Al
escuchar al torero Luis Francisco, cuya familia es tradicional en la dinastía taurina,
hablar sobre su relación con la profesión que un día él abominó, uno puede sorprenderse
con sus argumentos.
En
los últimos años han aumentado las manifestaciones en contra de las corridas de
toros a causa de que son consideradas crueles, primitivas e innecesarias para que
uno demuestre su coraje o valor ante la sociedad. Además de la prohibición en muchos
sitios, se cuestionan los métodos utilizados para preparar al animal, como el
uso de sal en los ojos, de forma que el hombre pueda tener condiciones de
enfrentarlos. Sin embargo, poco se divulga sobre la motivación, el sentimiento
o todo lo que pasa por la cabeza del torero. ¿Serán homicidas, serán viles,
serán inhumanos o serán tan solo unos incomprendidos?
Lejos
de llegar a un consenso, Luis nos brinda la visión de que cada espectáculo es
un instante mágico, que deja huellas inolvidables en su vida y en el que el toro
sale triunfante. La relación construida durante la batalla es una forma de
confraternizar con las adversidades y de demostrar su valor, sirviéndose,
para eso, de recursos como la sensualidad, el estilo arabesco y la fuerza. De ahí
que no sienta pena del animal, por considerarlo digno y merecedor de tal
destino.
En
caso de que no estés de acuerdo con eso, por lo menos, se nota que lo que hace no
es una crueldad vana.
Alumna: Érika W. O. Fernandes
Nivel: C2
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