En Sin
Hijos, paradójicamente, quien cambia la historia es la niña, Sofía...
Por
Tiara Vaz
Gabriel
es un hombre desencantado del amor de pareja. Se separó de su ex-mujer hace un
par de años y lleva otros cuatro sin tener un sincero interés amoroso por
alguien. Del otro lado está Vicky, una mujer independiente, libre y aventurera
que ha pasado su vida viajando entre países, frecuentando fiestas, eventos
culturales y otras citas sociales. Entre los dos está la hija de Gabriel,
Sofía, una jovencita muy lista y cómica, estupendamente interpretada por
Guadalupe Manent - que además de dar vida al personaje con maestría, toca la
guitarra y canta en la película Sin Hijos
(2015), una coproducción de Argentina y España, dirigida por Ariel Winograd.
Sofía
tiene nueve años y es el centro de las atenciones de su padre, con lo cual poseen
una amistad de mucha complicidad. Vicky ha sido una pasión antigua de Gabriel.
Sin embargo, los dos adultos se reencuentran y nada será como antes.
A
partir de esta sinopsis, se espera que la historia se base en los conflictos de
Sofía frente a la nueva situación. ¡Para
nada! Los ruidos se producirán entre los adultos, sin que la chica sepa nada,
inicialmente. Y es que Vicky ya tiene muy consolidado en su personalidad el
hecho de que no le gustan los niños. Ella rechaza la idea de la maternidad y
hace críticas a la cultura y a la sociedad que siempre esperan que una mujer
tenga hijos. Sus posiciones están tan elaboradas que llega a formar parte de un
grupo de adultos que se identifican como “sin hijos” o, como se expresa en la
película, “No Kids”. Lo opuesto a Gabriel. No obstante, la pareja se enamora y
pronto empiezan los problemas: así que Gabriel, que miedo de que Vicky se aleje,
le oculta la existencia de Sofía.
Así,
venidos de distinto contexto y con puntos de vista diversos frente a proyectos
de vida, surge el amor entre Vicky y Gabriel. Vicky, más hedonista, lo que más
valora es su libertad. Cree que la responsabilidad de cuidar de un niño le va a
sacar todo aquello que más preserva. Gabriel, a su vez, ha dejado de prestar
atención a sus deseos personales como hombre adulto. Se protege en una concha que
está “hecha” por su hija. Total, que Gabriel quiere el conforto doméstico,
donde no hay que relacionarse mucho con la gente. Cada uno habita su zona de
protección. Sin embargo, según afirma el cliché, la magia ocurre fuera de esa
zona. Va a ser exactamente allí, fuera de la zona de seguridad de los dos donde
la narrativa se desarrolle.
Además,
Gabriel tiene problemas con su padre, a quien acusa de abandono. Por causa de
eso, Sofía no conoce a su abuelo. Entre las idas y venidas de los primeros
encuentros de la nueva pareja, Vicky se entera, por casualidad, de la
existencia de Sofía. Triste por la mentira contada por su padre, la niña enseguida
lo entiende cuando este le da la explicación de que Vicky tiene fobia a los
chicos. ¡No los soporta! Sofía entra en el juego e inventa ser la hermana más
pequeña de Gabriel. A partir de ese punto, ella y Vicky irán creando una unión
afectiva.
Al
final, se percibe que quien peor maneja la nueva situación es Gabriel. Sofía se
muestra casi más adulta que su padre. Es ella la que le inspira confianza con
su espontaneidad de niña. Vicky se siente sensibilizada con la niña y va
cambiando poco a poco. También será Sofía la que pondrá a los adultos, otra
vez, cara a cara.
Sin Hijos es más que una película sobre los choques entre dos
visiones de mundo opuestas. Es sobre cómo, a veces, nos equivocamos creyendo
que sabemos todo sobre nosotros mismos. También es una historia sobre abrirse y
confiar en el amor y en las personas que, lejos de la perfección, son seres
dotados de sensibilidad.
Por
fin, Sin Hijos es una comedia y un romance
un tanto dulce y cómico, muy bien hecho y producido con esmero. El vestuario
colorido de Sofía, un poco extravagante y semejante al de Amy Winehouse y a los
de las superheroínas de los dibujos japoneses, es una fiesta para los ojos y le
ayuda al espectador a crear empatía por la personalidad auténtica y alegre que representa
la niña.
Las
escenas transcurren en una Buenos Aires más contemporánea, en la que vive la
clase media del país, con bonitos escenarios -Gabriel todavía estudia
Arquitectura y su habitación refleja su atención estética. Además, las escenas
en las que el personaje cambia la decoración de su casa, para que Vicky no se
dé cuenta de que Sofía existe, son partes significativas y cómicas de la historia.
Sin Hijos es una película que muestra
con levedad y humor el valor de la sinceridad entre las relaciones.
Película: Sin hijos (Argentina/España, 2015)
Película fantástica, sin duda, con la que uno puede divertirse mucho por las ocurrencias, pero a la que se le debe también prestar cierta atención por el planteamiento filosófico que aparece de trasfondo y que está embutido en el propio título: "Sin hijos", que es un cuestionamiento que está cada día más presente. Felicidades, Tiara, por compartir tus impresiones.
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