lunes, 2 de marzo de 2020

"Rasputín: El monje loco" (I)


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Grigori Yefímovich Rasputín nació el 9 de enero de 1869 en Prokrovskoie, un pequeño pueblo de Siberia, situada a más de dos mil kilómetros de San Petersburgo, entonces capital de Rusia. Fue el quinto de los nueve hijos de Yefim Yákovlevich, un pequeño campesino, aunque solo sobrevivieron él y su hermana Feodosia. Su juventud no fue distinta de otras muchas, en una tierra donde la vida era más que dura: borracho y juerguista, también resultó ser un ladrón. Aunque durante su juventud, los aldeanos de su pueblo creían que poseía poderes sobrenaturales.


Resultado de imagen de rasputin con la zarinaAl parecer, es posible que su nombre derivara de un pseudónimo extraído de la palabra “rasputnyi”, que en ruso significa “disoluto”, aunque hoy en día los historiadores creen que su nombre significaba “donde dos ríos se encuentran”, frase que describía un área cercana donde había vivido, en Siberia. 


Un día, uno de sus vecinos lo sorprendió mientras robaba la cerca de madera de su almiar y le propinó una paliza que cambió a Grigori; según este vecino, Rasputín "se volvió extraño y como imbécil". Aquel comportamiento era el signo de una transformación interior, que se manifestó cuando en 1897 peregrinó al monasterio de San Nicolás de Verjoturie. Acudió allí en busca de la guía espiritual del hermano Makari, un joven asceta que mortificaba sus carnes con una cadena.

Rasputín era semianalfabeto; a duras penas podía escribir. Sin embargo, la estancia en el monasterio cambió su vida para siempre. No recibió una educación formal, pero sabía algo de teología y leyó a los padres de la Iglesia. Con 19 años, se casó con Praskovia Fiódorovna Dubrovina, tres años mayor que él, y la pareja tuvo tres hijos: Dimitri, Varvara y María. A su salida del monasterio, emprendió una vida errante. Dejó a su familia y viajó a Grecia y Oriente Medio, realizando varias peregrinaciones a Tierra Santa.

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Rasputín con sus tres hijos

El misterioso Rasputín que volvió a la aldea atendía a los oficios divinos, rezaba con fervor y su fama llevó a que a su alrededor se formara un grupo de fieles que se reunía en una capilla bajo el establo de su casa para cantar y leer el Evangelio, cuyo significado glosaba Grigori. Pero ¿eran esos cánticos y comentarios los que cabría esperar de un honesto seguidor de la Iglesia ortodoxa rusa? Los conciudadanos de Rasputín pronto pensaron que no: Grigori se ganó la fama - que no le abandonaría nunca - de pertenecer a la secta de los jlysti.

Los jlysti, durante sus celebraciones nocturnas en lugares subterráneos, cantaban, danzaban, se flagelaban y llegaban a un estado de éxtasis ritual que concluía en una sesión orgiástica: creían que el pecado llevaba al arrepentimiento y la salvación, una creencia a la luz de la cual se ha interpretado la sexualidad de Rasputín. Pero ninguna de las investigaciones que la Iglesia emprendió sobre Grigori concluyó que fuese un sectario.

Los rumores sobre su pertenencia a los jlysti, los escándalos sexuales (que su esposa Praskovia toleraba, quizá porque sabía que el sexo era para Grigori algo más que un motivo de placer) y las burlas sobre su supuesta santidad hicieron que, en 1902, tras un peregrinaje al monte Athos, Rasputín se marchara a la ciudad de Kazán, un importante centro religioso.

Resultado de imagen de rasputin con la zarinaRasputín impresionó a los dignatarios religiosos de Kazán, que se hallaban al frente de una Iglesia ritualista, burocratizada, sometida al Zar y que buscaba la autenticidad y la sencillez que parecía encarnar aquel campesino de fe ardiente, que trataba a los jerarcas ortodoxos con la misma familiaridad que a las gentes de Pokrovskoie. De hecho, los entusiasmó hasta el punto de que lo recomendaron a los dirigentes de la Iglesia en San Petersburgo, adonde llegó en tren durante la Pascua de 1903, a bordo de un vagón de primera clase.

Asimismo, fue recibido como un hombre santo y presentado a la esposa del Zar, Alejandra Fiódorovna en 1905, quien ya había oído hablar de sus supuestos poderes curativos. La zarina pensó que él podría curar a su hijo Aleksei Nikolaiévich, el heredero al trono ruso, que padecía hemofilia.

Con fama de místico y curandero, Rasputín se ganó el respeto, la confianza de la familia y especialmente, un apasionado apoyo por parte de la zarina al estar, aparentemente, “curando” al niño de su enfermedad. De inmediato se convirtió en sanador y asistente espiritual de la familia. Rasputín causó una profunda impresión en Alejandra y Nicolás, por lo que sus lazos con los monarcas quedaron definitivamente anudados cuando, en 1907, el heredero zarévich Aleksei sufrió una grave hemorragia que remitió cuando Rasputín le impuso sus manos y oró. ¡Un milagro!

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Foto a color del Zar Nicolás II y su familia

En 1912, el zarévich padeció una crisis gravísima, hasta el punto de que se preparó un boletín previendo su posible fallecimiento. Rasputín estaba en Siberia y envió un telegrama diciendo que el pequeño se salvaría. El niño, en efecto, superó la crisis, y la vida de su madre quedó ligada para siempre a la persona del starets o "anciano" (así se conocía a los místicos como Rasputín).

La zarina no solo veía en Rasputín al salvador de Aleksei, sino también a un hombre santo y vidente, alguien (de hecho, la única persona) en quien ella y su esposo podían confiar de verdad. Los zares rechazarían como una calumnia cualquier prueba sobre su conducta libidinosa, que en 1911 ya escandalizaba a toda la capital. Eran públicas su afición a la bebida, sus aventuras sexuales y sus relaciones con mujeres de la alta sociedad (tanto casadas como solteras), que formaban parte de su círculo de entregadas adeptas. Por aquel entonces fue cuando estalló el escándalo.

Hermógenes y Eliodoro, antiguos valedores de Rasputín en el monasterio de San Nicolás, se habían vuelto contra él. El despechado Eliodoro puso en circulación unas cartas, que la zarina le había enviado a Grigori, que este le había dado (o que robó), y en las que se podían leer frases como: "Solo deseo una cosa: dormir durante siglos sobre tu hombro mientras me abrazas". Estas palabras, que procedían de una mujer en busca de consuelo, consumida por la culpa de haber transmitido la hemofilia a su hijo y devastada por una ciática que la convertía en una inválida, fueron interpretadas en un sentido sexual.

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La zarina, Alejandra, con el heredero al trono Aleksei

El enfado de los zares fue monumental: Hermógenes fue enviado a Lituania y Eliodoro recluido en un monasterio. La Corona se desacreditaba ante el pueblo y los monárquicos veían a Rasputín como un peligro para la monarquía. Sin duda, fue la primera Guerra mundial, iniciada en 1914, lo que llevó a Rasputín a la cima de su poder, así como a la caída final, que arrastró a la dinastía. En 1915, ante las derrotas en el frente, Nicolás asumió la jefatura del ejército y partió para la Stavka, el cuartel generaldejando a Alejandra a cargo de los asuntos del Estado.



Pepe Cocodrilo

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