Una parte de mí llora la pérdida de los
que pensaba que eran mis amigos, pero me abandonaron en los momentos más oscuros.
Otra parte quiere creer que sí hay amigos nuevos y más verdaderos en algún
lugar, personas con las que tomar un café con churros, conversación buena y ligera
mientras pasa la tarde.
Una parte de mí se desanima con este
país mío, donde tanto la Educación como la Salud se tratan como mercancías sin
importancia, el transporte público es pésimo y la política no representa la
voluntad popular. Otra parte espera que surjan liderazgos que nos entusiasmen
de nuevo, no estos zorros viejos de siempre, honestos, creativos y patrióticos.
Una parte de mí se acomoda en el vacío,
viviendo en el barrio de siempre, vecinos que me ignoran o me conceden parcos saludos
con la cabeza. Otra parte quiere mudarse, buscar una casita adecuada, la luz
del sol entrando de par en par por la mañana, un patio agradable para quedarse y,
quizás, vecinos con los que hablar, aunque rápidamente, al final del día.
Una parte de mí quiere perdonar ofensas,
desprecios. Quiere ser buena, santificarse, amar, amar. Otra parte quiere venganza,
que el otro sufra o, al menos, que de forma amarga se arrepienta de la herida
deliberadamente producida.
Una parte de mí quiere visitar a la
madre enferma, despidiéndose lenta y dolorosamente de la vida. Otra parte no
quiere ir a esta visita, quiere guardar su imagen, la madre cantando, lavando
ropa en el fregadero, llamando a la prole para comer comida buena, comida de
madre.
No sé qué parte de mi me vence. Hay días
en los que una parte, la más triste y pesada, yergue la copa de la victoria. Y
me quedo quieta en mi rincón, exhausta por la batalla perdida. Cuando me
despierto, me miro en el espejo. Aún me veo como una niña traviesa, no sé la razón,
los ojos chispeando. Me peino, busco una ropa amarilla y me paso el pintalabios.
Tomo café, hago la cama, acaricio a mi gato, le doy de comer y salgo, el
interior está diciendo que la vida es siempre un repensar, un renacer, un
esperar, esperar, buscar, llorar, esperar...
Autora:
Bernadete Almeida
Traducción:
Mei Santana
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