grandes compositores y cantantes populares argentinos: Mercedes Sosa interpreta Atahualpa Yupanqui.

Libro
Cabe recordar que la situación política en Argentina estaba cada vez más difícil, lo que obligó a Mercedes a irse al exilio, que duró 4 años. En 1982, “La Negra” volvió a Argentina, cuando ya se estaba terminando el régimen militar, entonces, en el Teatro Ópera de Buenos Aires, Sosa dio varios conciertos, lo que se convertiría en un nuevo trabajo Mercedes Sosa en Argentina. En cierto modo, Mercedes inició un nuevo momento en su carrera.

En 1983, grabó otro disco que, sin duda, fue uno de sus grandes éxitos Un son para Portinari, con registros de varias canciones de grandes artistas argentinos “María María” e “Inconsciente colectivo” de Charly García o “La masa” y "Unicornio", entre otros. Sosa mantuvo su ritmo de trabajo y en 1984 finalizó ¿Será posible el sur? 1985 fue un año mucho más importante gracias a Vengo a ofrecer mi corazón, con canciones de sus amigos argentinos Fito Páez y Víctor Heredia.

La inquietud de Mercedes la llevó hasta Alemania y Europa central, por lo que de esta importante gira nacería el trabajo, Mercedes Sosa 86 en el que participaron como invitados el bandolonista Leopoldo Federico o el grupo Markama. En 1988, grabó Amigos míos, con las participaciones de Teresa Parodi, Charly García, Pablo Milanés, Fito Páez y los brasileños Milton Nascimento y Raimundo Fagner. En 1991 ve la luz Sino y, junto a Fito Páez, participa en la banda sonora de la película Convivencia.

En el año 1996 sale Escondido en mi país, un disco dedicado al Folklore, que fue llamado por muchos: El baño de Folklore. Gracias a este, da varios conciertos en el Teatro Ópera en Buenos Aires, recibiendo un público culto, lo que no le gustaba nada a Mercedes, porque ella quería cantar para las personas más simples de su país. En 1997 se lanza Alta fidelidad, un disco de Charly García.

Ya en el 2000, Mercedes que en su larga carrera ya había interpretado varios ritmos musicales, como folklore, tango, pop y rock, volvió a grabar canciones folklóricas y con el disco La misa Criolla, compuesto por Ariel Ramírez, se fue de gira por el mundo alcanzando un éxito total y conquistando el Grammy Latino a la mejor interpretación de una obra musical. En 2001, junto a Víctor Heredia, León Gieco lanza el disco Argentina quiere cantar, un trabajo que agradó muchísimo al público argentino.

Libro
Mercedes Sosa, además de ser la cantante que mejor representó a su tierra, también fue protectora de sus incontables amigos argentinos, de manera que muchas veces compartió escenario con ellos, los amó, abrazó y realizó diversos trabajos: Teresa Parodi, Julia Zenko, Antonio Tarrago Ros, Facundo Saraiva, León Gieco, Roberto Carabajal, Cuti Carabajal, Charly García, Pedro Aznar y Fito Páez, entre otros.

En otras palabras, Mercedes Sosa no fue solo la mayor cantante de Latinoamérica sino también la identidad de un pueblo que vibró a través de su voz, su amor, su fuerza, su Arte y cultura, que estaba siendo representada en muchos países del mundo. Sin embargo, muy cansada y ya enferma, Sosa siguió su carrera dando conciertos y grabando trabajos durante algunos años más y, dado que era extremadamente profesional, tuvo clases de canto hasta dos meses antes de morir, el 04 de octubre de 2009, cuando dejó la vida para eternizarse en la Historia.

El escritor argentino, Rodolfo Braceli, escribió la biografía de Mercedes Sosa, que fue lanzada en 2003, Mercedes Sosa, “La Negra” y Fabián Matus, su hijo, también escribió recientemente, junto a Maby Sosa, el libro Mercedes Sosa. “La mami”. Y yo, para recordar a la gran Mercedes Sosa, la artista incombustible, seleccioné una canción que se titula “Todo cambia”, compuesta por Julio Numhauser.

    ¡Espero que la disfrutéis!

 Jorge Martins de Almeida



“Todo cambia”

Cambia lo superficial.
Cambia también lo profundo.
Cambia el modo de pensar.
Cambia todo en este mundo.

Cambia el clima con los años.
Cambia el pastor su rebaño.
Y así como todo cambia,
que yo cambie no es extraño.

Cambia el más fino brillante,
de mano en mano su brillo.
Cambia el nido el pajarillo.
Cambia el sentir un amante.

