Louis Pasteur nació
el 27 de diciembre de 1822 en Dôle,
Borgoña (Francia), y creció en
la pequeña ciudad de Arbois. Pasteur
era hijo de un curtidor y ex sargento de Napoleón. Este químico y
bacteriólogo, fue el fundador de la microbiología y pionero de la Medicina
moderna. Desde los tiempos de Hipócrates (siglo V a. C.) se habían atribuido las enfermedades
a abstractos desequilibrios de los humores internos del cuerpo humano.
Louis Pasteur |
Sin embargo, habría
que esperar hasta el siglo XIX para que, de la mano de investigadores como
Pasteur o R.
Koch, quedase
establecida con firmeza la teoría del origen microbiano de las enfermedades infecciosas,
según la cual son provocadas por gérmenes patógenos ambientales que penetran en
el organismo sano, lo que supuso el inicio de la actual medicina científica. Asimismo,
Pasteur dio un impulso decisivo al desarrollo de las vacunas, siendo muy
recordado por el éxito de su vacuna contra la rabia (1885).
Su padre se había
trasladado a Arbois durante la infancia del pequeño Louis, que realizó sus
primeros estudios demostrando más vocación por la pintura que por los libros. A
pesar de ello, su padre le obligó a cursar estudios secundarios en el Liceo de
Besançon, donde consiguió el título de Bachiller en Letras (1840) y en Ciencias
(1842). Ese mismo año fue admitido en la Escuela Normal Superior de París,
aunque con una baja puntuación, pero que después mejoraría. Estudió química
bajo la dirección de Dumas y Balard, y en 1847 se doctoró en física y química.
Tras
convertirse en ayudante de uno de sus profesores, inició las primeras investigaciones
que le llevarían a un descubrimiento significativo: comprobó que un rayo de luz
polarizada experimentaba una rotación hacia la izquierda o la derecha cuando
atravesaba una solución pura de nutrientes producidos de manera natural,
mientras que si atravesaba una solución de nutrientes orgánicos producidos de
modo artificial no se producía rotación alguna.
No
obstante, si se incorporaban bacterias u otros microorganismos a la segunda
solución, al cabo de cierto tiempo también hacía rotar la luz a la izquierda o
la derecha. Pasteur llegó a la conclusión de que las moléculas orgánicas pueden
existir en una o dos formas llamadas isómeros (lo que significa que tienen la
misma estructura y difieren tan sólo en que son imágenes especulares la una de
la otra), que definió, de manera respectiva, formas levógiras y dextrógiras.
Pasteur creía haber
descubierto una línea de demarcación entre las sustancias orgánicas elaboradas
por seres vivos (con estructura molecular disimétrica) y las preparadas en los
laboratorios (con estructura simétrica). Tales estudios le han valido a Pasteur
la consideración de fundador de la estereoquímica, una rama de la química que
describe la estructura tridimensional de las moléculas.
De la fermentación a
la generación espontánea
En 1848 fue
nombrado profesor de física y química en el Liceo de Dijon y, tres meses
después, ocuparía el cargo de suplente en la Cátedra de Química de la Universidad
de Estrasburgo, de la que sería titular en 1852, para pasar después a la
Universidad de Lille (1854-1857) como profesor de química y decano de la
Facultad de Ciencias. Con una orientación fundamentalmente práctica, encaminada
a resolver algunas de las dificultades con las que se topaban las industrias
vinícolas y cerveceras de la región, Louis Pasteur emprendió en Lille sus
conocidos estudios sobre la fermentación.
Sus investigaciones
le llevaron a corroborar, por un lado, la idea de que las levaduras eran las
responsables de la producción de alcohol en la fermentación, y por otro, a
descubrir que la producción en el proceso de fermentación de ciertos ácidos y
sustancias indeseables (sobre todo las que agriaban al vino o a la cerveza) era
debida a la acción de microorganismos como las bacterias. Pasteur resolvió el
problema con el simple método de someter a altas temperaturas las soluciones
azucaradas iniciales; se eliminaban así las bacterias, evitando entonces la
acidificación del producto final.
Pasteur (óleo de Albert Edelfelt, 1885)
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El ilustre
científico francés aplicó este mismo sistema al ámbito de la conservación de
los alimentos: Calentando la leche a alta temperatura, antes de embotellarla,
se destruyen las bacterias patógenas que pueda contener y se impide su fermentación
sin alterar su estructura ni sus componentes. Este prodecimiento recibió el
nombre de pasteurización y complementó
las aportaciones anteriores de Nicolas Appert para
favorecer el crecimiento de la industria agroalimentaria.
Mientras
tanto, Louis Pasteur se había ido a París como director del Departamento de Ciencias
de la École Normale (1857-1867) y, a continuación, como titular de la Cátedra
de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad (1867-1875). Allí, en
áspera lucha con el biólogo francés Félix Pouchet y los fisiólogos
teologizantes, desarrolló su gran batalla contra la generación espontánea.
La
antigua idea de que algunos seres vivos no derivan de la reproducción de otros,
sino que se forman de modo espontáneo, se basaba en una observación empírica
inexacta (de la carne en putrefacción, por ejemplo, surgen larvas) y esta había
mantenido su vigencia durante siglos, máxime al ser sostenida por autoridades
como Aristóteles. Aunque los experimentos de Francesco
Redi (1626-1698) impugnaron este ejemplo en
concreto, el posterior descubrimiento de los microorganismos resucitó la
polémica.
Las
investigaciones sobre la fermentación llevaron a Pasteur a preguntarse si
aquellos microorganismos que intervenían en la misma se formaban de manera espontánea
o procedían del entorno. Para resolver la cuestión, ideó un experimento
consistente en introducir material nutritivo esterilizado mediante calor en
diversos recipientes; a su vez, todos ellos fueron sellados para impedir la
contaminación por el aire local.
Los
resultados fueron inequívocos: en los recipientes en los que se introducía aire
húmedo se producía una rápida putrefacción de la materia orgánica. En cambio,
en los recipientes donde el aire introducido contenía poca humedad, casi no
había alteración de la materia original. Pasteur dedujo que el aire está
cargado de gérmenes de microorganismos que se desarrollan en contacto con la
materia orgánica en las condiciones ambientales adecuadas. La publicación de
las conclusiones en 1860 supuso la definitiva liquidación de la teoría de la
generación espontánea. Sin embargo, en la memoria final de 1861, Pasteur intuyó
que los estudios realizados podían "preparar el camino a una seria
investigación sobre el origen de las enfermedades".
A
Pasteur mayor gloria le darían los trabajos que comenzó en 1865, año en que,
habiéndose difundido en los alrededores de Alais una grave enfermedad que
destruía los gusanos de seda, fue comisionado por el gobierno para que
estudiara la epidemia y buscara posibles remedios. Tal enfermedad, llamada
pebrina, estaba alcanzando proporciones inusitadas y amenazaba con hundir la
rica industria de la seda del sur de Francia.
Pasteur
analizó en profundidad el problema y logró determinar que la afección estaba
causada por unos corpúsculos microscópicos (descritos antes por el italiano
Cornaglia), que aparecían en la puesta que efectuaban las hembras enfermas. Así
que, seleccionando y criando huevos libres de la plaga, las explotaciones
lograron salvarse del desastre. De este modo fue corroborando su intuición de
que muchas enfermedades se debían a infecciones de microorganismos patógenos y,
de este modo, se encontraba ya en situación de enunciar los principios de la
patología microbiana.
¿Quieres saber más sobre este químico francés?
No te pierdas la segunda parte.
Pepe Cocodrilo
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