La venganza "es
una reprimenda que se ejerce sobre una persona o un grupo de ellas
por una acción que es percibida
como mala o dañina. El sujeto que se siente afectado decide vengarse y concreta
una especie de reparación por el daño. Así que la venganza supone una
compensación por el agravio recibido". Este concepto era tan importante que los antiguos griegos tenían una diosa para la venganza.
Némesis:
La diosa de la venganza
Si Temis era la diosa de la
justicia y del orden, Némesis (hija de la diosa Noche) era la de la
retribución y la venganza. Esta, por lo tanto, contrarrestaba las desmesuras que la diosa
Fortuna hacía con algunos mortales cuando les daba demasiada dicha. Némesis entronca con la propia cultura helénica, amante del equilibrio y
enemiga acérrima de los excesos. Asimismo, también se relaciona con el temor
que los griegos tenían de la cólera divina. Ser demasiado dichoso o incluso excesivamente
feliz no estaba “bien visto”, por lo que Némesis ejercía una justicia retributiva, es decir, castigaba los crímenes de los hombres con implacable severidad.
Cierto día, Zeus se enamoró de ella y
empezó a perseguirla. Para huir de su persecución amorosa, la diosa
vengativa recurrió a innumerables metamorfosis, pero al final no pudo evitar
que el Padre de todos los dioses la hiciera suya y acabara alumbrando a la bellísima
Helena, la que sería la principal causa de la Guerra de Troya.
La Ley del talión: El primer
límite a la venganza
El
término "Ley del talión" se refiere a un
principio jurídico de retribución en el que
la norma imponía un castigo que se identificaba con
el crimen cometido. De esta manera, no solo se ejercía una pena
equivalente, sino que era idéntica. La expresión más famosa de la Ley del
talión es aquella del “ojo por ojo, diente por diente”, aparecida en el Éxodo.
Históricamente, constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el producido en el castigo, siendo este el primer límite a la venganza. Multitud de ordenamientos jurídicos se han inspirado en la ley del talión, en especial en la Edad Antigua y en la Edad Media. Aunque pudiera parecer una ley primitiva, el espíritu de esta era el de proporcionar la pena en cuanto al delito y, con ello, evitar una respuesta desproporcionada por la venganza. La aplicación de la pena con barbarie, a lo largo de los siglos, no implica un defecto de la ley, sino un defecto de quienes la aplican.
Históricamente, constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el producido en el castigo, siendo este el primer límite a la venganza. Multitud de ordenamientos jurídicos se han inspirado en la ley del talión, en especial en la Edad Antigua y en la Edad Media. Aunque pudiera parecer una ley primitiva, el espíritu de esta era el de proporcionar la pena en cuanto al delito y, con ello, evitar una respuesta desproporcionada por la venganza. La aplicación de la pena con barbarie, a lo largo de los siglos, no implica un defecto de la ley, sino un defecto de quienes la aplican.
Los beneficios inesperados
de la venganza
Muchos, sin duda, hemos imaginado una venganza contra los que nos han contrariado o, incluso, contra aquellos a los que le hemos dado un golpe. En el momento del acto puede sentirse como una catarsis, pero si nos paramos a pensarlo bien... ¿qué nos motiva a buscar venganza?
Muchos, sin duda, hemos imaginado una venganza contra los que nos han contrariado o, incluso, contra aquellos a los que le hemos dado un golpe. En el momento del acto puede sentirse como una catarsis, pero si nos paramos a pensarlo bien... ¿qué nos motiva a buscar venganza?
Los investigadores han
buscado respuestas a esta pregunta y han llegado a la conclusión de que la
venganza tiene algunas ventajas inesperadas. Para empezar, se trata de un poderoso detonante emocional que mueve a las personas a
actuar. "Es una experiencia muy extendida de la vida humana, personas de
todas las sociedades entienden la idea de enfadarse y querer herir a alguien
que te ha hecho daño", asegura el psicólogo evolutivo Michael McCullough,
de la Universidad de Miami, el cual lleva más de una década estudiando los
mecanismos de la venganza y del perdón.
De hecho, la venganza potencia el crimen. Está asociada con hasta el 20% de
los homicidios y el 60% de los tiroteos en escuelas, según muestran
distintos estudios. Pero también influye en la política. La victoria
presidencial de Donald Trump, en Estados Unidos, se produjo gracias a la
"venganza de los blancos de clase media, que se sintieron abandonados por
una economía que se globaliza a un ritmo rápido", según escribió el Washington Post. Asimismo, muchos otros medios se hicieron
eco de este sentimiento.
