Final de la traducción de la entrevista realizada a Nélida Piñón.
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Antônio
Maura: Una de las cosas que me sorprendió en este libro, fue
este primer cuento, que da título al libro, La
camisa del marido (2015). En mi opinión, es un cuento que tiene una fuerza
tremenda, casi cruel, porque hay un asesinato,
no sé si resuelto o si se resuelve en la incógnita, pero que, además de ser un cuento dramático, es también coral
porque intervienen todas las voces. No solo me impresionó este cuento, sino
todos los demás, puesto que todos los relatos son de una enorme intensidad y
muy rurales también.
Nélida
Piñón: Yo creo lo siguiente: No se trata de lo rural por lo
rural, con las vacas, bueyes, gallinas, corderos y el campesino. Es otra cosa: lo
rural tiene una extraordinaria concentración de mitos, que lo urbano no tiene. Lo
urbano tiene una ligereza, una agilidad, una prontitud, una ansiedad y un nerviosismo
que, para mí, no crea aquellos mitos que tendrían o deberían tener una conexión
con el mundo arcaico. ¿Lo urbano es un mundo con violencias? Claro. Todo es muy
difícil, pero está permeado por una miseria fugaz, todo es efímero. Todo es
rápido. No te transmite la sensación de un árbol creciendo: puedes plantar un
árbol y ese árbol va a crecer para tu hijo, para tu nieto, para la humanidad.
Así que, pienso que el mundo rural, con todos estos animales apacentados, la sensación que se tiene es la de que el tiempo no avanza en aquella prontitud aterradora. Y que todo lo que allí está va componiendo un universo que ya existió y que tal vez exista sin que te des cuenta: porque allí está Nerón, Tucídides, allí están historiadores como Heródoto... Me apasionan los recursos que el mundo rural, como se suele decir, engendra: grandes personajes. Puede ser lírico, pero en medio de lo lírico hay una voluptuosidad, de lo fuerte, de lo violento, de lo que quiere permanecer para siempre.
Así que, pienso que el mundo rural, con todos estos animales apacentados, la sensación que se tiene es la de que el tiempo no avanza en aquella prontitud aterradora. Y que todo lo que allí está va componiendo un universo que ya existió y que tal vez exista sin que te des cuenta: porque allí está Nerón, Tucídides, allí están historiadores como Heródoto... Me apasionan los recursos que el mundo rural, como se suele decir, engendra: grandes personajes. Puede ser lírico, pero en medio de lo lírico hay una voluptuosidad, de lo fuerte, de lo violento, de lo que quiere permanecer para siempre.
AM: Otro
aspecto, Nélida, que me gustó mucho, y que me pareció muy importante en este
libro de cuentos, es que prácticamente todos ellos están representados por un
personaje femenino, a excepción de algunos. como el relato de Camões...
Nélida
Piñón: Pero también hay hombres...
AM: También...
Nélida Piñón: El libro Fundador tiene
personajes redondos, es decir, personajes masculinos redondos. Ahora, hay otros
libros míos en los que la mujer, aparentemente, tiene cierta discreción, pero
tiene una actuación fuerte. Yo hice mujeres distraídas, cuya distracción tenía
una filosofía de resistencia: ella fingía prestarle atención al hombre, que le
imponía procedimientos, comportamientos, que le daba órdenes. Fingía atender,
pero de una manera tan distraída, que él se daba cuenta de que no conseguía
nada con ella. La distracción era una protección, un escudo para la mujer. A
veces, la distracción es un escudo. Y hubo personajes, mujeres, mucho más
fuertes, claro. “Caetana” (Cayetana), por ejemplo, era una figura fuerte. Varias mujeres. Yo
creo que hay un equilibrio.
Sin embargo por la época, a veces, una historia
pide que aquel personaje se destaque de algún modo, alguna escena que le
favorezca, que le permita llegar a la cumbre de los sentimientos, del erotismo,
como A casa da paixão (La casa de la pasión). Marta es una
figura que manipula a los hombres por medio del erotismo y del control del
deseo... Así que creo que tiene mucho que ver con la historia que va a ser
contada. Hay historias que piden que alguien tenga un mayor peso narrativo y, a
veces, historias en las cuales hay un equilibrio... Digamos que se reparte la
escena, la presencia en la escena.
