sábado, 17 de julio de 2021

“El cine Palace, cierra sus puertas y un ciclo dedicado a la cultura”

 

El Gacetero

El cine siempre ha formado parte de mi vida. El séptimo arte me convenció en nuestra primera cita, llevándome a un mundo mágico que me hizo olvidar el mundo real por un tiempo. No es que mi vida fuera mala, al contrario, pero experimentar la historia proyectada en la pantalla gigante fue fascinante. Entonces, cuando oigo que cerrará un cine de calle, la tristeza asalta mi alma, ya que es como si perdiera algo muy íntimo o algo muriera en mí, en mi historia. Y cuando este cine es de mi ciudad y formó parte de mi vida cultural, el dolor es aún mayor. 

Recientemente leí una noticia que informaba que el cine Palace cerraba sus actividades tras décadas de servicio en favor de la cultura en mi ciudad natal, Juiz de Fora. En su última remodelación, se convirtió en dos salas de cine comunes, como las de un centro comercial. Aunque no lo visité después de su renovación, posiblemente ya habría perdido su encanto y su ambiente decorado con madera. Era un gran espacio con un mostrador de madera y sillas tapizadas en cuero, cuya arquitectura exterior representaba la década de 1960, con líneas rectas, sin adornos. Sin embargo, tanto su entrada como su escalera eran de madera ornamentada, brindando un ambiente nostálgico que daba la bienvenida a cualquiera que entrara. Las puertas de salida daban directamente a la calle, lo que iluminaba el recibidor al abrirse tras el final de la película con tono nos despertaba de aquel momento de ilusión.

No obstante, recuerdo la primera película que vi en el Palace la cual, por cierto, era una caricatura de Tom y Jerry. Fue un momento increíble entrar en una gran sala llena de sillas ante una enorme pantalla blanca en la pared del fondo. La capacidad total se ocupó con niños y sus padres. De repente, la luz se apagó, se escuchaban los gritos de susto de los niños que pronto se callaron, mientras una tenue luz traspasaba la habitación proyectando una imagen en la pantalla blanca. Fue algo mágico ver las imágenes gigantes acompañadas de la banda sonora frenética a alto volumen. Me asombró mucho todo eso y me dije: ¡esto es increíble! Quiero volver siempre a ver dibujos aquí...

Así que esa fue mi primera experiencia en una sala de cine y me convirtió en un admirador del séptimo arte. Reconozco la importancia del cine Palace en mi formación cultural y el despertar de mi interés por el cine. Con la misma alegría que entré en ese cine, ahora lloro de tristeza al ver un lugar histórico cultural de mi ciudad, que formó parte de mi infancia, adolescencia y vida adulta, morirse, dejar de existir. Sin duda, es una lástima y lo lamento profundamente, pero estoy feliz, al mismo tiempo, de haber vivido con el cine Palace un ambiente elegante, bello y agradable para tener experiencias y emociones por medio de las historias contadas y proyectadas sobre la pantalla (blanca) que se llenaba de color y movimiento. ¡Viva el cine! ¡Viva la Cultura!

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