domingo, 22 de enero de 2017

Louis Pasteur: Una vida singular (I)

Louis Pasteur nació el 27 de diciembre de 1822 en Dôle, Borgoña (Francia), y creció en la pequeña ciudad de Arbois. Pasteur era hijo de un curtidor y ex sargento de Napoleón. Este químico y bacteriólogo, fue el fundador de la microbiología y pionero de la Medicina moderna. Desde los tiempos de Hipócrates (siglo V a. C.) se habían atribuido las enfermedades a abstractos desequilibrios de los humores internos del cuerpo humano.

Louis Pasteur

Sin embargo, habría que esperar hasta el siglo XIX para que, de la mano de investigadores como Pasteur o R. Koch, quedase establecida con firmeza la teoría del origen microbiano de las enfermedades infecciosas, según la cual son provocadas por gérmenes patógenos ambientales que penetran en el organismo sano, lo que supuso el inicio de la actual medicina científica. Asimismo, Pasteur dio un impulso decisivo al desarrollo de las vacunas, siendo muy recordado por el éxito de su vacuna contra la rabia (1885).

Su padre se había trasladado a Arbois durante la infancia del pequeño Louis, que realizó sus primeros estudios demostrando más vocación por la pintura que por los libros. A pesar de ello, su padre le obligó a cursar estudios secundarios en el Liceo de Besançon, donde consiguió el título de Bachiller en Letras (1840) y en Ciencias (1842). Ese mismo año fue admitido en la Escuela Normal Superior de París, aunque con una baja puntuación, pero que después mejoraría. Estudió química bajo la dirección de Dumas y Balard, y en 1847 se doctoró en física y química. 

Tras convertirse en ayudante de uno de sus profesores, inició las primeras investigaciones que le llevarían a un descubrimiento significativo: comprobó que un rayo de luz polarizada experimentaba una rotación hacia la izquierda o la derecha cuando atravesaba una solución pura de nutrientes producidos de manera natural, mientras que si atravesaba una solución de nutrientes orgánicos producidos de modo artificial no se producía rotación alguna. 

No obstante, si se incorporaban bacterias u otros microorganismos a la segunda solución, al cabo de cierto tiempo también hacía rotar la luz a la izquierda o la derecha. Pasteur llegó a la conclusión de que las moléculas orgánicas pueden existir en una o dos formas llamadas isómeros (lo que significa que tienen la misma estructura y difieren tan sólo en que son imágenes especulares la una de la otra), que definió, de manera respectiva, formas levógiras y dextrógiras.

Pasteur creía haber descubierto una línea de demarcación entre las sustancias orgánicas elaboradas por seres vivos (con estructura molecular disimétrica) y las preparadas en los laboratorios (con estructura simétrica). Tales estudios le han valido a Pasteur la consideración de fundador de la estereoquímica, una rama de la química que describe la estructura tridimensional de las moléculas. 

De la fermentación a la generación espontánea
En 1848 fue nombrado profesor de física y química en el Liceo de Dijon y, tres meses después, ocuparía el cargo de suplente en la Cátedra de Química de la Universidad de Estrasburgo, de la que sería titular en 1852, para pasar después a la Universidad de Lille (1854-1857) como profesor de química y decano de la Facultad de Ciencias. Con una orientación fundamentalmente práctica, encaminada a resolver algunas de las dificultades con las que se topaban las industrias vinícolas y cerveceras de la región, Louis Pasteur emprendió en Lille sus conocidos estudios sobre la fermentación. 

Sus investigaciones le llevaron a corroborar, por un lado, la idea de que las levaduras eran las responsables de la producción de alcohol en la fermentación, y por otro, a descubrir que la producción en el proceso de fermentación de ciertos ácidos y sustancias indeseables (sobre todo las que agriaban al vino o a la cerveza) era debida a la acción de microorganismos como las bacterias. Pasteur resolvió el problema con el simple método de someter a altas temperaturas las soluciones azucaradas iniciales; se eliminaban así las bacterias, evitando entonces la acidificación del producto final.

Pasteur (óleo de Albert Edelfelt, 1885)
El ilustre científico francés aplicó este mismo sistema al ámbito de la conservación de los alimentos: Calentando la leche a alta temperatura, antes de embotellarla, se destruyen las bacterias patógenas que pueda contener y se impide su fermentación sin alterar su estructura ni sus componentes. Este prodecimiento recibió el nombre de pasteurización y complementó las aportaciones anteriores de Nicolas Appert para favorecer el crecimiento de la industria agroalimentaria. 

Mientras tanto, Louis Pasteur se había ido a París como director del Departamento de Ciencias de la École Normale (1857-1867) y, a continuación, como titular de la Cátedra de Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad (1867-1875). Allí, en áspera lucha con el biólogo francés Félix Pouchet y los fisiólogos teologizantes, desarrolló su gran batalla contra la generación espontánea. 

La antigua idea de que algunos seres vivos no derivan de la reproducción de otros, sino que se forman de modo espontáneo, se basaba en una observación empírica inexacta (de la carne en putrefacción, por ejemplo, surgen larvas) y esta había mantenido su vigencia durante siglos, máxime al ser sostenida por autoridades como Aristóteles. Aunque los experimentos de Francesco Redi (1626-1698) impugnaron este ejemplo en concreto, el posterior descubrimiento de los microorganismos resucitó la polémica. 

Las investigaciones sobre la fermentación llevaron a Pasteur a preguntarse si aquellos microorganismos que intervenían en la misma se formaban de manera espontánea o procedían del entorno. Para resolver la cuestión, ideó un experimento consistente en introducir material nutritivo esterilizado mediante calor en diversos recipientes; a su vez, todos ellos fueron sellados para impedir la contaminación por el aire local. 

Los resultados fueron inequívocos: en los recipientes en los que se introducía aire húmedo se producía una rápida putrefacción de la materia orgánica. En cambio, en los recipientes donde el aire introducido contenía poca humedad, casi no había alteración de la materia original. Pasteur dedujo que el aire está cargado de gérmenes de microorganismos que se desarrollan en contacto con la materia orgánica en las condiciones ambientales adecuadas. La publicación de las conclusiones en 1860 supuso la definitiva liquidación de la teoría de la generación espontánea. Sin embargo, en la memoria final de 1861, Pasteur intuyó que los estudios realizados podían "preparar el camino a una seria investigación sobre el origen de las enfermedades". 

A Pasteur mayor gloria le darían los trabajos que comenzó en 1865, año en que, habiéndose difundido en los alrededores de Alais una grave enfermedad que destruía los gusanos de seda, fue comisionado por el gobierno para que estudiara la epidemia y buscara posibles remedios. Tal enfermedad, llamada pebrina, estaba alcanzando proporciones inusitadas y amenazaba con hundir la rica industria de la seda del sur de Francia.

Pasteur analizó en profundidad el problema y logró determinar que la afección estaba causada por unos corpúsculos microscópicos (descritos antes por el italiano Cornaglia), que aparecían en la puesta que efectuaban las hembras enfermas. Así que, seleccionando y criando huevos libres de la plaga, las explotaciones lograron salvarse del desastre. De este modo fue corroborando su intuición de que muchas enfermedades se debían a infecciones de microorganismos patógenos y, de este modo, se encontraba ya en situación de enunciar los principios de la patología microbiana. 


¿Quieres saber más sobre este químico francés?
No te pierdas la segunda parte.


Pepe Cocodrilo

No hay comentarios:

Publicar un comentario