Pero, de todos modos, pienso que es
importante que la mujer pueda ser registrada de forma narrativa por una mujer, pero
no para tomar partido porque no creo en esto. Creo que la mujer escritora debe
tener condiciones en relación a la humanidad, al entorno humano, para escribir
igualmente nobles a hombres y mujeres, con la misma competencia. Porque si ella
no tiene competencia para hablar de los hombres, los hombres no tienen
competencia para hablar de las mujeres. Entonces, cuando Flaubert decía Emma, c’est moi es porque sabía que
estaba listo para hablar como una mujer.
El escritor importante, el escritor
que tiene amor por la Literatura, sabe que debe empeñarse para invadir la
psique y el cuerpo humano sea como sea. Debe tener un voltaje proteico, de
Proteo. Es algo que digo mucho: un escritor no puede permitirse una evasión,
ausentarse de la sala, ausentarse del cuerpo de las personas. Mi deseo es
invadir el cuerpo de todo el mundo, no como una apropiación indebida, sino para
poder comprender quiénes somos. Repartir mi poder de percepción, de
comprensión, mi compromiso con la vida entre hombres y mujeres. Si no es así,
es un fracaso.
De esta suerte, uno se quedará con una
literatura dulce y el otro con una literatura de prejuicios contra el personaje
femenino. Entonces, este equilibrio es muy difícil, pero hay que creer en la
alteridad. Y, para sostener esta alteridad, yo defiendo la ambigüedad. No es
necesario definir la ambigüedad, pero explica a qué se vino. Uno ve: Machado de
Assis era un maestro en la ambigüedad.
AM: Machado,
a quién está dedicado el libro...
Nélida
Piñón: Bueno... Nunca nadie había dedicado un libro a Machado
de Assis... Ningún brasileño. Nunca. Me emocioné tanto cuando tuve esta idea,
al maestro de todos nosotros... Me dije: “Dios mío, Nélida, qué belleza...”,
suelo decir, ahora bromeando, pero con todo cariño y respeto, que fue la
paloma, la palomita, que me ayudó a pensar.
AM: Ciertamente,
en este libro de cuentos, hay tres nombres de tres importantes escritores: uno
de ellos, como comentamos, es Machado, pero también están Cervantes y Camões.
Nélida
Piñón: Y personajes históricos como Carlos V.
AM: Correcto,
Carlos V también... Veo en este libro una gran presencia ibérica. No solo
porque haya relatos que hablan de la zona rural de Galicia, sino tambien por
las referencias españolas: Cervantes, Carlos V...
Nélida
Piñón: Carlos I... y V del Sacro Imperio...
AM: Y
el propio Camões, que en el décimo canto de Os
Lusíadas menciona Brasil solo una vez...
Nélida
Piñón: Yo exploto eso, es verdad. Pero, resulta que en ese
libro, uno se da cuenta solo: hay una genealogía familiar. Es una historia
sobre la familia, para el bien y para el mal. Tanto es así que digo en varios
lugares, y también fue muy citado aquí, que la familia te beneficia o te
arruina. Y lo peor: no te puedes librar de ella, es para el resto de tu vida. Uno
va a arrastrar a esa familia, incluso aunque la hayas anulado, hasta el final. Por
ejemplo, se puede llegar ante un juez y pedirle que elimine tu nombre. Yo soy
Nélida, no quiero más ser Nélida, sin embargo el apellido no se puede. Ningún
juez te permitirá hacer eso. Te vas a quedar con tu apellido, que es la marca,
el estigma de la familia, hasta el final de tu vida. Por lo tanto, en cierto
modo, la cuna anuncia tu túmulo. ¡Oh, Dios mío, cómo me gustó eso ahora...!
AM: (Risas...)
