“Me voy entristeciendo y,
si no lo entiendes, escucha lo que ahora trato de explicar.
Foto realizada por la autora |
Intento encontrar
sentido a mis amarguras, pero no entiendo qué pasa aquí, puesto que cada día mi
cabeza se vuelve un poco más loca... Esta estupidez de intentar seguir sin
parar ni tan siquiera a respirar. Si estoy mal, déjame por un momento aclarar
mi desorden mental; trato de que lo entiendas sin desorbitar el ritmo que
necesito equilibrar. A veces, me despierto por la mañana preguntándome qué hago
aquí, en un lugar sin emoción. Las calles gritan tu nombre, me recuerdan que
aquí surgió el amor, pero también la tempestad. Aun así solo veo oscuridad,
mientras camino sin cesar con paso acelerado al ritmo de mis constantes. Voy a acallar
mi mente para apreciar lo bueno que se pueda ocultar y, sin más apreciaciones,
retomaré mis ganas de luchar por aquellos sueños que aún están por llegar.
Siento haber creado esta confusión por mi frustración, intentaba sentirme mejor,
pero la obsesión me llevo a lo peor. Solo quiero decirte que mi tristeza se va,
al igual que se va todo lo malo que algún día se creó”.
Naira Pampillón González
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