Habían pasado cuatro décadas
desde el último gran baile ofrecido por el Emperador y ahora, el 9 de noviembre
de 1889, Don Pedro II había decidido celebrar una nueva fiesta con ocasión de
la visita del navío chileno Almirante
Cochrane. Los chilenos habían llegado a
Rio de Janeiro, capital del Imperio, el 11 de octubre y, en su larga estadía en
la ciudad, es cierto que pudieron testimoniar sucesos inolvidables, como las
bodas de plata de la princesa y, al fin, la propia caída de la Monarquía.
Al contrario que en las Cortes
europeas, debido sobre todo a las pocas ganas que tenía Don Pedro II de eventos
sociales, la brasileña se distinguía por la rara ausencia de fiestas o
celebraciones, así que este baile, en principio programado para el 19 de octubre,
era algo especial. El cambio de la fecha no se
debió a algo ligero. El sobrino del emperador, Don Luis I, rey de Portugal,
estaba muy enfermo y, por lo tanto, la situación no era ideal para celebrar nada. De hecho, tan
mal estaba que, en la fecha original del baile, el rey se murió. Sin duda, una trágica
coincidencia.
Tras este fatídico hecho había que elegir el sitio de tan importante
acontecimiento, que acabó siendo el nuevo palacete construido para servir de puesto
aduanero en la llamada Isla Fiscal, en el interior de la bahía de Guanabara. El
edificio impresionaba, y todavía lo hace, por sus detalles lujosos y su
apariencia de castillo, algo un tanto singular para un país que ni tan siquiera
existía en el medievo.
Para la ocasión, además
de la propia construcción, se empleó lo más moderno con relación a la
tecnología, algo aún desconocido para gran parte de los brasileños, la luz
eléctrica. Fueron 14 mil las lámparas y faroles utilizados, iluminando no solo
la isla, sino también los monumentos que estaban alrededor e incluso el mar.
Decorados con banderas de
Chile y de Brasil, los salones estaban repletos con más de 3000 invitados
(pero se estima que unos 1500 habrían ido sin cualquier tipo invitación), entre ellos
ministros, barones, senadores, diputados y diplomáticos, que pudieron disfrutar
de un fastuoso banquete, con docenas de platos y postres distintos como, por
ejemplo, 12 mil porciones de helados de variados sabores. Tampoco faltó la bebida, tan solo de cerveza fueron 10 mil litros.
A las nueve de la noche, tanto el Emperador como la Emperatriz llegaron vestidos de negro, seguidos por la familia
imperial. A las once empezó el baile y la cena fue servida a la una de la
mañana. Quince minutos después, ellos se fueron juntos, con tan solo una excepción: el
príncipe Pedro Augusto, que continuó bailando durante toda la madrugada.
La fiesta no terminó hasta la
mañana, con la salida del Sol, cuando las nubes cubrieron el cielo y comenzó a
llover de modo torrencial. Entre los objetos olvidados, había diecisiete
ligas femeninas, utilizadas en la época para sujetar las prendas íntimas, y
veintitrés corsés, que eran usados para modelar el cuerpo bajo los vestidos. ¡Vaya!
Y así, tan solo seis días después
de un baile recordado más de un siglo después, el Imperio cayó... y aunque a este baile le sucedieron muchas otras celebraciones, ninguna le sobrepasó, por lo menos,
no en importancia. En la República que después llegaría, y hasta los días de hoy, las
personas siguieron encontrando nuevos modos extravagantes de gastar su dinero, pero el glamour es otra cosa.
Así es la historia.
Lipe de
Vega
{Sobre el autor:
Tal vez todos crean que tal estirpe del gran Lope de Vega se perdió en los
derroteros de la Historia, pero hasta el Blog Correveidile ha llegado de
nuevo la leyenda por medio de una rama perdida que desciende directamente del
gran dramaturgo español del siglo XVI y que se dedicará a reconstruir momentos
de la Historia de Brasil. Pero que lo sepan todos: Del gran Lope ha heredado
solo el dominio magistral del castellano y parte del nombre. Nada tiene de la
naturaleza coqueta de dicho escritor. En este tema de mujeres, está más para
Carlos, el Rey Emperador: ¡Hombre de un
único amor!...}
Bibliografía:
GOMES, Lauretino. 1889: Como um imperador
cansado, um marechal vaidoso e um professor injustiçado contribuíram para o fim
da monarquia e a proclamação da República no Brasil. 1ª ed. São Paulo: Globo,
2013.
Me encantan las historias de bailes tan lujosos y en lugares exóticos. No conocía esta historia. Comprendo bien a las mujeres que abandonaron los ligueros y los corsés... !!Menudo coñazo bailar con eso puesto!!
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