Capítulo 20: “No hay fracaso”
La vida es como una montaña rusa, tiene sus altibajos. El
fracaso puede ser algo negativo, que llevaría una persona a tocar fondo, perdiendo
parte de su autoestima. Pero, por otro lado, puede verse como algo positivo, como
una forma de aprendizaje, fortaleciendo a quienes lo sufren. En este sentido,
no existiría el fracaso, sino experiencias que, según se interpreten, pueden
causar un llamado “daño bueno”.
El presente capítulo enseña esto muy bien con la
experiencia de doña Luisa. Su hijo vuelve a Sevilla para visitarla y traerle
noticias: se va a casar. Conociendo bien a su hijo, duda de que haya cambiado
de comportamiento y, por lo tanto, sabe que está engañando a su novia. Durante
el encuentro con la pareja, para conocer a su futura nuera, se da cuenta de que
su hijo sigue mintiendo. Así que, reconociendo su desilusión como madre, decide
revelarle a su futura exnuera quién es realmente su hijo.
Pero, de modo sorprendente, él, surge antes de que su
madre lo delate, le abre su corazón a su amada. Sí, se había acercado a ella
porque era rica, pero se enamora de ella y sus sentimientos son verdaderos. Su
prometida le cuenta que lo sabía todo y esperaba el momento en que revelaría la
mentira. Si lo hacía, ella no terminaría la relación porque significaría que
había cambiado. Ante este hecho, la boda se lleva a cabo y doña Luisa está
satisfecha de que su primogénito no le haya fallado.
El segundo momento negativo que vive esta maestra es el incendio en su laboratorio de prácticas. Debido a su frustrada relación con el cartero, que la utilizó para obtener los reactivos químicos empleados para detonar la fábrica de la familia Peralta, se quedó totalmente desnortada. Además, promovió un discurso negativo para las estudiantes, disuadiéndolas de construir un futuro diferente para ellas mismas, firmando que el mundo era masculino y no había espacio para las mujeres. Todo el esfuerzo realizado por ellas hasta aquel momento no cambiaría la realidad de la mujer en la sociedad contemporánea.
No obstante, como buenas estudiantes que eran, le
demostraron que estaba equivocada y que debía cambiar de actitud y no darse por
vencida. Así que con el apoyo de sus alumnas, acabó elaborando un proyecto para
reconstruir el laboratorio de ciencias con mayor seguridad. En su discurso en
clase, agradece a todas, destacándolas como las maestras que le mostraron el
camino correcto que seguir. Sin duda, este es un hermoso discurso por el que vale
la pena ver el capítulo, aunque solo sea para escucharlo.
Otro punto abordado en este capítulo fue la enfermedad
psiquiátrica del primo de Ramón. El pobre niño padece esquizofrenia, una vieja
enfermedad que hasta hoy no tiene cura. Se puede controlar con medicamentos en
algunos casos, pero no tiene cura. Esta enfermedad hace sufrir no solo al
paciente, sino también a todos los que lo rodean.
Margarita vivió esto con la persona de la que se enamoró.
Elías se siente fracasado porque no puede vencer la enfermedad y puede poner en
peligro a personas cercanas a él, incluyendo a su amada Margarita. Por eso el
enfermo decide quitarse la vida. Pero en un instante, Margarita logra convencerlo
con un discurso positivo, motivador y, al mismo tiempo, realista. De hecho, ella
fue el personaje del capítulo que evitó el suicidio de Elías y convenció a doña Luisa para que construyese un
nuevo laboratorio científico. Sí, Margarita se erige como la principal
responsable por conseguir que doña Luisa recupere su autoestima. Salve
Margarita, porque para ella no hay fracaso.
Por consiguiente, se puede concluir que el fracaso es un
proceso de aprendizaje que hace que la persona siga adelante para ser hoy
alguien mejor que ayer. ¡Que el espíritu de Margarita esté presente en estos
días de pandemia (sin fin)!
Cervantito, el perro
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