Una desconocida para la ciencia
"Mientras
que el tema de la agresión ha sido bien estudiado (sus detonantes incluyen el
alcohol, haber sido previamente insultado y los rasgos narcisistas de
personalidad), la venganza está peor comprendida". No es tan fácil separarla de lo
que es un comportamiento violento, haciendo que sea un tema de difícil estudio.
David
Chester, de la Universidad de Virginia Commonwealth, empezó a investigar los
mecanismos de la agresión, pero enseguida se dio cuenta de que, con frecuencia,
hay algo más antes de una interacción violenta. Se refiere a las emociones
asociadas a lo que se conoce como el "intermedio psicológico", que son los pensamientos y
sentimientos que se producen entre una provocación y el resultado agresivo.
"Me provocó curiosidad, cómo se pasa de algo, como recibir un insulto, a
llevar a ejecutar una respuesta agresiva". La clave, en opinión de Chester,
es el deseo de represalia. "Así que, por intentar entender
la agresión, empecé a estudiar la venganza".
Agresión y placer
Al
principio, junto con su colega Nathan DeWall de la Universidad de Kentucky,
Chester descubrió que una persona que es insultada o rechazada socialmente
sufre dolor emocional. La zona del cerebro asociada con este
dolor se activó con más intensidad en los participantes voluntarios que
reaccionaron con una actitud agresiva tras sentirse rechazados. "Está
poniendo de manifiesto una tendencia antigua y mantenida durante la evolución,
la de responder a las amenazas y hacer daño mediante una represalia agresiva" dice Chester.
En un
estudio de seguimiento, el investigador se sorprendió al ver que el dolor emocional
estaba muy unido al placer. Aunque el rechazo fuese doloroso al principio, podía ser enmascarado de inmediato por el placer cuando
se presentaba la oportunidad de vengarse: incluso activaba el circuito de
recompensas del cerebro.
Las personas que han sido provocadas se comportan de forma
agresiva porque, sin duda, puede ser "gratificante hedonísticamente
hablando", concluyó Chester. Así que la venganza, según parece,
puede ser muy dulce. El vínculo entre la agresión y el placer en sí
mismo no es nuevo. El padre de la psicología, Sigmund Freud, era muy consciente
de que comportarse de forma agresiva puede ser una forma de catarsis, pero la
idea de que la venganza proporciona una forma especial y característica de
placer tan solo ha surgido de manera reciente.
Una muñeca de vudú
Para entenderlo mejor, Chester
y DeWall pusieron en marcha una serie de experimentos, publicados en la edición
de marzo de este año en la revista Personality and Social
Psychology.
En primer lugar, hicieron que los participantes se sintieran rechazados al ser excluidos a propósito de un juego de lanzamiento de pelota automatizado. Luego,
permitieron que todos los participantes clavasen agujas en una muñeca virtual
de vudú. Los que estaban en el grupo de los rechazados pincharon su muñeca con un mayor número de agujas.
Esta simulación de rechazo se
hizo primero de forma remota, a través de internet, y luego se replicó con
distintos participantes en el laboratorio. En la versión del laboratorio, los
participantes dejaron salir su deseo de "venganza" emitiendo un ruido
explosivo prolongado y desagradable contra sus oponentes (que eran ordenadores y no gente real, pero los participantes no lo sabían). De nuevo,
aquellos que se sintieron más rechazados sometieron a sus rivales a estallidos más largos.
Al final, para entender el rol de las emociones en el deseo de
venganza, Chester y DeWall proporcionaron a los participantes una supuesta
droga que inhibía el estado de ánimo (en realidad, era solo una vitamina
inofensiva). Aun así, el efecto placebo fue tan fuerte que los participantes
que tomaron "la droga" no se molestaron en vengarse de las personas
que los rechazaron, mientras que aquellos que no recibieron “la droga” actuaron
de forma mucho más agresiva. El grupo que tomó el placebo parece que no buscó venganza porque creyó que no sentiría placer en ello.
Un placer ¿pasajero?
Con estos resultados, el equipo llegó a una conclusión
sorprendente. No solo la venganza puede dar placer, sino que también la gente
la busca para anticiparse a eso mismo. "Se trata de la experiencia de regular
emociones", dice Chester, y funcionó. Tras tener la oportunidad de
vengarse, los individuos rechazados obtuvieron la misma puntuación en los
exámenes de estado de ánimo que aquellos que no se sintieron rechazados.
