Llega el pintor,
personaje ya conocido, según lo convenido. Muchacho fuerte, morocho, de poco
hablar. El ama de casa le saluda, relata cómo quiere el servicio. Él le sonríe,
educadamente, concordando, dientes blancos en el rostro reluciente.
J. J. Bedoya |
Regresa a su
habitación, rápidamente. Una llama extraña, loca, va creciendo en sí. Aquel mulato
joven le había despertado deseos raros y ella se pierde en un vértigo,
recuerdos de pasiones vividas. Le dice al muchacho que tiene dolor de cabeza,
necesita reposar. Se encierra en la habitación, hasta que cae la tarde.
Autora:
Bernadete Almeida
Traducción:
Mei Santana
No hay comentarios:
Publicar un comentario