lunes, 12 de octubre de 2015

Diario de Lectura de Cristiane VI

Queridos amigos blogueros:

Creo que he llegado a uno de los hechos más importantes de la vida de Lorca, hecho este que repercutió hasta el final de su vida y que, en muchos momentos, influyó directamente en sus producciones. Claro que estoy hablando de la amistad entre Federico y el extravagante Salvador Dalí, un joven y desconocido pintor catalán, sediento de fama y éxito, poseedor de una magnética personalidad, y que era sobre todo un individualista lleno de traumas sexuales.

Federico García Lorca y Salvador Dalí – 1927

 Se sabe que el poeta granadino también poseía un especial magnetismo, que ya era un escritor reconocido y señor de notoriedad, sin mencionar la gran confusión de sentimientos que tenía en relación a su sexualidad y que le atormentaban constantemente; así que leyendo sobre la fascinación que sintieron el uno por el otro, me pregunto si Dalí, en aquel momento, no se aprovechó de estas características de Lorca para aproximarse y disfrutar de la popularidad del poeta. El hecho es que no tardaron en convertirse en inseparables, tampoco en consolidar una amistad esclava y llena de celos.

El año de 1927 fue especialmente glorioso para Lorca, pues estrenó la obra Mariana Pineda en el Teatro Goya de Barcelona, avanzó en la composición de El romancero gitano y entró a formar parte del grupo de autores que compondrían la llamada "Generación del 27".

Salvador Dalí – El Beso, 1927
  
(Este dibujo de Lorca se expuso con motivo del estreno en Barcelona, en 1927, de la obra Mariana Pineda. Se titula El beso y, aunque su significado quedó oculto para quienes vieron la exposición, más tarde se supo que el dibujo reflejaba las cabezas de Dalí y de Lorca confundidas y con los labios juntos).

En este año Lorca también hizo la segunda visita a la estancia veraniega de los Dalí, en Cadaqués, y según escribió el periodista Víctor Fernández en su libro Querido Salvador, Querido Lorquita, de la editorial Elba, Lorca se propone mantener relaciones sexuales con Dalí, el cual se niega –“no era la primera vez que el poeta lo intentaba”, escribe Fernández.


Lorca y Dalí en Cadaqués


El propio Dalí le hablaría de esta situación a Max Aub: “Federico, como todo el mundo sabe, estaba muy enamorado de mí, y probó a darme por… dos veces, pero como yo no soy maricón y me hacía un daño terrible, pues lo cancelé en seguida y se quedó en una cosa puramente platónica, en admiración”. Sin embargo, al mismo tiempo que se negó a mantener relaciones sexuales con Lorca, cayó en contradicción en 1928, cuando escribió una carta apasionada a su amigo: “Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo (...) yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una máquina de retratar (…)”. Muchos años después, en 1986, declaró: “Era algo más, un amor erótico y trágico, por el hecho de no poderlo compartir”, en una carta publicada en el periódico El País y dirigida a Ian Gibson, al que acusaba de subestimar sus relaciones con el poeta: “como si se hubiera tratado de una azucarada novela rosa”.



Ante esta contradicción de palabras y declaraciones, vuelvo a pensar en la primera pregunta que me hice al empezar este texto: ¿Será que Dalí no se aprovechó de la notoriedad de Lorca para alcanzar la fama?... Dado que, en 1966, el pintor le confesó a Alain Bosquet: “Yo me sentía halagado desde el punto de vista del prestigio. ¡En el fondo me hacía la reflexión de que era un gran poeta y que le debía una pequeña parte del agujero del c… del divino Dalí!”

Tras ese intenso período, concretamente en septiembre de 1928, empezó un distanciamiento entre los amigos que duró cerca de siete años. En su reencuentro, en Barcelona, llegaron a pensar en trabajar juntos o viajar por Europa. Sin embargo, unas balas asesinas se interpusieron entre los planes de ambos y le quitaron la vida al poeta.
  


Desde entonces, Lorca se convirtió en una obsesión en la obra de Dalí, que llegó a pintar el rostro del poeta en algunos de sus cuadros.
  
Salvador Dalí - Aparición de rostro y frutero, 1938

Salvador Dalí - Afgano invisible con aparición sobre la playa del
rostro de García Lorca en forma de frutero con tres higos
, 1938

Salvador Dalí - El enigma sin fin, 1938 (El fantasma del poeta está 
configurado por el cuerpo de un afgano, un mastín y un galgo)

Y aquí me quedo, queridos amigos, dejándoos una reflexión: ¿Qué tipo de amistad era esa que daba y quitaba, que acariciaba y hacía daño? Me encantaría saber vuestra opinión sobre este tema, tan discutido y difundido por estudiosos y curiosos como por mí.


Saludos blogueros, Cristiane


Referencias bibliográficas:
Imagen 1, 2 y 6: http://unviajeimposible.blogspot.com.br/2006/07/lorca-y-dal-el-amor-que-no-pudo-ser.html Acceso el 11/10/2015
Imagen 8: http://elbarguenodeladama.blogspot.com.br/2014/05/el-enigma-sin-fin-de-dali-las-mil-caras.html Acceso el 11/10/2015

3 comentarios:

  1. Hola Cris, un trabajo SOBERBIO!!! La verdad es que tienes que sentirte muy orgullosa de dar a conocer esta "lectura personal" de una obra y de un binomio tan cautivador como fue el compuesto por Lorca y Dalí. Esperaré con expectación los próximos capítulos de tu Diario...

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  2. Fantástico Cristiane, no solo se trata del nivel de español que tenéis sino que nos instruís y nos entretenéis.

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  3. Reconozco que escribir este diario no es tarea fácil, pero me da mucho placer hacerlo, como también mucho orgullo cuando leo vuestros comentarios. Muchas gracias.

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