Queridos amigos,
Antes
que nada agradezco la oportunidad que me dais de presentar a Isidoro Montemayor
en vuestro blog cervantino. Aunque el hombre lleva más de diez años rondando
por las estanterías, aún no había tenido ocasión de dejarse ver en Brasil y ya
pensaba darse por vencido.
Isidoro es el protagonista de tres
novelas tituladas Ladrones de tinta, El gabinete de las maravillas y El reino de los hombres sin amor. Las
tramas de todas transcurren entre el verano de 1614 y el otoño de 1615, es
decir, entre la edición del Quijote
de Avellaneda y la segunda parte del de Cervantes. Pero hoy os voy a hablar
solo de la primera: Ladrones de tinta.
Al principio de la historia nos
encontramos en Madrid durante el verano de 1614. Diez años después de que
Francisco Robles editara la novelita titulada El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, un tal Alonso
Fernández de Avellaneda se atreve a sacar una segunda parte. Robles, librero de
la Corte y editor de Cervantes, furioso porque un avispado le pise un negocio
por el que lleva años luchando, encarga a Isidoro Montemayor, uno de sus
empleados, que encuentre al tal Avellaneda para ajustarle las cuentas.
Isidoro, que además de regentar el
garito ilegal que Robles mantiene en el sótano de la librería es corrector de
pruebas en la imprenta de Juan de la Cuesta y gacetillero en sus ratos libres,
pronto descubre que Avellaneda es un seudónimo tras el que se oculta alguien
que dice haber sido ofendido por Cervantes a quien, entre otras lindezas, tilda
de viejo, inútil, fracasado, cornudo y homosexual. No le quedará entonces más
remedio que sumergirse en el Quijote
y en la vida de don Miguel para comprobar qué hay de verdad en ello y quién
puede querer tan mal al maestro como para acusarlo de algo que puede acabar
llevándolo a la hoguera.
¿Quién
se oculta tras el pseudónimo de Avellaneda? ¿Lope de Vega, Tirso de Molina,
Luis Vélez de Guevara, Ginés de Pasamonte, el duque de Osuna, Francisco de
Quevedo, Luis de Góngora? Isidoro Montemayor no lo tiene fácil. Muchos e
influyentes son los enemigos de Cervantes, y él tendrá que recorrer desde los
círculos literarios más selectos hasta los tugurios de peor reputación en busca
de las pistas que, entre intrigas palaciegas, envidias perniciosas y juegos de
corte, le llevarán a desvelar el misterio literario más relevante del Siglo de
Oro.
Ya sabéis. Si queréis saber quién fue
Avellaneda, no tenéis más que leer las memorias de Isidoro Montemayor.
Alfonso Mateo-Sagasta
Gracias al muy querido y admirado escritor español, Alfonso Mateo-Sagasta, por honrarnos en el Día Internacional del Libro con un texto tan especial, escrito para que el conjunto de su obra pueda ser divulgado no solo en la América hispánica, sino también entre el público brasileño. Un abrazo afectuoso, desde el otro lado del charco. ¡Gracias!
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