domingo, 25 de octubre de 2015

Reflexiones sobre mi entrevista favorita

Hace algún tiempo vi una entrevista en el canal SporTV. El entrevistado era un luchador de MMA (Mixed Martial Arts). Me acuerdo nítidamente de un momento en especial. El reportero indagó si el luchador ya sentía suficiente odio de su próximo adversario, de manera que así haría una buena lucha. El luchador se limitó a sonreír por algunos segundos y afirmó que sentir odio no es bueno, al revés, es una manera de hacer que tu adversario viva dentro de ti.

Me quedé estupefacto con esta respuesta, tan lúcida como filosófica. Entonces, ¿para qué sirve el odio al final? Esta es una cuestión a ser debatida. Definimos el odio como antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea. Es increíble, pero poco se sabe acerca de este sentimiento. Los científicos están seguros de que el odio se relaciona con la evaluación que hacemos de una persona, igual que con la previsión de su comportamiento. Tenemos que atravesar una cadena de emociones hasta que el odio surja. Todo empieza en el momento en el que somos víctimas de una situación irritante o frustrante. Si esta situación tiene un potencial muy elevado, nos indignamos. Ahora somos rehenes de otra emoción: la rabia.

La rabia, a su vez, es una emoción altamente inestable. Puede amainar en pocos segundos o alcanzar niveles insoportables. En este segundo caso, nos adentramos en los dominios de la ira. La pérdida del autocontrol, con consecuentes agresiones verbales o incluso físicas, son las características que mejor definen este sentimiento. El carácter acentuadamente perjudicial de la ira, le garantizó la cuarta posición entre los siete pecados capitales. La ira, además, es responsable por aumentar el riesgo de accidentes vasculares. Esto es debido a las altas dosis de adrenalina que son liberadas cuando la persona se encuentra bajo el efecto de esta emoción.

El próximo nivel es el odio propiamente dicho. Al tiempo que la irritación, la rabia y la ira son pasajeras, el odio puede ser nuestro compañero durante muchos y muchos años, en casos extremos durante toda la vida. No es una exageración afirmar que la venganza es la hija predilecta del odio. No son pocos los que afirman que el odio ayuda a sobrevivir, especialmente cuando estamos viviendo situaciones de peligro, en casos de autodefensa y en ocasiones de combate, ya sea en un sentido estricto o ya sea en un sentido metafórico.

Para finalizar, en todas las religiones se hacen referencias a la ira divina. Si Dios, que es un ser superior se permitiese dejarse dominar por la ira, ¿qué es lo que nosotros, criaturas tan imperfectas, podremos hacer? Creo que buscar el autoconocimiento sería un buen camino o, tal vez, esperar hasta que los científicos comprendan un poco mejor estos sentimientos tan complejos.  

Pepe Cocodrilo

1 comentario:

  1. Hola! José Antonio. Emociones! sentimientos contradictorios...
    Valió la pena leer sus reflexiones, maravilloso. Gracias.

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