El Aquelarre (Goya) |
Nacido en Zaragoza, en 1746, Francisco de Goya fue
uno de los más reconocidos pintores de España. Su genialidad alcanzó tan alto
nivel que clasificarle como perteneciente a un estilo artístico específico es,
hasta nuestros días, imposible. La pluralidad de temas abordados por él fue
inmensa: entre sus pinturas, se encuentran retratos de la corte, los horrores
de la guerra (y del día a día), además de sus propios monstruos internos. Es
posible, incluso, que estos últimos hayan sido la motivación para el conjunto
de obras de las cuales hablará estas líneas.
Ejecutadas entre los años 1820 y 1823, es decir, en
la última etapa creativa de Goya, que se extendió entre 1808 y 1828, las llamadas
pinturas negras –sea por el juego de luces, sea por los temas retratados,
fueron pintadas en las paredes de “la quinta del sordo”, refugio del artista
que, en la ocasión, ya sufría con su salud débil, degradada aún más por la
guerra.
Dibujo de la Quinta del sordo |
A pesar de la destrucción de la casa, las pinturas
fueron conservadas y trasladadas a lienzos, actualmente expuestos, en su gran
mayoría, en el Museo Nacional del Prado. Entre los cuadros más conocidos de
este conjunto, tenemos “El perro semihundido”, que puede simbolizar al ser
humano, hundido hasta el cuello, asustado con lo que se acerca (muerte,
sufrimiento, dolor). Otro famoso ejemplar, “Saturno devorando a un hijo”,
quizás represente al Dios del tiempo, devorando a las personas, o a los
franceses que devoraban a los españoles durante la guerra.
En conclusión, podemos decir que Goya supo, de
alguna manera, compartir con los admiradores de su trabajo el amargor,
sufrimiento y agonía de su alma, pues esta es la sensación que uno tiene al
analizar sus pinturas negras. Les invito a sumergirse en este mundo oscuro,
pero muy rico, del artista, para una experiencia única llena de arte, cultura y
reflexión.
Juliana de Almeida Sarti
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