"El
prejuicio está en nuestra cabeza. Tal vez los juicios que hacemos son fruto de
nuestra educación o de los códigos morales que la sociedad nos impone. Los
niños no poseen el desarrollo de sus funciones intelectuales, quizá morales, como los adultos. Así que no es posible juzgarlos de modo inmediato, aunque sus
actos y comportamientos digan lo contrario. Los niños tienen que ser eso, niños, y
vivir cada momento de su infancia sin impedimentos, para que puedan hacer florecer su
propia personalidad y deseos sin que tengan miedo de ser felices".
Cervantito, El Perro
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