Grigori Yefímovich Rasputín nació el
9 de enero de 1869 en Prokrovskoie, un pequeño pueblo de
Siberia, situada a más de dos mil
kilómetros de San Petersburgo, entonces capital de Rusia. Fue
el quinto de los nueve hijos de Yefim Yákovlevich, un pequeño
campesino, aunque solo sobrevivieron él y su hermana
Feodosia. Su
juventud no fue distinta de otras muchas, en una tierra donde la vida era más
que dura:
borracho y juerguista, también resultó ser un ladrón. Aunque durante su juventud, los aldeanos de su
pueblo creían que poseía poderes sobrenaturales.
En 1912, el zarévich padeció una crisis gravísima, hasta el punto de que se preparó un boletín previendo su posible fallecimiento. Rasputín estaba en Siberia y envió un telegrama diciendo que el pequeño se salvaría. El niño, en efecto, superó la crisis, y la vida de su madre quedó ligada para siempre a la persona del starets o "anciano" (así se conocía a los místicos como Rasputín).
Al parecer, es posible que su nombre derivara de un pseudónimo
extraído de la palabra “rasputnyi”, que en ruso significa “disoluto”, aunque
hoy en día los historiadores creen que su nombre significaba “donde dos ríos se
encuentran”, frase que describía un área cercana donde había vivido, en
Siberia.
Un día, uno de sus vecinos lo
sorprendió mientras robaba la cerca de madera de su almiar y le propinó una
paliza que cambió a Grigori; según este vecino, Rasputín "se volvió extraño y como imbécil". Aquel comportamiento
era el signo de una transformación interior, que se manifestó cuando en 1897
peregrinó al monasterio de San Nicolás de Verjoturie. Acudió allí en busca de
la guía espiritual del hermano Makari, un joven asceta que mortificaba sus
carnes con una cadena.
Rasputín era
semianalfabeto; a duras penas podía escribir. Sin embargo, la estancia
en el monasterio cambió su vida para siempre. No recibió una educación formal,
pero sabía algo de teología y leyó a los padres de la Iglesia. Con 19 años, se
casó con Praskovia Fiódorovna Dubrovina, tres años mayor que él, y la pareja
tuvo tres hijos: Dimitri, Varvara y María. A su salida del monasterio,
emprendió una vida errante. Dejó a su familia y viajó a Grecia y Oriente Medio,
realizando varias peregrinaciones a Tierra Santa.
Rasputín con sus tres hijos |
El misterioso Rasputín
que volvió a la aldea atendía a los oficios divinos, rezaba
con fervor y su fama llevó a que a su alrededor se formara un grupo de fieles
que se reunía en una capilla bajo el establo de su casa para cantar y leer el Evangelio,
cuyo significado glosaba Grigori. Pero ¿eran esos cánticos y comentarios los
que cabría esperar de un honesto seguidor de la Iglesia ortodoxa rusa? Los
conciudadanos de Rasputín pronto pensaron que no: Grigori se ganó la fama - que no le abandonaría nunca - de pertenecer a
la secta de los jlysti.
Los jlysti, durante sus celebraciones nocturnas en
lugares subterráneos, cantaban, danzaban, se flagelaban y llegaban a un estado
de éxtasis ritual que concluía en una sesión orgiástica: creían que el
pecado llevaba al arrepentimiento y la salvación, una creencia a la luz de la
cual se ha interpretado la sexualidad de Rasputín. Pero ninguna de las
investigaciones que la Iglesia emprendió sobre Grigori concluyó que fuese un
sectario.
Los rumores sobre su pertenencia
a los jlysti, los escándalos sexuales (que su esposa Praskovia toleraba,
quizá porque sabía que el sexo era para Grigori algo más que un motivo de
placer) y las burlas sobre su supuesta santidad hicieron que, en 1902, tras un peregrinaje al monte Athos, Rasputín se
marchara a la ciudad de Kazán, un importante centro religioso.