Nélida
Piñón: Sin embargo, es la familia la que marca la trayectoria. Somos
mucho la familia. Además de la familia sanguínea, somos seres gregarios: nos
unimos en tribu en torno al campo de fútbol, en torno a nuestras carencias. Y
nuestras carencias pasan por la convivencia humana, incluso por el fracaso de
la convivencia. Algo que no es fácil.
AM: Antes
comentabas que este retorno a la narrativa no fue tan insólito porque ya
estabas trabajando en una novela, y es más: sigues trabajando en varios
libros... Me gustaría que hablaras sobre tus proyectos inmediatos.
Nélida
Piñón: Mira, los proyectos existen a partir del momento en el que
son publicados. Antes, hay una cierta fabulación, una cierta fantasía. Pero, en
realidad, estoy con un libro de ensayos listo, que solo estoy limpiando para
entregarle al editor. Ellos quieren mucho un libro de frases breves, de efecto
real.
AM: De
aforismos...
Nélida
Piñón: Exactamente, que tenga consecuencia. Y, además de otras
cosas, quiero retomar esa novela: fuerte, fortísima...
AM: ¿Puedes
hablar sobre ella?
Nélida
Piñón: No, no puedo. Pero, es fuerte. Quién leyó los primeros
capítulos fue Carmen Balcells. Me acordé de eso ahora. Se horrorizó. (Risas...)
AM: (Risas...)
Nélida
Piñón: Por ende, le gustó mucho, dijo: “¡Qué fuerza, Dios
mío!”. A ella le encantó este libro. Yo tengo ese recuerdo de ella. Carmen era
una gran lectora. Para que tengas una idea, salió ahora en Brasil la edición
conmemorativa de los treinta años de A
república dos sonhos (La república de
los sueños). Y quien escribió un largo ensayo, por señal un bello ensayo,
fue el novelista Alberto Mussa que ella leyó en portugués y le gustó mucho. Y
se quedó tan impresionada con el significado de lo que yo representaba como
escritora, perdón por decirlo, pero fue lo que ella me dijo... Decía: “Pero es
una cosa fantástica, tu obra...”, entonces ella comenzó: “Yo siempre aposté por
ti”. Fue muy bonito.
AM: ¿Este
artículo del que hablas fue publicado en Brasil?
Nélida
Piñón: Está en el libro, en la edición brasileña, en la introducción
del libro. Incluso ahora, el día 18 de noviembre [de 2015], habrá una especie
de lanzamiento del libro, será una pequeña celebración y habrá un debate para
el público, con Alberto Mussa y conmigo.
AM: Otra
cosa que pienso que va a interesarle a muchos españoles y a los estudiantes
brasileños es conocer la opinión de Nélida Piñón sobre el estado actual de la Literatura
brasileña.
Nélida
Piñón: Bueno, creo que es una literatura continuamente en
progreso, que no ha dejado huecos, vacíos. Puede que aún no haya surgido entre
los más jóvenes algo espectacular, pero están saliendo autores que tienen una
dimensión narrativa más o menos brillante... Pienso que, además de todo esto,
es impresionante la cantidad de personas que están publicando, escribiendo,
pensando de forma narrativa, creyendo en la literatura, siendo brasileños y
viviendo en Brasil. Para mí esto es admirable. Y otra cosa: con características
propias y producidas en las múltiples geografías de Brasil. Hay personas que
huyeron del eje Rio–São Paulo. Esto es realmente digno de ser admirable.
AM: ¿Qué
crees que vas a dejar, como escritora y como persona, en Brasil y en el mundo?
