En
primer lugar, es importante mencionar que
el patriarcado es una forma de organización social, consistente en
una estructura básica de grupos familiares, construidos en torno a
un varón. Para que él superviva, debe dominar toda la organización
social de la sociedad, además de la producción, el consumo, la
política, el derecho y la cultura. Luego, la dominación por el
patriarcado de todos esos elementos corresponde a un aspecto esencial
para su supervivencia. Otro, sin duda, es la división social y
sexual del trabajo, con la atribución de tareas distintas a los
hombres y a las mujeres, institucionalizando tal diferenciación que
tiene su origen en las diferencias biológicas de la reproducción.
Pues es así que surgen los estereotipos, con asignación de valores
distintos para unos y otros roles y con la sobrevaloración de
aquellos atribuidos a los hombres. Igualmente, una tasa elevada de
mortalidad infantil se muestra fundamental para el mantenimiento del
patriarcado, pues que obliga a las mujeres a tener muchos hijos, para
asegurar que algunos de ellos lleguen a fase adulta, limitando su
campo de actuación a la reproducción en el ambiente privado. Del
mismo modo, la heterosexualidad es otro aspecto de crucial para la
continuidad del sistema patriarcado, pues tal sistema no tiene como
existir en relaciones entre lo mismo sexo. Por fin, su existencia
también presupone la construcción de un estereotipo de
masculinidad, fundado en un desequilibrio de poderes que pone
entredicho las relaciones de género y así conduce a un proceso de
naturalización de la violencia masculina como método de solución
de conflicto.
¿Quiénes
son sus valedores y transmisores?
El
sistema de dominación cultural es común a muchas de las culturas,
desde los inicios de la historia conocida hasta el presente. Así
que, uno de los valedores del patriarcado es su universalidad, que
funciona como arma psicológica, ya que permite apoyar la legitimidad
del patriarcado en la naturaleza humana. En la misma dirección
actúan las teorías evolutivas que sostienen que las diferencias
biológicas entre los hombres y las mujeres les hacen desempeñar un
papel diferente en la reproducción humana. En este sentido, afirman
que la necesidad de protección que tuvieran las mujeres en sus
periodos de reproducción – periodo correspondiente a gran parte de
sus vidas en las sociedades primitivas - está el origen de la
dependencia femenina. Aún que se haya mencionado el Derecho como
factor de supervivencia del patriarcado, también lo es como su
valedor, ya que apoya las desigualdades sociales en la relación
entre los géneros, restringiendo considerablemente su autonomía y
delimitando las capacidades respecto a los hombres. Además, la
Historia, como se la conoce hoy, es fuertemente patriarcal e ignora y
hace inviable a las mujeres; lo que implica la disminución de la
participación femenina y la atribución exclusiva a los hombres por
el desarrollo de la humanidad. Por lo tanto, también aparece como
valedora del dicho sistema de dominación. Por añadidura, se apuntan
también la propiedad privada, la industria y la división social en
clases como aspectos imprescindibles para que una sociedad valide y
se mantenga como patriarcal.
Por
otro lado, como transmisores del
patriarcado se puede apuntar las instituciones de toda naturaleza
(pertenecientes al Estado o privadas), así como la mitología, la
religión, la propia historia en general, sin olvidar de la
literatura e de la ciencia. Igualmente, son transmisores todos los
seres humanos – hombres y mujeres que asimilan e repasan esta forma
de organización familiar adelantes a las futuras generaciones.
Rafaela
Caldeira Gonçalves
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