Cambia el rumbo el caminante
aunque esto le cause daño
y así como todo cambia,
que yo cambie no es extraño.

Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.

Cambia el sol en su carrera,
cuando la noche subsiste.
Cambia la planta y se viste,
de verde en la primavera.

Cambia el pelaje la fiera.
Cambia el cabello el anciano.
Y así como todo cambia,
que yo cambie no es extraño.

Pero no cambia mi amor,
por más lejos que me encuentre,
ni el recuerdo, ni el dolor,
de mi pueblo y de mi gente.

Lo que cambió ayer,
tendrá que cambiar mañana,
así como cambio yo 
en esta tierra lejana.

Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia. 
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.

Pero no cambia mi amor,
por más lejos que me encuentre,
ni el recuerdo, ni el dolor
de mi pueblo y de mi gente.

Y lo que cambió ayer,
tendrá que cambiar mañana,
así como cambio yo,
en esta tierra lejana.

Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.
Cambia, todo cambia.


Fuentes consultadas:

martes, 25 de diciembre de 2018

"Vicente" de Adenildo Lima (Cuento inédito)



Tenía en la mirada el silencio de quien prefiere una sonrisa a palabras sueltas, desprovistas de sentido o nexo. Sí, es probable que Vicente fuera una persona solitaria y, de ser así, prefiriera estar consigo mismo reflexionando o simplemente esperando que la vida siguiera con sus dilemas. Se sabe también que se ha vuelto aún más callado después de la muerte de su abuela. Y es comprensible, ya que toda la familia se había ido a vivir en la ciudad y solo los dos resistieron a abandonar la finca. Y con el fallecimiento de doña Ceci, la única persona allí, en aquel sitio, con la que él podía comunicarse, por lo general con pocas palabras, con una mirada, con una sonrisa, era o con María o con Ritita.

Y María demostraba un cierto cariño por él. Un buenos días, un buenas tardes, un hola eran frases que los conectaban a ambos. Vicente era un hombre que se despertaba con la salida del sol y solo regresaba del trabajo al atardecer; a veces en plena luz del lunar.

—Buenas noches, Vicente, ¿cómo te va?, preguntaba María Rita.

—Todo bien, Ritita. Le contestaba con la cabeza gacha y seguía camino.

·        

Vicente vio a Ritita nacer y crecer, ella era la hija mayor del señor Joaquín y María. Durante la niñez era llamada María Rita, pero con el tiempo la gente fue llamándola de Ritita y así se volvió conocida para el resto de su vida.

·        

Con el acordeón en los brazos, a Vicente le gustaba quedarse por la noche escurriendo los dedos por sus teclas.  Nunca estudió música, hacía todo de oído; es más, nunca había ido a una escuela. Encendía la radio y se quedaba atento a la armonía, después cogía su instrumento y tocaba varias canciones. Cuando se iba a contar historias en el patio, en la casa de María, él era una de las atracciones principales. Pero eso sucedió en una época en la que hubo mucha gente viviendo allí, con el paso del tiempo la finca se fue deshaciendo y se convirtió en un gran vacío, en una extrema soledad. Y la soledad es un grito silencioso tan fuerte dentro del sujeto, que corroe el estómago poco a poco, reflexionaba él, en pleno silencio consigo mismo allá acostado en su cama de viento, al sonido de su radiecita de pilas, mirando el tejado, con un quinqué encendido encima de un taburete al lado de su cama.

·        

En la época de corte de caña, Vicente lograba ganar un dinero razonable, estaba considerado uno de los mejores cortadores de aquella región, si no el mejor. Se despertaba de madrugada, tomaba un café cargado para despertar, a veces comía un plato lleno de mandioca, de harina de maíz o de farofa hecha de harina de mandioca. Y aún en la oscuridad se iba hacia el cañaveral con una bangaña llena de agua. Y así, sucesivamente, todos los días de lunes a viernes y, a veces, también el sábado.

En general, mientras cortaba caña, cantaba una canción cualquiera, aquellas canciones que escuchaba en su radiecita de pilas. Albergaba en su interior un deseo enorme de ser cantante, por ende, no se sabe con certeza si era apenas un deseo o un sueño, porque en las condiciones en las que vivían, tal vez no estuviese permitido soñar, ya que el sueño proviene de esperanzas, como si fueran semillas en una tierra en la que anhelasen nacer.

·        

Cierta vez en el cañaveral, Vicente presenció una escena aterradora. Eran unas tres de la tarde. Un joven llegó con una hoz en la mano, saludó con un buenas tardes al hombre que ataba la caña. En seguida se ofreció, gentilmente, a ayudarle. Él aceptó, ya que la estera era enorme y tan solo terminaría sobre las seis de la tarde.

