Desde hace siglos, conocemos la importancia de la educación para la
formación del ser humano en su conjunto, tanto por el enfoque técnico como por
la evolución humana, que añaden a su vida aquello cuyo acceso a una buena
instrucción garantiza. El foco de esta breve reflexión está específicamente en
el ingreso a la enseñanza superior en Brasil y cómo ocurre.
En cuanto al formato en el que se ofrece la educación universitaria a la
población en Brasil, básicamente se reconocen dos: universidades públicas,
estatales o federales, en las que el estudiante inicia su vida académica
aprobando un examen de alta complejidad, generalmente dividido en dos etapas, y
por las cuales nada es cobrado a los que aprueben; y las privadas, cuyo acceso
también se produce mediante un proceso de selección, en estas existe un cobro
mensual para la permanencia en el curso. También existen otras posibilidades
para acceder a las universidades, como aprobar exámenes públicos o incluso
mediante becas, pero las dos formas básicas son las mencionadas con anterioridad.
Bajo mi punto de vista, las opciones de educación deberían seguir siendo
ofrecidas de forma gratuita a quienes accedan a este tipo de instituciones
educativas, especialmente pensando en los estudiantes sin recursos financieros
suficientes que solo pueden seguir estudiando a través de este formato. Sería
más justo, incluso, que se fortalecieran las bases de la educación pública en
los niveles primarios, para que la disputa entre estudiantes provenientes de la
educación privada y pública les otorgue las mismas posibilidades de obtener
plazas en las universidades financiadas por el gobierno.
Para concluir, creo que es pertinente mencionar que, mientras el sistema
educativo en Brasil siga reforzando las diferencias entre clases sociales en
detrimento de una educación más amplia e inclusiva, el país en su conjunto
seguirá rezagado en términos de desarrollo humanitario y tecnológico.
Juliana de Almeida Sarti
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