Nélida
Piñón: De repente, la gente se asusta cuando habla de herencia,
porque ya supone mi muerte. Pienso que, tal vez, deje un buen ejemplo. Creo que voy a dejar una
obra seria, voy a dejar paradigmas. Fui una mujer actuante; fui una mujer,
todavía lo soy; una mujer que amó la Literatura por encima de todo, que no hizo
concesiones, que defendió la narrativa, el oficio de escritora con uñas y
dientes, que defendió la elegancia moral del escritor... Pienso que, quizás, yo
dejaré esa herencia. Pero quien va a decir eso es el futuro. Uno puede tener esa
pretensión, pero eso, ni tus contemporáneos pueden afirmarlo, solo los que
vendrán después. Alguien puede descubrir tu obra, creer que se puede prorrogar,
que merece ser leída y merece ser estudiada. Entonces, yo entrego dichos
designios al porvenir.
AM: En
un artículo de hace unos años, nuestro amigo en común y también académico,
Domício Proença [Presidente de la ABL (Asociación Brasileña de Letras) en la
actualidad], te preguntó sobre A
república dos sonhos, y afirmaste que era tu "suma teológica". No
sé si te acuerdas de esta respuesta.
Nélida
Piñón: Perfectamente.
AM: Bueno,
quiero que me hables sobre esta suma
teológica, dado que hay una Nélida, de la que hablamos antes, que equilibra
personajes masculinos y femeninos, pero hay una Nélida teológica, por decirlo
de alguna manera, una Nélida religiosa que, incluso, escribió esa suma
teológica.
Nélida
Piñón: No creo que haya una Nélida religiosa. Hay una Nélida
interesada en Dios. En la historia de Dios a lo largo de la humanidad. El Cristianismo.
Un Cristianismo que, tal vez, en el siglo III o siglo II, era incipiente de algún
modo y que hizo frente a un paganismo, desde entonces, existente. Lo que
resultó de ese encuentro, de ese enfrentamiento entre el paganismo, aún
existente en muchas mentes, y el cristianismo es algo extraordinario. Me parece
que fue un momento de excepcional libertad: adorar a varios dioses y aceptar
los designios propuestos por Cristo. Así que el mundo de la creencia, de la
religión, prefiero decir de la credulidad, de la invención, de los dioses, del
propio Cristo, es extraordinario, porque pautó conductas civilizadoras, tanto a
partir de los griegos y de otras civilizaciones, como a partir del Cristianismo.
Si lees bien, por ejemplo, Pablo está
considerado un misógino, lo que me parece que es una locura... Pablo no era
misógino. Pablo era un genio. Lo que me interesa es el pensamiento de Pablo, el
pensamiento de San Agustín, de Santo Tomás de Aquino, de ahí que haya hablado
de la “suma”, porque fueron hombres que representaron a su tiempo, la barbarie
de su tiempo, el pensamiento de su tiempo. Y que, tal vez, no permitieron que
Europa fuese algo que no es. Ayudaron a convertir Europa en lo que hoy se conoce.
De modo que la idea del pensamiento teológico me fascina de verdad. Estábamos
hablando de Pablo, que en las encíclicas, en las cartas, en Corintios,
encuentra la llave de la expansión del Cristianismo. Cuando dice, por ejemplo,
que basta con circuncidar el alma. ¿Los griegos iban a circuncidarse, a cortar
el prepucio? Entonces, lo dice así... ¡Mira, qué genio! Basta con circuncidar
el alma. Con ello, todo el mundo podría abrazar el Cristianismo.
Creo que todo esto me hace de mí la
escritora que soy, porque tengo formación para circular en las diversas
civilizaciones. No se puede, como escritor, tener una formación estrecha. Tienes
que haber circulado por los océanos, por el Atlántico, el Pacífico, el Índico. Hablo
metafóricamente, ¿verdad? Tienes que, de algún modo, alimentar, fomentar tu
imaginación. La imaginación nace pequeña. Yo creo eso. Tanto que es muy común
encontrar a autores en los que, en su segundo libro, su imaginación ya ha
decrecido. Por lo que hay que pasar el resto de la vida alimentando la
imaginación. ¿Cómo? Con analogías, con hechos históricos, con comparaciones. Fermentar
lo que estaba oculto, subyacente. Es la historia de la humanidad. Si uno se
sumerge en un siglo, se ven figuras fantásticas, que pueden incentivar hasta otros
personajes. Hasta que te des cuenta de que, de hecho, las tragedias griegas
están entre nosotros. Ellas no desaparecieron, solo que, a menudo, nuestras
tragedias no tienen la elocuencia de Eurípides.