—Hoy cortaste mucha caña, eh. Le decía el joven y, mientras tanto, el filo de la hoz sobre la paja brillaba a la luz del sol.

—Sí, llegué muy temprano, tengo que conseguir un dinerito para comprar la leche de los niños. Contestó el hombre y agradeció la gentileza del joven.

Y así ellos ataban y hablaban. La tarde iba pasando, el sol iba siguiendo su camino de encuentro con la noche, para dar lugar a la luna.

·        

Vicente se encontraba un poco distante, pero conseguía verlos a los dos. En un determinado momento, el chico cogió la hoz y comenzó a pelar una caña. El hombre seguía atándola, con la cabeza gacha. Y sin que él se diera cuenta; el joven, del que hasta hoy no se sabe el nombre, le dio una hozada en el medio del cuello. Vicente. al ver aquella escena terrible, salió corriendo. Y otras personas que estaban en el cañaveral también corrieron. Una mujer salió gritando con un niño en los brazos y una embarazada llegó a caerse, mientras corría.

·        

El cuerpo de aquel señor se separó de la cabeza. El asesino pronunció algunas palabras, a sangre fría, que ahora todo estaba resuelto y el ajuste de cuentas estaba concluido.

·        

Al llegar a casa, Vicente, se puso a reflexionar sobre la terrible escena presenciada. Tras pasados unos días, se enteró por boca de algunos cotillas que el muerto, hacía tiempo, le había pegado unos tiros a un hombre. No se sabe a ciencia cierta, algunos dijeron que fue por celos. Y otros comentaban que el criminal era un psicópata que mataba por placer. Y algunas personas comentaron que, un año después de lo ocurrido, dicho asesino fue asesinado por un descuido, al tratar de cobrarse otra víctima.

·        

La violencia le asustaba un poco, y esta estaba ganando cada vez más dimensión en aquella región. Vicente se quedaba pensando, pensando... pero, ¿qué podía hacer? Se preguntaba en pleno silencio consigo mismo. Y, para aliviar un poco los tormentos de la existencia, tocaba en su acordeón de dieciocho bajos. La armonía ganaba a la noche y el sonido penetraba por el desierto y aquello transmitía paz. Vicente tenía un cariño muy grande por aquel instrumento, era como si fuera un hijo o una persona muy amada en su vida; a fin de cuentas, era su fiel compañero en sus momentos buenos o malos del día a día.

·        

Una noche, cuando los niños ya estaban durmiendo, a unas diez de la noche aproximadamente, María estaba sola en el patio contemplando la luna y las estrellas en el cielo y, al mismo tiempo, oía el sonido del acordeón de Vicente. Movida por la armonía sonora de aquel acordeón, se levantó y decidió ir hacia allí.

 —Vicente. Le dijo.

Al oír su voz, él dejó de tocar y le preguntó si iba todo bien. Ella le dijo que sí. En seguida fue invitada a entrar. Tomaron un café y él prosiguió tocando.

—Eres un artista, Vicente.

—¡Qué va! Le contestó, sin gracia.

·        

Aquella noche fue una de las más preciosas en las vidas de María y Vicente. Los dos hicieron el amor como hacía mucho tiempo. Se entregaron intensamente. Cada beso tenía un sentido, un sabor. Todo fue tan maravilloso, pensaba María acostada en su cama en plena madrugada. 

Después de aquella noche, parece que la vida empezó a tener otro sentido para ellos. Vicente pasó a tener otro semblante, parecía sonreír. Y así se quedó durante un buen tiempo.

·        

Pero, entre una sonrisa y un deseo de esperanza expuestos en la mirada de Vicente, la tristeza no tardó mucho en apoderarse de él. Poco tiempo después de dicha noche, María falleció. Para Vicente, la existencia perdió todo el sentido, se volvió taciturno, lúgubre, arrinconándose. Abrió mano del trabajo y nunca más toco el acordeón. Pasaba las noches en vela. Se acostaba y el sueño no venía. Se levantaba, tomaba un café y se sentaba en el alpendre de la casa. Y así se quedó varios días, muriendo poco a poco, sin encontrar razones para seguir adelante.


Después desapareció...

Su casa se quedó sola, en una extrema soledad. Su perro también se entristeció aullando, aullando.


Vicente no fue visto nunca más, es posible que se convirtiera en semilla y, de ser así, haya renacido en algún lugar como árbol.

Adenildo Lima
Traducción de Mei Santana