Manuel, conocido popularmente como Neco Trajano, era el principal comandante del narcotráfico en aquella región. Ciudad pequeña, formada por varios municipios con granjas, haciendas y pueblos. En los últimos años, la sociedad andaba asustada por la violencia. Habían aumentado mucho los latrocinios, el tráfico de drogas y los hurtos. Y quien sufría más, como en todo lugar, era siempre el menos favorecido, entre ellos los trabajadores del campo.
Neco
Trajano mandaba y desmandaba. Existía como una empresa. Incluso tenía
empleados. Difícilmente aparecía. Era una persona discreta y, al mismo tiempo,
simpática y amigable con los vecinos. No daba ninguna señal de que era un
individuo peligroso.
—Jefecito,
he acabado de ver aquí, en el bar de Zeziño, a un hombre sacando un montón de dinero
del bolsillo. Está sobre una burra blanca, se va a la granja.
—Está bien, voy a pedirle a alguien que le espere en el camino. Respondió Neco
Trajano a su informante.
Se
dio la orden para que el asalto fuera realizado. Neco Trajano lo ordenó y uno de
sus esbirros salió para cumplirlo. Montado en la burra blanca iba aquel hombre
trabajador, honesto y respetado en la región. Seguía con una mirada firme,
esperanzada y repleta de alegría, pues estaba llevando comida a sus hijos y
esposa. Mientras la burra blanca seguía con sus galopes, observaba el sol, en
plena tarde que caminaba para encontrarse con la noche.
Después
de dictada la orden para la realización del atraco, Neco Trajano fue al borde
de la piscina con un litro de whisky y unas tapas. Bebía un poco, comía y, de fondo,
un sonido clásico dejaba el ambiente tranquilo, acogedor para reflexionar y
elaborar sus proyectos futuros.
—Carla,
tráele un poco de comida a Lampión. Le pedía a la empleada. Y ella se iba y
volvía a toda prisa.
Lampión era un perro de raza y de estatura mediana, siempre se quedaba al lado de su
dueño, como una forma de defensa. Neco Trajano lo recibió como regalo de una amiga,
cuando tenía una semana de vida. Se lo llevó a casa y le dio todos los cuidados
necesarios. Fue entrenado por un especialista y alimentado diariamente por Carla.
Para Neco Trajano, Lampión era como si fuera un hijo o una persona más cercana
a la familia.
Y,
mientras Neco Trajano disfrutaba de cada dosis del whisky al borde de su
piscina, Tiziu seguía en la moto para ejecutar el robo. Al llegar a un lugar
estratégico, se detuvo y, en seguida, aparcó su motocicleta al borde de la
carretera, dejándola apoyada en el cañaveral. Más adelante, unos treinta metros
aproximadamente, había un río que atravesaba la ruta. Tiziu estaba seguro de
que allí la burra disminuiría los pasos, lo que sería el momento perfecto para ejecutar
su acto.
Y
fue lo que sucedió.
—Avisa
a la jefatura de que la cosa fue hecha. Dijo Tiziu al guardaespaldas de Neco Trajano.
Adenildo Lima
Traducción: Mei Santana
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