Sin embargo, la conclusión hay que interpretarla con un poco de
cautela. En la actualidad no existen estudios de seguimiento a largo plazo
sobre cómo se siente la venganza días, o incluso semanas, después del acto. Y,
según apunta Chester, algunos resultados preliminares, todavía no publicados,
muestran que las personas que buscan venganza solo obtienen un sentimiento de placer momentáneo.
"Como muchas otras cosas, se sienten bien en el momento. Pero
empieza un ciclo que comienza a parecerse a una adicción… luego se sienten peor
que cuando empezaron". Y esto puede ayudar a explicar por qué
aquellos que buscan el "subidón de la venganza" no son capaces de anticipar las
consecuencias personales desastrosas que puede implicar.
Pero, ¿por qué?
La pregunta, entonces, es por qué este comportamiento, en apariencia destructivo, ha persistido en nuestra evolución si puede causarnos tantos problemas. La
respuesta es que, lejos de ser un error evolutivo, la venganza está al servicio
de un propósito muy útil.
Michael
McCyllough lo explicaba así: "Aunque la gente puede decir que buscar la venganza 'es muy malo para ti' (porque puede arruinar tus relaciones, por
ejemplo) el hecho es que existe y es positiva. El objetivo principal es funcionar como factor disuasorio, lo
cual a su vez tiene claras ventajas para nuestra supervivencia".
Si se piensa en la cultura de las bandas o de las cárceles, lo que puede sucederle a cualquiera es que, si se mezcla con la gente
equivocada, los ataques vengativos pueden ser una consecuencia. "Si tienes
una reputación de ser alguien vengativo, la
gente no se va a meter contigo ni va a intentar aprovecharse", asevera Chester.
La amenaza de venganza puede, en sí misma, disuadir de un ataque, comenta McCullough. "Al individuo que responde
a ese daño le irá mejor que al que recibe la bofetada en la mejilla y deja que
el chico malo se salga con la suya". Al igual que el hambre, se considera
la venganza como una necesidad primaria que satisfacción. Solo entonces puede,
el vengador, seguir adelante "porque el objetivo se ha cumplido".
Así que, si el objetivo principal de la venganza es evitar el
daño, en efecto se trata de algo muy bueno. “Pero esto no
implica que se deba animar a la gente a buscar venganza”, sostiene
McCullough. "Podemos apreciar para qué sirve, entender que no es el
producto de mentes enfermas y, al mismo tiempo, estar interesados en ayudar a
la gente a limitar sus deseos de venganza", asegura.
¿Qué
se gana con la venganza?
La venganza ha formado parte del comportamiento
humano casi desde que el mundo es mundo. La literatura la ha usado, a lo
largo de su historia, desde las tragedias griegas hasta su presencia en el Hamlet de Shakespeare.
Muchos creen que, al vengarse, sentirán alivio emocional del
malestar que cargan debido al daño que han recibido por parte de alguien. No
obstante, se han hecho estudios en los que se ha comprobado que, quienes se vengaban,
seguían sintiéndose mal, mientras que los que no lo hacían, tenían un malestar
menor. Cuando nos vengamos, aumentamos la importancia del incidente y pensamos
mucho más en él, lo que nos lleva a darle vueltas en la mente y sentirnos peor,
es decir, la venganza mantiene la herida abierta y fresca.
O dicho
de otro modo
¿Qué es la
venganza? ¿Una necesidad primaria que necesita ser satisfecha o, tal vez, un pretexto para
hacer justicia con las propias manos? Para algunos constituye un placer del que se debe disfrutar poco a poco. Sin embargo, para otros, es una defensa que parte de una táctica
intimidatoria.
Sea como
fuere, la realidad muestra que las personas reaccionan directamente contra
quienes consideran culpables de la comisión de delitos y agravios, sin tener en cuenta a ningún agente de justicia. Si esta práctica se llegase a generalizar,
la sociedad caería en un peligroso proceso de descomposición.
Pepe
Cocodrilo
Consultas bibliográficas y citas:
Pepe, entonces esta idea del origen de la venganza y de los estudios de Chester, como una respuesta "en caliente" y que es seductora, contradice un poco aquel refrán que afirma que: "La venganza es un plato que se sirve frío". Me quedé todavía más curiosa con este tema...
ResponderEliminarQuerida Mafalda, buenos días. Hablar acerca de la venganza es navegar en las aguas turbulentas del oceáno de las emociones. La mayoria de las personas desea vengrarse de inmediato. Pero, aquellos que tienen autocontrol y consiguen esperar por el momento oportuno, logran una venganza plena. Yo creo que vivir bien es la mejor venganza. ¿Y tú Mafalfa, qué opinas? Beso cariñoso.
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