Queridos correveidileanos:
Este es
un pedacito de mi vida que he decidido compartir…
Yo estaba
casada desde hacía 3 meses y mi marido estaba desempleado. Bayo, que así se llamaba, quería regresar
solo a su país de nacimiento para encontrar trabajo y como yo estaba tan enamorada,
entonces deje mi trabajo y me fui con mi amor, a aventurarnos en
Nigeria. El avión se sacudió mucho durante todo el viaje, todos los pasajeros tuvieron miedo. Yo pensé,
sí me muero ahora me muero contenta, al lado de mi amor.
Tras esto, llegamos
a las 11:00 de la mañana al aeropuerto y tuvimos que esperar casi 2 horas para
la liberación del equipaje. Los policías querían dinero, pero no
se lo dimos, por lo que tuvimos que esperar. Por suerte, yo tenía en mi maleta de mano dos
camisetas, toallitas de bebe y paquetes de galletas de chocolate.
La
familia nos recibió muy bien. Desde la cocina llegaba un olor delicioso. Carne de
pollo, pensé, pero más tarde me enteré de que era conejo. ¿Qué importaba?
Si fuera sopa de piedra me gustaría igual.
Por suerte, Bayo encontró
trabajo como representante de ventas y tuvo que viajar a las ciudades cercanas a Lagos, que era por aquel entonces la Capital (1991). A veces lo acompañaba y podía sentir
la emoción de viajar en coches muy viejos, por caminos llenos de agujeros. Yo
nunca fui aventurera, pero me gustaba aquella situación. Mi color de piel era
diferente del de la gente nigeriana, por lo que las personas me trataban de una manera
especial. Adonde quiera que yo fuese, me ofrecían gaseosa y algo de comida,
siempre picante, y yo, para ser simpática, comí mucha pimienta.
Caminando por las
calles encontré a muchos jóvenes y niños bailando canciones africanas. El paisaje
era diferente de todos los que yo conocía: Molinos harineros, mujeres con los pechos
desnudos y el pelo trenzado artísticamente.
En la
entrada de la ciudad se vendía un tipo de pan delicioso, que me gustaba comer
con huevos revueltos, tomates y cebolla. Me comunicaba con la gente en inglés y
ellos hablaban entre sí en yuruba, uno de los idiomas locales. Practicar inglés
para mí fue importante porque así fue como perdí la vergüenza de hablarlo.
Sin embargo, después de hacer
buenos amigos y disfrutar tanto de la presencia como del cariño de mi familia nigeriana,
Bayo decidió regresar a Brasil. Lloré en el avión de regreso porque sabía que echaría de
menos a toda la gente que conocí...
Un fuerte
abrazo,
Adedoke
(Mi nombre nigeriano)
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