miércoles, 5 de abril de 2017

"El tesoro del galeón Nuestra Señora de Atocha"

Hoy voy a echar la vista atrás en el tiempo… "En 1985, y tras una larga búsqueda, el buceador Mel Fisher (que falleció en 1998 a los 76 años), localizó en las costas de Florida (EE. UU.) los restos de un galeón español con un fabuloso tesoro". 



El 4 de septiembre de 1622, la flota ‘Tierra firme’ regresaba a España. Su primera parada fue en Cartagena (Colombia), donde cargaron oro y esmeraldas para continuar hacia La Habana (Cuba), cargada con fabulosas riquezas de Oriente y de las Indias. La flota iba custodiada por los galeones de la guarda, en cuyas bodegas viajaba lo más valioso del tesoro”. 

Galeón Nuestra Señora de Atocha
"Este viaje se realizaba cada año, pero en esta ocasión la flota partió con retraso, el 4 de septiembre, en plena temporada de huracanes. Según las crónicas históricas, el día 5 de septiembre, un fuerte huracán les salió al paso por el estrecho de los Cayos de La Florida, y el día 6 de septiembre ocho buques de la flota se hundieron en el mar, entre los que se encontraba Nuestra Señora de Atocha, algo que no es de extrañar, máxime teniendo en cuenta el peso que cargaba. 

El tesoro del Nuestra Señora de Atocha, por sí solo describe la grandiosidad y el valor atribuido a la carga, por esto aún hoy es difícil de creer. En sus bodegas se encontraban:

·         125 barras de oro
·         1038 lingotes de plata
·         582 lingotes de cobre
·         180 000 pesos, en monedas de oro
·         350 baúles de índigo
·         525 pacas de tabaco
·         1 200 libras de orfebrería en plata, casi todo en cuberterías
·         20 cañones de bronce

Asimismo, otro tipo de carga no registrada, sobre todo para evitar impuestos, eran las joyas personales de los diversos dignatarios que iban a bordo, entra las que se incluía una esmeralda de 77 quilates. 

Durante las décadas siguientes, los españoles organizaron operaciones de rescate y lograron recuperar grandes cantidades de oro y plata del Margarita. En cambio, nunca encontraron el Nuestra Señora de Atocha, aunque sabían que estaba hundido cerca del Margarita porque contaban con el testimonio de sus cinco únicos supervivientes. Aun así, con el paso de los años, aquella flota del tesoro se acabó perdiendo en el olvido. 

A finales de la década de 1960, el californiano Mel Fisher, instructor de buceo, dio con la pista de los navíos españoles gracias a documentos del Archivo de Indias, situado en Sevilla. Fisher ya había participado con anterioridad en la búsqueda de otra flota española, hundida en 1715 por un huracán también en los cayos de Florida, y cuyos restos había localizado Kip Wagner en 1959. 

El Atocha era un objetivo igual de apetecible, puesto que era el más famoso de los nueve barcos que se hundieron en Florida. El galeón fue construido en La Habana (Cuba) en 1620 y estaba concebido como galeón de guardia, pesaba 550 toneladas, tenía 34 metros de eslora, 10 metros de manga, 4 metros de calado y una altura de 6 metros desde la cubierta. El galeón poseía 4 mástiles, con velas cuadradas, y un palo de mesana, con vela latina. Se habían diseñado dos castillos, uno en la proa y otro en la popa, donde viajaba la nobleza. Además de todo eso, tenía 30 cañones de bronce". 

"Con todo este conocimiento, Fisher decidió lanzarse en su busca. Creó una empresa de rescate de pecios, llamada Treasure Salvors, e implicó en la aventura a toda su familia, además de a un buen puñado de buzos e inversores. Asimismo buscó la tecnología de exploración puntera en la época: un magnetómetro de protones y un sistema de posicionamiento Loran, precursor del actual GPS".

Fisher también decidió incluir en su equipo a un especialista con formación académica. Así que, Duncan Mathewson, un joven arqueólogo, que nunca había trabajado en un pecio, recibió un telegrama de Mel Fisher que decía: “He descubierto los restos de dos buques naufragados en el siglo XVII. Necesito un arqueólogo. Le envío un billete de ida y vuelta”. 

Lingote de plata del Atocha

Con todo listo, “las prospecciones empezaron en 1971 y pronto dieron como resultado el descubrimiento, al sur de Cayo Hueso, de una enorme ancla. Casi con toda probabilidad pertenecía al Atocha. Desde entonces, se sucedieron los hallazgos dispersos: astrolabios, cadenas de oro, lingotes de plata. Sin embargo, no había rastro alguno del Atocha. Todo parecía indicar que el barco había perdido parte de su carga antes de hundirse. 

No obstante, en 1975, los buscadores dieron con la prueba definitiva de la presencia del Atocha en la zona: dos grupos de cañones de bronce cuyas inscripciones coincidían con los números de registro del sobordo, la lista de mercancías del galeón. El barco, con su fabuloso cargamento, no podía estar lejos, pero al día siguiente de ese descubrimiento se produjo una tragedia: el Northwind, el barco en el que viajaban el hijo de Fisher, Dirk y su nuera, se hundió y ambos murieron junto a uno de los buceadores”.  