Rasputín impresionó a los dignatarios religiosos de
Kazán, que se hallaban al frente de una Iglesia ritualista, burocratizada,
sometida al Zar y que buscaba la autenticidad y la sencillez que parecía
encarnar aquel campesino de fe ardiente, que trataba a los jerarcas ortodoxos
con la misma familiaridad que a las gentes de Pokrovskoie. De hecho, los
entusiasmó hasta el punto de que lo recomendaron a los dirigentes de la Iglesia
en San Petersburgo, adonde llegó en tren durante la Pascua de 1903, a bordo de
un vagón de primera clase.
Asimismo, fue recibido como un hombre santo y presentado a la esposa del Zar,
Alejandra Fiódorovna en 1905, quien ya había oído hablar de sus
supuestos poderes curativos. La zarina pensó que él podría curar a su hijo Aleksei Nikolaiévich, el heredero al trono ruso, que padecía hemofilia.
Con fama de místico y curandero, Rasputín se ganó el
respeto, la confianza de la familia y especialmente, un apasionado apoyo por
parte de la zarina al estar, aparentemente, “curando” al niño de su enfermedad.
De inmediato se convirtió en sanador y asistente espiritual de la familia. Rasputín causó una profunda impresión en
Alejandra y Nicolás, por lo que sus lazos con los monarcas quedaron
definitivamente anudados cuando, en 1907, el heredero zarévich Aleksei sufrió una grave hemorragia
que remitió cuando Rasputín le impuso sus manos y oró. ¡Un milagro!
Foto a color del Zar Nicolás II y su familia |
En 1912, el zarévich padeció una crisis gravísima, hasta el punto de que se preparó un boletín previendo su posible fallecimiento. Rasputín estaba en Siberia y envió un telegrama diciendo que el pequeño se salvaría. El niño, en efecto, superó la crisis, y la vida de su madre quedó ligada para siempre a la persona del starets o "anciano" (así se conocía a los místicos como Rasputín).
La zarina
no solo veía en Rasputín al salvador de Aleksei, sino también a un hombre santo y vidente, alguien (de hecho, la única
persona) en quien ella y su esposo podían confiar de verdad. Los zares rechazarían como una calumnia
cualquier prueba sobre su conducta libidinosa, que en 1911 ya escandalizaba a
toda la capital. Eran públicas su afición a la bebida, sus aventuras sexuales y
sus relaciones con mujeres de la alta sociedad (tanto casadas como
solteras), que formaban parte de su círculo de entregadas adeptas. Por aquel entonces
fue cuando estalló el escándalo.
Hermógenes
y Eliodoro, antiguos valedores de Rasputín en el monasterio
de San Nicolás, se habían vuelto contra él. El despechado Eliodoro puso
en circulación unas cartas, que la
zarina le había enviado a Grigori, que este le había dado (o que robó), y en las que se podían leer frases como: "Solo deseo una cosa: dormir durante siglos sobre tu hombro mientras me
abrazas". Estas palabras, que procedían de una mujer en busca de
consuelo, consumida por la culpa de haber transmitido la hemofilia a su hijo y
devastada por una ciática que la convertía en una inválida, fueron interpretadas
en un sentido sexual.
La zarina, Alejandra, con el heredero al trono Aleksei |
El
enfado de los zares fue monumental: Hermógenes fue enviado a Lituania y Eliodoro
recluido en un monasterio. La Corona se
desacreditaba ante el pueblo y los monárquicos veían a Rasputín como un peligro
para la monarquía. Sin duda, fue la primera Guerra mundial, iniciada en 1914, lo que llevó a Rasputín a la cima de su
poder, así como a la caída final, que arrastró a la dinastía. En 1915,
ante las derrotas en el frente, Nicolás asumió la jefatura del ejército y
partió para la Stavka, el cuartel general, dejando a Alejandra a cargo
de los asuntos del Estado.
Pepe
Cocodrilo
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