AM: En
efecto, en este libro que acabas de publicar en España, hay muchas cosas de la
tragedia griega...
Nélida
Piñón: ¡Efectivamente! Estoy muy influenciada por el teatro
griego. Y por el teatro del mundo: porque comencé a ver espectáculos muy pronto.
Siempre pensé que aquellas historias, aquellos hechos humanos, aquellas
pequeñas epopeyas, por decir alguna cosa, no podrían ser trasplantadas al
escenario o representadas en él, eran una falsedad ideológica. Siempre pensé
que la Historia de la humanidad, el recorrido aventurero del ser humano se podían
narrar. La vida es narrable. No hay nada que no se escriba, siempre que se crea
que es posible captar el sentido de las cosas, tratando de entender que no es
su deber aclarar, es su deber insinuar.
AM: Recuerdo
que una vez hablamos, en Salamanca, sobre una autora que considero una figura
fundamental, no solo como mujer y como escritora sino también como una persona
íntegra. Me refiero a Santa Teresa de Jesús. Podrías decirme algo acerca de
esta figura, puesto que, además, estás muy unida a ella.
Nélida
Piñón: Va a salir un libro ahora en Brasil, ¿lo sabías?
AM: No,
no lo sabía...
Nélida
Piñón: Está organizado por los españoles, por la Embajada de
España, y ellos me pidieron que escribiese el prólogo. Logré hacerlo, cinco
páginas que escribí aquí en España y se las envié. Saldrá ahora. En diciembre
[de 2015] será el lanzamiento. Teresa era una vanguardista. Era de un
pensamiento de vanguardia. Trataba a Dios con igualdad. Tan solo eso ya es un
milagro. Porque, de manera general, los hombres, los seres humanos, (ese Dios
como lo quieras imaginar) eran sumisos a Dios, suplicaban, mendigaban. Ella no.
Ella criticaba a Dios, por eso decía que Dios estaba en un puchero.
Entonces, esa capacidad suya de
oralidad, con la que ella conversaba en pensamiento, eso es una cosa muy rara. Yo
vivo buscando la oralidad. Hay una cierta oralidad en mi texto, sobre todo en La República, el mundo de las aldeas,
donde hay que entrar en un mundo rural, captar esa oralidad, aunque sea de
manera sofisticada. Teresa tiene el esplendor de la oralidad. A mí me lo parece.
Eso sin mencionar, por ejemplo, la creencia en la levitación. Es maravilloso
que ella creyera que podía levitar. Si lo creía es porque tenía alas. Porque tenía
poder. Porque competía con Cristo.
Ella hacía milagros. Soy una admiradora de
su pensamiento, de su escritura, de esa mujer que salió por el mundo de aquella
región de Ávila y mira qué principio tan extraordinario: va restaurando
capillas abandonadas. Ella da vida a lo que está en ruinas. Eso, metafóricamente,
es maravilloso, dicho de otro modo, sustenta la vida después de la muerte.
AM: Para
finalizar, quisiera preguntarte: Tú, que estás muy unida a Cataluña y cuya gran
amiga fue la agente literaria Carmen Balcells, ¿cómo ves la situación política
de esta región o territorio de la Península Ibérica?
Nélida
Piñón: Puedo decir así, en una frase que ya había dicho: “No
puedo imaginar España sin Cataluña y no puedo imaginar Cataluña sin España”.
***
La entrevista llega a su fin. Nélida con
aspecto cansado, pero enérgico, y su delicadeza, no exenta de sinceridad, se
despide, ya que tiene que levantarse temprano para seguir su viaje. Al irse,
deja una ráfaga de voces, frases, verdades sugeridas y dichas, puesto que la
palabra hace posible la existencia del hombre y de las cosas que habitan el
mundo. Y ella es una fábrica de palabras.
Traducción a cargo de Mei Santana