Uno de los cañones perteneciente al Atocha

Durante los siguientes años la búsqueda prosiguió, aunque las dudas sobre la ubicación exacta del Atocha se iban acrecentando. "Fisher creía que el barco descansaba en aguas someras, mientras que Mathewson insistía en buscar en aguas más profundas. En 1980, Kane Fisher, el otro hijo de Mel, dio con los restos del Margarita, que conservaba parte de la carga que no habían logrado rescatar los españoles. Por su parte, Mel Fisher accedió finalmente a seguir los consejos de su arqueólogo y, cuando ya se desesperaba por lograr su objetivo, intentó una última exploración de las aguas profundas del canal Hawk".
Objeto recuperado del Atocha

Tardó más de 150 años en ser encontrado, pero "el 20 de julio de 1985 llegó a la oficina de Treasure Salvors un mensaje de radio desde el Dauntless, su capitán, Kane Fisher, comunicaba eufórico: ‘¡Cerrad los mapas! ¡Lo hemos encontrado!’. Los restos del casco del Atocha descansaban a dieciséis metros de profundidad, como quedó reflejado en los documentos oficiales españoles y como sostenía Mathewson”. 

“En dieciséis años de búsqueda, el cargamento recuperado ascendió a casi 40 toneladas de plata y oro, incluyendo 100 000 monedas de plata, otras de oro, más de mil lingotes de plata, 125 barras y discos de oro y varias esmeraldas colombianas, además de una amplia colección de objetos personales, tanto de la tripulación como de los pasajeros más ricos. Entre las piezas halladas, se destaca un cinturón de oro con rubíes, idéntico al que luce una hija de Felipe II en un retrato; platos y copas de oro ricamente decorados, especialmente una copa que contiene un bezoar, una piedra que se usaba como antídoto de venenos; una completa colección de útiles médicos; cajas de marfil labradas procedentes de Ceilán y una fabulosa muestra de joyería y orfebrería religiosa compuesta por rosarios, cruces y anillos engastados de rubíes y otras piedras preciosas”. 


Otro de los objetos que apareció en el Atocha


Las piezas más valiosas fueron un cáliz de oro, valorado entre 400/500 000 dólares; dos insólitas perlas salvajes de la región de Nueva Esparta, valoradas en 300/400 000 dólares, y una cruz de oro y esmeraldas, regalo del rey Felipe V de España a Elizabeth Farnese, duquesa de Palma, y que podría rondar los 125 000 dólares.

Pero quizá la joya más curiosa es una cadena de oro que está valorada entre 90/120 000 dólares. Fisher explicó que las joyas de oro, al contrario que los lingotes, podían pasar la aduana sin que el rey cobrara el 20% de impuestos que se conocían como "el quinto del Rey". 

El valor de lo extraído está calculado en más de 500 millones de dólares, un 25% del cual pertenece al Estado de Florida, de acuerdo con la legislación vigente. El resto, se lo llevaron Fisher y los inversores. 

Hoy en día, tan solo una pequeña parte del tesoro hundido en 1622 se puede ver en el Mel Fisher Maritime Heritage Society Museum, que la familia Fisher posee en Cayo Hueso, Florida. El grueso de los hallazgos fue subastado en la Sala Christie’s de Nueva York, en 1988. Además, se puede encontrar expuesta su ancla en el Museo de Anclas Philippe Cousteau, en el extremo occidental de la hermosa playa de Salinas, uno de los núcleos urbanos más importantes de Castrillón, ubicado en el Principado de Asturias (España). 

El ancla del Atocha

Para resumir:
En todas las costas que van desde el Caribe, el Golfo de México y la costa Atlántica de los Estados Unidos hasta los alrededores del puerto de Cádiz (España), miles de barcos vieron su última luz a causa de tormentas, golpes de mar o ataques de piratas, buena parte de ellos abarrotados con tesoros y mercancías extraídas de las colonias americanas con destino a Madrid. 

Recientemente, un estudio de la Real Armada española cifró en unos 1500 los naufragios de barcos españoles, desde 1767 hasta el siglo XX. No obstante, España prefiere no remover las aguas en búsqueda de estos naufragios, lo cual permitiría no solo el rescate de miles de millones de euros, sino también la recuperación de una gran cantidad de tesoros arqueológicos que ayudarían a conocer y entender la gran historia común existente entre América y el Viejo continente.

Pepe Cocodrilo







Si te interesa saber con más detalle cómo fue la búsqueda del tesoro y el hallazgo, te dejo este documental...




Consultas bibliográficas y citas:
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/el-tesoro-hundido-del-galeon-nuestra-senora-de-atocha_6760

2 comentarios:

  1. Un post muy interesante y emocionante. ¡Yo recuerdo el descubrimiento de este tesoro! En la época no conocía la historia que encerraba... Gracias, Pepe por despertar un clásico.

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    1. Viajar a través de la historia es una experiencia fascinante. Quién no conoce el pasado no puede disfrutar del presente y tampoco planear el futuro.

      Gracias por tu visita Mafalda. Beso cariñoso.

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