"No hay más realidad que la que tenemos
dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente, porque
creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su mundo
interior manifestarse". Hermann Hesse
Pasas toda una
vida construyendo tus cimientos, tu fachada, tu techado, y un buen día, todo lo
que crees que te sustenta, se derrumba. Sin que puedas hacer nada más que
asistir a la gran debacle de tu cuerpo. Te dejas llevar porque tus pies apenas
te sostienen. El miedo a estar desapareciendo te hace tambalear.
Todo se vuelve
difuso, voluble, poroso. La seguridad en ti misma se ha difuminado en cero coma
segundos. Lo has hecho. De pronto te has convertido en un ser vulnerable.
Mortal como todos los seres vivos. No eres la roca indomable que creías ser. Es
cáncer, dicen. Y te quedas mascando esa palabra pastosa, esperando a que
alguien te dé un vaso de agua para digerirla. La jodimos. Me salté las normas. Me
pasé de lista, de fuerte, de chula. Y la vida me devuelve un directo a la
mandíbula. Cómete eso, valiente... me susurra malhumorada... me has retado
cuando solo tenías que disfrutarme, dejarte llevar por mi compás. Imploro
perdón.
Pero no hay marcha atrás. Ahora es cuando me vas a tener que retar de
verdad... se me enfrenta de nuevo... tendrás que demostrarme de qué pasta estás
hecha. Acepto el guante. No me queda otra. Lo tomo en mis manos y un olor
conocido me embriaga. El olor a café de puchero recién hecho y a galletas María. Su sabor confundiéndose con algo salado. Deben de ser lágrimas.
Lloro. Me sitúo
en el punto exacto de inflexión. Comienzo a caminar. Insegura de hacia dónde me
dirijo, pero con un objetivo claro. Que la vida perdone mi desfachatez. Que
regrese de nuevo a mi lado. Que penetre este cuerpo castigado para hacerlo
resurgir de nuevo. Que permita que estas cuatro paredes que cobijan mi alma, se
nutran, ávidas de ternura, de nuevos amaneceres. Y empiezo a vivir...
Krme_la
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