Fernando Ampuero |
Fernando Ampuero, el polifacético escritor, periodista y dramaturgo peruano, nació en Lima en 1949. Está considerado uno de los autores peruanos de gran aprecio y admiración, incluso en otros países, gracias a las numerosas traducciones de sus obras a diferentes idiomas. De manera persuasiva, Ampuero maneja las palabras en un juego atractivo, capaz de prender al lector hasta la lectura de las últimas páginas, lo que sucede a un ritmo asombrosamente rápido gracias a la fluidez de su escritura.
Lanzado en 2018, “La bruja de Lima” cuenta la
historia de un hombre que recibe un diagnóstico médico desalentador; según
cinco profesionales de renombre, solo le quedan seis meses de vida. Teniendo en
cuenta sus síntomas, la preocupación le golpea y el moribundo decide buscar
tratamientos alternativos. Un amigo le indica, entonces, a Hilda, una bruja
conocida incluso por la alta sociedad de Lima. Aquí tenemos muestras de una de
las muchas luchas internas por las que pasará el protagonista, es decir, para
superar las barreras culturales y los matices religiosos distintos al suyo.
En mi opinión, la ironía con la que Ampuero aborda el tema del prejuicio, relacionado con el mundo de la magia y el esoterismo a través de la figura del protagonista, es una alegoría de toda una sociedad hipócrita que se niega a respetar la religión y las costumbres de los demás, pero que recurre a diversos tipos de rituales cuando lo que está en juego es algo que le afecta directa y profundamente. De alguna manera, la figura de la bruja gitana lleva dentro de sí la fuerza y el sufrimiento de todo un grupo de brujas que han sido marginadas y asesinadas a lo largo de la Historia por la falta de conocimiento e ignorancia de muchos.
No es sorprendente que el protagonista, finalmente,
recupere su salud y el placer de vivir, a pesar de perder a la que se convirtió
en más que una terapeuta de cuerpo y alma. En resumen, podemos decir que esta
es una obra literaria que trata no solo transformaciones físicas sino también
morales, es decir, más que un protagonista que se curó al final de la historia,
tenemos el ejemplo de alguien que se ha curado de la ceguera del prejuicio.
Juliana de Almeida Sarti
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